JUAN RULFO Y EL CINE
EL MÁS ALLÁ DE RULFO EN EL CINE
Juan Rulfo (1918-1986) es autor de dos obras maestras: los relatos de “El llano en llamas” y la novela “Pedro Páramo”. Luego, asustado por la responsabilidad, apenas publicó. Decía también que se había muerto su tío Celerino, el enterrador, y que ya no tenía quien le suministrase historias. Sin embargo, con cuentagotas y con su talento enigmático, redactó algunas piezas para el cine y colaboró en adaptaciones de sus cuentos. En 1980, la editorial Era publicaba “El gallo de oro y otros textos de cine”, donde aparecía la novela breve que da título al conjunto, y dos piezas más: “La fórmula secreta” y “El despojo”. “El gallo de oro” conoció dos versiones cinematográficas diferentes: la de Roberto Gavaldón, de 1964, donde Juan Rulfo era el encargado del argumento (existe edición en Alianza Editorial), y en el guión participaron el propio director, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. La fotografía era de Gabriel Figueroa. En 1986, Arturo Ripstein se inspiró en ese texto para rodar “El imperio de la fortuna” (1986). El guión de “La fórmula secreta” lo redactó Rubén Gámez, director de la pieza en 1964. Y para “El despojo”, que dirigió Antonio Reynoso, el propio Rulfo elaboró el argumento y el guión de un corto de doce minutos.
También vendió los derechos de “Pedro Páramo”. El cineasta gallego Carlos Velo hizo en 1966 su versión (que escribió por cierto unas sabrosas memorias eróticas), con guión de Carlos Fuentes, el propio Velo y Manuel Barbachano. La película contaba con fotografía de Figueroa y la dirección de arte correspondió al oscense Julio Alejandro de Castro, un gran amante de las chamarilerías y guionista de Buñuel. “Pedro Páramo” no resiste la comparación con la novela, pero es una película que tiene entidad y que posee un código cinematográfico. Una década después, José Bolaños, el amante mexicano de Marilyn Monroe, al que llamó antes de morir, volvió a rodar “Pedro Páramo (El hombre de la media luna)”, en cuya adaptación y guión trabajó el propio Rulfo. Tampoco fue un éxito.
Los expertos sostienen que las adaptaciones cinematográficas del autor de “El llano en llamas” están muy por debajo de su narrativa. Han sido varios los cuentos de Rulfo trasladados a la gran pantalla en cortos y en largos. A él le gustaba el cine, e incluso puede verse algo curioso: muchas de sus imágenes parecen secuencias de cine, y tomó espléndidas imágenes de ese volcán de belleza y carácter que era María Félix en “La Escondida” y de “El despojo”. Las fotos de María Félix son extraordinarias, una de ellas, donde ella parece bailar sobre el páramo con un vestido hecho de jirones, son extraordinarias. El viejo Patricio Julve habría dicho: “Son las fotos de un enamorado”.
Gabriel Figueroa y Juan Rulfo.
*Voy a transcribir aquí un par de fragmentos del texto de Jesús Marchamalo sobre Juan Rulfo: "Rulfo callado", de su libro "39 escritores y medio" (Siruela), ilustrado por Damián Flores.
[...Pero hay que reconocer en la vida del joven Rulfo una marcada presencia de la fatalidad, de la tragedia. Así, una noche, cuando tenía cinco años, le despertaron para decirle que su padre había muerto; un vecino le había disparado por la espalda por no dejar pastar su ganado.También a su tío José lo mataron en la calle; otro tío suyo, Jesús, murió ahogado en un naufragio; su tío Rubén cayó mortalmente herido en una balacera. Y el abuelo, colgado de los pulgares a la entrada de la hacienda, perdió los dedos y ya nunca pudo cargarle en los brazos. (...) Su madre no hacía más que taparle los ojos para que no viera a los cristeros colgar a los terratenientes, y a los soldados fusilar a los revolucionarios".
"Cuentan que una vez se le acercó un admirador que quería que le firmara un libro. Y plantado ante él, la mirada embelesada, le dijo: 'Tiene usted que escribir más libros, don Juan'. A lo que Rulfo respondió: '¿Más libros? Si ya tengo dos'. Y ahí anduvo el restro de su vida contando lo de la llamita, lo de la musa, o lo del tío Celerino, que murió, ya saben"]
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Lucía -