ALEJANDRO MAGALLANES EN HUESCA
[Alejandro Magallanes es un artista y cartelista mexicano que expone en Huesca. Pariente del Roto y de Cano, posee fuerza, ironía, sentido de la sátira y una mirada muy personal. Expone en el Museo de Huesca]
EL MUSEO de Huesca es un lugar ideal. Está en la cúspide de la ciudad y posee un encanto indecible: en su interior, en el jardín y en las salas, se mezclan el poder de la piedra, el peso de la historia y la energía del arte. El pasado sábado, con Luis Alegre (a quien Rafael Azcona define como “un promotor universal de la amistad”), fui a ver la muestra de Alejandro Magallanes, el artista mexicano que posee una personalidad deslumbrante y una magia antigua, casi torva, que se fundamenta en la denuncia, el ingenio, el compromiso y el color, la tipografía, la metáfora tan directa que casi deja de ser metáfora: es más bien un reclamo, un puñetazo al mentón, un ejercicio de lucidez, un torbellino de ingenio.
Su exposición se titula “Dicho y hecho” y abarca un centenar de carteles de los últimos doce años. El comisario es Isidro Ferrer y el escritor Grassa Toro es el autor de unos textos que explican su obra. Magallanes, según nos decía el propio Grassa Toro, que llegaba de un viaje por los territorios del Maestrazgo en compañía de la actriz colombiana Carolina Mejía, ha realizado alrededor de 700 carteles. En Huesca hay de todo, carteles de congresos, de música, de películas de cine; carteles de asuntos sociales, sobre los asesinatos de Juárez y algunas reflexiones sobre la vida cotidiana que llaman la atención por su agudeza y también por su humor negro.
¿Cuál es la estética de Alejandro Magallanes? No es fácil resumirla: se le ve una inclinación hacia el arte bruto, hacia algunos logros de “Cobra”, he pensado más que en Dubuffett en Lucebert y en Zoran Music, pongamos por caso; y hacia algunos expresionistas alemanes como Otto Dix, Baselitz e incluso el refinado y voluptuoso Egon Schiele; me ha parecido que también se mueve en el poderoso lenguaje del cómic y que no rehúsa la envolvente tradición cultural mexicana, de desgarro, poesía, cotidianidad y abundante color. E incluso puede entreverse un cierto gusto por la marginalidad, por los “outsiders”, que quizá sea también una forma de compromiso.
La exposición está muy bien montada. Hay mucho en qué fijarse. Ofrece otros elementos muy interesantes: Magallanes, que ha expuesto en diversos países, entre ellos Estados Unidos, es un observador nato, con un acusado sentido de la ironía y la sátira. Todo le sirve. Mira, analiza y compendia con trazos, con una frase, con figuras cargadas de intención, con máscaras. En “Dicho y hecho” (Libros y carteles anónimos de Alejandro Magallanes) también se recoge algo fundamental de su inspiración: los libros ilustrados de carácter infantil, hay uno de Fernando Pessoa, creo recordar, dos de Frida Kahlo y Diego Rivera, y se ve la desenvoltura, el color arrollador, el sentido telúrico. También ha confeccionado cedés y otros soportes gráficos. En la sala contigua se proyecta una película de dibujos animados sobre las canciones basura a las que les ha puesto imágenes. Magallanes ha hecho el cartel del Festival de Huesca de este año: esa cara con un ojo a la funerala, cuya huella no es un sopapo sino un beso denso de carmín.
Su exposición se titula “Dicho y hecho” y abarca un centenar de carteles de los últimos doce años. El comisario es Isidro Ferrer y el escritor Grassa Toro es el autor de unos textos que explican su obra. Magallanes, según nos decía el propio Grassa Toro, que llegaba de un viaje por los territorios del Maestrazgo en compañía de la actriz colombiana Carolina Mejía, ha realizado alrededor de 700 carteles. En Huesca hay de todo, carteles de congresos, de música, de películas de cine; carteles de asuntos sociales, sobre los asesinatos de Juárez y algunas reflexiones sobre la vida cotidiana que llaman la atención por su agudeza y también por su humor negro.
¿Cuál es la estética de Alejandro Magallanes? No es fácil resumirla: se le ve una inclinación hacia el arte bruto, hacia algunos logros de “Cobra”, he pensado más que en Dubuffett en Lucebert y en Zoran Music, pongamos por caso; y hacia algunos expresionistas alemanes como Otto Dix, Baselitz e incluso el refinado y voluptuoso Egon Schiele; me ha parecido que también se mueve en el poderoso lenguaje del cómic y que no rehúsa la envolvente tradición cultural mexicana, de desgarro, poesía, cotidianidad y abundante color. E incluso puede entreverse un cierto gusto por la marginalidad, por los “outsiders”, que quizá sea también una forma de compromiso.
La exposición está muy bien montada. Hay mucho en qué fijarse. Ofrece otros elementos muy interesantes: Magallanes, que ha expuesto en diversos países, entre ellos Estados Unidos, es un observador nato, con un acusado sentido de la ironía y la sátira. Todo le sirve. Mira, analiza y compendia con trazos, con una frase, con figuras cargadas de intención, con máscaras. En “Dicho y hecho” (Libros y carteles anónimos de Alejandro Magallanes) también se recoge algo fundamental de su inspiración: los libros ilustrados de carácter infantil, hay uno de Fernando Pessoa, creo recordar, dos de Frida Kahlo y Diego Rivera, y se ve la desenvoltura, el color arrollador, el sentido telúrico. También ha confeccionado cedés y otros soportes gráficos. En la sala contigua se proyecta una película de dibujos animados sobre las canciones basura a las que les ha puesto imágenes. Magallanes ha hecho el cartel del Festival de Huesca de este año: esa cara con un ojo a la funerala, cuya huella no es un sopapo sino un beso denso de carmín.
3 comentarios
Paula R. Español -
"El amor se acaba cuando empiezan lo pedos" gran frase, sin duda.
Ana -
Cide -