HISTORIA DE AMPARO POCH, UNA MUJER LIBRE
ENTREVISTA CON ANTONINA RODRIGO*, BIÓGRAFA DE AMPARO POCH
Y DE OTRAS MUJERES COMO MARÍA LEJÁRRAGA, MARGARITA XIRGU...
-¿Qué le atrajo de Amparo Poch?
-Era uno de esos personajes ocultos que tiene la historia de España. Comprobé que había estado en el Ministerio de Sanidad con Federica Montseny y de directora de la Casa de la Dona Treballadora de 1937 a 1939. Empecé a interesarme por ella: estaba envuelta en un silencio increíble y había desarrollado una labor extraordinaria. Mujeres como ella hicieron posible lo que nosotras disfrutamos hoy. Es una auténtica pionera que rompió moldes en las condiciones más difíciles.
-¿Qué moldes rompió?
-Muchos. Asombra y asusta que mujeres como ella, que lo tuvieron todo, hayan caído en el pozo del olvido. Ella fue de las primeras en ir a la Universidad (entonces las mujeres iban acompañadas y las encerraban en el aula), defendió la igualdad y reivindicó la formación a que tiene derecho la mujer, aspiraciones frenadas siempre por la iglesia de una manera feroz. Cuando se forma el Liceo Club femenino generó un escándalo; las mujeres que lo promovieron fueron rechazadas y tildadas desde la iglesia de endemoniadas. Siempre se opuso a la sumisión.
-¿Cómo le marcó su origen social?
-Su padre era militar de baja graduación: sargento chusquero. Se retiró de teniente. Procedía de una familia humilde: su padre procedía de Valencia y su madre del campo de Tabuenca. La madre era analfabeta, fregaba suelos en la pensión en que se instaló José Poch, su futuro marido. Era una señora tan inocente, buenísima, sumisa y religiosa, que jamás quiso hacerse una fotografía: pensaba que era algo pecaminoso.
-Amparo quería ser escritora e hizo sus pinitos.
-Siempre quiso ser médica. El padre, que era un auténtico espadón, le dijo que la Medicina era una ocupación inadecuada para una mujer. Le dijo que se hiciese maestra. Cuando acabó Magisterio, se matriculó en Medicina. Empezó a colaborar con ateneos y sindicatos, enseñaba a leer y a escribir a las mujeres. Cuando en 1934 funda la revista “Mujeres libres”, ya en Madrid, continuará una experiencia que ya había realizado en Zaragoza.
-Usted, en el libro, recupera sus colaboraciones en “La Voz de Aragón”.
-Escribió desde siempre. Desde muy joven quería echar fuera sus pensamientos e inquietudes. Hace poesía, narrativa, periodismo. Era una mujer excepcional, consiguió 28 matrículas de honor en su carrera. Pintaba, podía hacer lo que quisiera. Poseía una mente clarísima: era una visionaria en muchas cosas.
-Y tampoco excluía la polémica. Salía a defender sus puntos de vistas en la prensa contundencia.
-Desde luego. En una ocasión vino una mujer de fuera, de Madrid, y dijo que Zaragoza era una ciudad de provincias, parada en el páramo. Quiso montar un liceo feminista. Amparo le respondió de inmediato diciéndole que estaba en contra de la segregación de sexos, que eso ya lo había vivido en la Universidad de Zaragoza, donde sufrió mucho; por una parte decía: “¡que valor tienen las universitarias!” y también era crítica y denunciaba que gran parte de las estudiantes iban a buscar marido. Ella se sentía inmersa en el feminismo libertario no excluyente que está con el hombre, con el compañero al lado.
-Sus opiniones conmocionarían una apacible sociedad burguesa como la de Zaragoza.
-Claro. Ella era una extraña mujer en la provincia. Vestía pantalón y usaba corbata. Era menuda y vivaz. Su familia vivió su actitud como una afrenta: las hojas de su expediente académico fueron arrancadas de cuajo por su padre, que hizo labores de censura con la llegada del Movimiento Nacional.
-¿Qué podemos decir de su novela breve “Amor”, editada en 1923?
-Creo que es la novela del progresismo en Aragón. La novela de la lucha, del amor, de las reivindicaciones sociales. Ella es la propia Amor Solís, la pintora protagonista que se mueve entre la lucha del obrerismo y el pistolerismo del momento. Amparo Poch sabía lo que quería desde el primer momento y su compromiso es inequívoco.
-Tanto que fundó una clínica médica.
-La primera estuvo en la calle Madre Rafols y la segunda en la calle Cerdán. Era una clínica para mujeres y niños, sobre todo. Estoy trabajando en su biografía, que aparecerá en octubre en la editorial Flor del Viento, y he podido contactar con alguien que fue atendido por ella cuando era niño. Tenía connotaciones de demonio. Recuerda que su madre era conservadora y muy religiosa, pero que admiraba muy sinceramente a su hija. Me dijo: “Mi propia madre también la admiraba: era progresista, trabajadora y extravagante, pero debía suscitar confianza”. Amparo Poch acabó siendo vicesecretaria del Colegio de Médicos de Zaragoza.
