LOS CUENTOS DE ANDRÉS NEUMAN EN CÁLAMO
Andrés Neuman, uno de los escritores más originales y variados de las letras españolas, presenta esta tarde -en compañía de su editor Juan Casamayor y del crítico, periodista y narrador Félix Romeo-, a las 20.30, en Cálamo, su nuevo libro: "Alumbramiento" (Páginas de Espuma), una colección de cuentos, dividida en tres partes o tiempos: la primera, textos más largos, que arranca con "Alumbramiento", el relato de un hombre que está a punto de parir a otro hombre, pero también hay ficciones sobre el bandolero El Tempranillo, y un clima de traición y perfidia que lo envuelve, o sobre alguien que se cree el asesino de John Lennon. La segunda parte se titula "Miniaturas", y son relatos, o microrrelatos (algunos tan perturbadores y sencillos como "Me desperté recién afeitado", texto que el autor titula "Novela de terror"), donde se asoma el asombro, el absurdo, lo poético, donde se inmiscuye lo insólito en lo cotidiano. Mi texto favorito de esta serie quizá sea "El amor", la historia de misteriosa y bella Liliana que fuma y se duerme tras el coito con una parte de su cuerpo intacta. Y la tercera parte, "Lecturas", se centra en autores y en homenajes a los libros: el caso de Borges es espléndido, el de Gombrowicz también, el de Queneau es tan surrealista como el propio Queneau. Y también me gustó mucho, no recuerdo en qué lugar del volumen, una pieza protagonizada por Arístides, un hombre que va desnudo al trabajo por propia dignidad, por rebeldía y contagia ese hábito a sus compañeros e incluso a su jefe.
Andrés Neuman es un cuentista excepcional, que exuda literatura en cualquier página, destreza, imaginación, capacidad de observación, inclinación hacia las paradojas del existir. Un "cuentista" de la estirpe de Poe, Borges, Kafka, Cortázar, Chejov, Quiroga, Rafael Dieste. Y como algunos de ellos, es aficionado a realizar formulaciones teóricas sobre el arte del cuento. Lo había hecho antes, lo vuelve a hacer ahora en dos nuevos textos, que son como aforismos del narrador de cuentos y consejos para el futuro cuentista. El primero decálogo apareció en otro libro y aquí lo amplía y lo enriquece. Recoge estas ideas como éstas:
- Contar un cuento es saber guardar un secreto.
- Aunque hablen en pretérito, los cuentos suceden siempre "ahora". No hay tiempo para más ni falta que hace.
- El excesivo desarrollo de la acción es la anemia del cuento, o su muerte por asfixia.
- En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, la resurrección. En cuanto al título, paradójicamente, si es demasiado brillante se olvida pronto.
- Los personajes no se presentan: actúan.
- La atmósfera puede ser lo más memorable del argumento. La mirada, el personaje principal.
- El lirismo contenido produce magia. El lirismo sin frenos, trucos.
- La voz del narrador tiene tanta importancia que no debe escucharse demasiado.
- Corregir: reducir.
- El talento es el ritmo. Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.
- En el cuento, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.
- Narrar es seducir: jamás satisfagas del todo la curiosidad del lector.
He aquí el "Nuevo Dodecálogo de un cuentista":
- Si no emociona, no cuenta.
- La brevedad no es un fenómeno de escalas. La brevedad requiere sus propias estructuras.
- En la extraña casa del cuento los detalles son los pilares y el asunto principal, el tejado.
- Lo bello ha de ser preciso como lo preciso ha de ser bello. Adjetivos: semillas del cuentista.
- Unidad de efecto no significa que todos los elementos del relato deban converger en el mismo punto. Distraer: organizar la atención.
- Anillo afortunado: a quien escribe cuentos le ocurren cosas, a quien le ocurren cosas escribe cuentos.
- Los personajes aparecen en el cuento como por casualidad, pasan de largo y siguen viviendo.
- Nada más trivial, narrativamente hablando, que un diálogo demasiado trascendente.
- Los buenos argumentos jamás pierden tiempo argumentando.
- Adentrarse en lo exterior. Las descripciones no son desvíos, sino atajos.
- Un cuento sabe cuándo finaliza y se encarga de manifestarlo. Suele terminar antes, mucho antes que la vanidad del narrador.
- Un decálogo no es ejemplar ni necesariamente transferible. Un dodecálogo, muchísimo menos.
7 comentarios
Santiago -
auka -
Laura -
Los espero en http://misescritorespreferidos.blogspot.com, mi blog, para que me hagan conocer a buenos escritores que no estén muy difundidos.
¡Besitos!
Laura
Javier López Clemente -
Así que hoy no he incumplido mi palabra.
Nerea -
Me gustan los consejos para hacer un buen cuento ^^
mitsui -
Chorche -