AL AMOR DE VALENTINA
[Abrí la ventana de mi cuarto y me asomé calculando la distancia que la separaba del tejado y, convencido de que no podía pasar, pero no queriendo resignarme, fui al desván y me encontré con la sorpresa de que la ventana estaba abierta. Parece que mi madre había hecho desclavarla para ventilar la parte del desván que estaba destinada a las tinajas de compotas y mermeladas. Con los gemelos en bandolera salí al tejado y me instalé contra la chimenea. Comenzaba la puesta del sol. Un grillo se oía lejos. Me acordé de los que dejamos en el jardín de don Arturo y miré a mi alrededor. No había ningún gato, pero en cambio los pájaros se acercaban a sus albergues para dormir, con la algarabía de todos los días. Algunos gorriones se acercaban al agujero que aquí y allá habían dejado en el muro las vigas de la construcción y eran expulsados escandalosamente por otros que salían a defender su hogar. La tarde caía en un silencio impresionante. Todo era dulce y amarillo. Detrás del torreón de las monjas el cielo se llenaba de nimbos. Valentina marchaba camino de su casa y yo la imaginaba muy modosita acompañando a su madre, pero pensando en mí. Me sucedía lo que había de sucederme siempre en la vida cuando tenía una sensación placentera de mí mismo. Desaparecían las perspectivas, se disolvía también el pasado en una niebla confusa y no quedaba más que el presente.]
*He aquí otro fragmento sobre Valentina, tomado de "Crónica del alba". Por distintas razones, esta es una de mis películas favoritas. Por Anthony Quinn, por Jorge Sanz, a quien quiero muchísimo aunque no lo vea casi nada (me encantó en “Bienvenido a casa” de David Trueba; está soberbio), por Paloma Gómez, de la que me enamoré entonces, tan pizpireta y graciosa, por Albarracín, por Sender, por esta historia de amor, por los gatos y la noche y los tejados... El cartel de la película de Antonio José Betancor me gusta mucho. Hay cosas que, sin saber por qué, te calan muy hondo. Y te conmueven y forman parte de tus mejores recuerdos. Leí, por cierto, un estupendo trabajo de José Luis Calvo Carilla donde seguía los pasos de Valentina, casada y con hijos, que creo que se murió en Borja.
3 comentarios
Beatriz -
Tremisis -
Curiosamente yo a este último lugar no pude acudir en esa ocasión por que se produjo un incidente que creo que no trascendió por el que tuve que acompañar a cierta señora a la estación de autobuses por que había decidido en ese momento abandonar el congreso y volver a los EEUU, nada menos. Bueno, mi conversación con ella sobre su vida con Sender, casi llorando ante un desconocido como yo que no la conocía de nada la dejo para otro momento, ya os he aburrido bastante.
javier delgado -