-En 1934 se trasladó a Madrid. ¿Cómo le fue?
-Creo que fue su gran momento. Se implicó como siempre: dio clases, mítines y conferencias, y enseñó sexualidad. Fue la defensora en España del método de Ogino y adiestraba a hombres y mujeres en lo referente en un tema tabú como el sexo. A las mujeres las preparaba en una doble dirección: la del placer sexual y la de la maternidad. Escribió un “Elogio del amor libre” y el volumen “La vida sexual de la mujer”.
-La guerra civil y el exilio le truncaron la trayectoria.
-Todas las mujeres que tuvieron voz y tanto poder (ella huía del poder, en realidad), cuando llegó el exilio fueron humilladas y rechazadas. Carecían de documentación y eran perseguidas por los gendarmes franceses. Amparo regresó a la pintura, hacía pañuelos y sombreros durante su estancia en Nimes. Se cree que participó en la Resistencia contra los alemanes y que trabajaba hasta avanzadas horas de la noche porque colaboraba con la resistencia contra los nazis.
-De Nimes se trasladó a Toulouse y murió en el olvido.
-Ejerció en la Cruz Roja y mantuvo siempre su dignidad. Escribía, ayudaba a los exilados, ejercía de médico bajo cuerda. Los anarquistas españoles eran perseguidos continuamente por la policía francesa. También fuera se portó como una heroína silenciosa.
-¿Existe una figura de su talla y de su generosidad en nuestros días?
-Con esa abnegación, con esa lucidez, con esa rebeldía, es difícil. Eran otros tiempos mucho más difíciles. Amparo Poch nos enseñó a pensar, expresó la necesidad de preparación de las mujeres, a pesar de la terrible influencia de la religión. Y nos enseñó que la sexualidad no es vergüenza sino un privilegio y un derecho, la sexualidad es la vida. Amparo Poch enseñó a las mujeres a disfrutar de su cuerpo.
-Por cierto, ¿cómo fue la vida amorosa y emotiva de una mujer que predicaba el amor libre?
-Tuvo una vida amorosa muy rica, aunque siempre defendió su libertad: pedía a los hombres que no la coartasen, que no le cortasen las alas, que la dejasen sola cuando era necesario. Practicaba lo que escribía. Tuvo varios amores. Amparo Poch fue el gran amor del crítico y poeta Gil Comín Gargallo: él estaba enamoradísimo, ella le encantaba pero Amparo lo quería como compañero de letras pero no como amante.
*Antonina Rodrigo, esa admirable biógrafa de tantas mujeres y de escritores como García Lorca, ha publicado dos libros sobre Amparo Poch: "Una mujer libre. Amparo Poch y Gascón". Flor del Viento, Barcelona, 2002. 300 páginas. Y "Amparo Poch y Gascón. Textos de una médica libertaria". Diputación de Zaragoza / Alcaraván. Zaragoza, 2002. 293 páginas. También Lola Campos en su libro "Mujeres aragonesas", Ibercaja. Zaragoza, 2003, le dedica un capítulo.
7 comentarios
Javier Escartín -
Denunciante -
Anónimo -
De A.C. -
¿No te estarás equivocando y no será que Julio Llamazares viniese a participar en el ciclo "Invitación a la lectura"?
El otro día se presentó ese ciclo, hice esa información y me consta que Julio Llamazares participaba en ese ciclo en los Institutos "Joaquín Costa" de Cariñena y "Jerónimo Zurita" de Zaragoza, los días 7 y 8 de noviembre, que creo que coinciden con la presentación de "Siempre nos quedará París".
Lo digo sin ninguna ironía porque creo que eso es lo cierto.
No creo que Ramón necesite pagar una presentación de su libro con dinero público, y menos a Julio Llamazares, porque son muy buenos amigos, entrañables amigos, desde hace veinte años. Julio hubiera venido sin ningún problema.
No entro a valorar la segunda opinión porque pienso que la primera no es cierta. Quizá no debiera contestar, seguramente me arrepentiré de hacerlo, pero lo hago porque este tipo de cosas no forman parte de mi estilo ni de mi manera de entender la cultura. Creo sinceramente, anónimo denunciante, que esto no es correcto.
A.Castro
Chorche -
Anónimo -
denunciante -
se pagó con dinero del departamento de Eva Alumunia: esto es malversación de dinero público, pues basta ya de este nepotismo. Y lo explico: Julio Llamazares cargó su viaje a Zaragoza (viaje, hotel más comidas) para presentar la novela de Acín a cargo del departamento de Eva Almunia.
El dinero público es de todos. Por eso hago esta denuncia. Nadie tiene derecho a usar el dinero público para promocionarse personalmente.