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Antón Castro

EVOCACIÓN DE VALENTINA, POR SENDER*

EVOCACIÓN DE VALENTINA, POR SENDER*

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[Valentina apareció por fin corriendo calle abajo y al ver que yo estaba en la puerta se detuvo. Siguió andando con una lejana sonrisa, pero de pronto, cambió de parecer y echó a correr de nuevo. Cuando llegó comenzó a hablarme mal de su hermana Pilar. Me dijo que había querido llegar más pronto pero que la obligaron a estudiar el piano. Yo me creí en el caso de mirar el reloj y decirle a Valentina que los números de la esfera eran de ámbar. Aunque ella estaba enterada se creyó también obligada a preguntarme si me lo habían regalado el día de mi primera comunión. Yo le dije que sí y que la cadena era también de plata. Después entramos corriendo. Valentina cada dos pasos avanzaba otros dos sobre un solo pie con lo cual las florecitas de trapo que llevaba en la cabeza bailaban alegremente. Al llegar junto al perro yo le advertí que no debía tener miedo. Me acerqué al animal que estaba tumbado, me senté en sus costillas, le abrí la boca, metí dentro el puño cerrado y dije:


--Estos perros son muy mansos.


Ella me miraba las rodillas y yo pensaba que había hecho muy bien en lavarlas. Valentina, escaleras arriba, con la respiración alterada por la impaciencia y la fatiga, me contaba que en la sonata de Bertïni su hermana Pilar tocaba demasiado de prisa para que no pudiera seguirla ella y ponerla en evidencia. Yo le pregunté si queria que matara a su hermana, pero Valentina me dijo con mucha gravedad:
--Déjala, más vale que viva y que todos vean lo tonta que es.]

 

*Hoy tengo que ir a Tauste, el lugar donde Pepe Garcés / Ramón Sender se enamoró de Valentina Ventura, la hija del notario de  Tauste. Tomo aquí un segundo fragmento de "Crónica del alba". La  ilustración es de José Luis Cano.

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