MARILYN, LA MUJER DIEZ DEL CINE
[Podría pensarse que de Marilyn Monroe (1926--1962) está todo dicho. Contado y recontado. Pero el mito crece a diario, se multiplica, ensancha su pagana divinidad de diosa, esculpida por una inspiración demasiado humana. Para Joshua Logan Marilyn era "puro cine"; para John Huston "era extraordinariamente buena" y Hictchcock la definió como "la estrella genuina de Hollywood". Todo ello y mucho más, sus amores y sus películas y su complicada vida, aparecen en "La enciclopedia de Marilyn Monroe" de Adam Victor (Köneman, 2001), un libro que anda por ahí, rebajado de precio, como una continua tentación.]
Quizá si no hubiese muerto en 1962, Marilyn no hubiese sido el mayor mito sexual del cine. Una vez, convertida ya en objeto de deseo universal, en un armazón de fragilidad con curvas y magnetismo felino, dijo: "Si voy a ser símbolo de algo, prefiero serlo del sexo en lugar de otra cosa". Tal vez si no hubiese desaparecido envuelta en circunstancias macabras --para unos fue objeto de asesinato instigado por los Kennedy, Robert estaba en su casa el día fatal; para otros, un suicidio--, no se habrían escrito varios centenares de libros sobre Marilyn Monroe. Y ahora acaba de publicarse en España quizá el más completo que se conoce, y no nos olvidamos de "Marilyn Monroe. La biografía" de Donald Spoto (Anagrama, 1993) ni de "Marilyn Monroe. Investigación de un asesinato" de Donald. H. Wolfe (Emecé, 1999). Se trata de "La enciclopedia de Marilyn Monroe" de Adam Victor (Köneman), el fruto de más de tres años de intento trabajo de rastreo, búsqueda bibliográfica, conversaciones e indagación periodística.
El resultado es un libro suculento, que ofrece una visión algo más compleja de la actriz de "Con faldas y a lo loco". No es que aporte nada radicalmente nuevo, que se desconociese o que no se sospechase de la actriz. Pero tiene el volumen tantas entradas, tantos matices, tantas declaraciones y, sobre todo, tantos personajes próximos a la mujer 10 del cine que su mundo se percibe mucho más vasto y mucho más rico. Marilyn fue una mujer frágil, sí, insegura, insatisfecha, una buscadora incesante de amistad, de cariño, de éxito, de sosiego interior, y eso --además de entregarse a muchos hombres codiciosos de sus carnes, vampirizados de súbito por su belleza cincelada con buril y una inspiración demasiado humana-- le condujo una y otra a vez a intentarse. Asistía a clases de interpretación y dicción, a clases de canto, y a leer (Rilke, Dostoievski, Tolstoi, Hemingway) con auténtica voracidad hasta el punto de convertirse en "la rubia tonta que más leyó en la historia de Hollywood". Recién casada con el gran Joe Di Maggio, el mejor jugador de béisbol de la historia de los Estados Unidos, se puso a leer a Saint--Exúpery y subrayó la frase: "Lo esencial es invisible a los ojos". Di Maggio comentó: "¿Qué demonios significa esto"?
La Enciclopedia lo abarca todo. Las películas, los directores que la amaron (Elia Kazan especialmente) que la adoraron y que la hicieron grande como Wilder, Hawks, Negulesco, Hathaway o Huston; los fotógrafos que la captaron en su hipnótica hermosura o con esa desnudez que estremeció al mundo ("Nunca conocí a nadie con un don natural como el suyo ante la cámara", dijo Eve Arnold, que la retrató durante "Vidas rebeldes"); los actores que la entendieron, la detestaron, le robaron o le cedieron algún papel (se recuerda la antipatía profunda que se tenían Vivien Leigh y ella); sus numerosos amantes, y entre los posibles (al margen de los conocidos Marlon Brando, Frank Sinatra, Tony Franciosa, Yves Montand, Tony Curtis, los Kennedy o el escritor José Bolaños, para ella "el mejor amante del mundo") figuran nada menos que Orson Welles y el mismísimo Albert Einstein, que colgaba en su suite del Waldorf en dos fotografías. Marilyn llegó a configurar una lista de hombres a los que admiraba y con los que le habría gustado acostarse (figuraban Hemingway, Jean Renoir, Welles y por supuesto Einstein); un estrecho colaborador, no obstante, aseguraba que "el sexo no le interesaba demasiado". También figuran guionistas, masajistas, peluqueros, productores, y los curiosos y mitómanos podrán sorprenderse con sus tablas de gimnasia, que las tenía y las realizaba, o con sus dietas escrupulosas, que a veces rompía con Dom Perignom y aquel alivio artificial que eran los barbitóricos.
Adam Smith no teme centrarse en algunos temas borrascosos como su muerte, su lesbianismo y su permanente desamparo. Respecto a su defunción, sugiere, igual que hacía Donald Spoto, que el perverso Hoover (el jefe de la CIA que perseguía comunistas y homosexuales y se trasvestía en la intimidad con ropas de mujer) podría haberla utilizado en un complót contra los Kennedy. Se cuenta también que Joe Di Maggio intentó sorprenderla en adulterio con su profesor de canto y se la encontró en la cama con otra mujer. Marilyn, que sostenía que su cuerpo "era su amigo mágico", dijo luego: "Cuando empecé a leer libros me encontré con palabras como 'frígida', 'marginada' y 'lesbiana' y me preguntaba si sería las tres cosas. Estaba, además, el siniestro hecho que me encantaba mirar a las mujeres guapas". La soledad incrementaba su necesidad de ternura, de protección, y era capaz de pedirle al invertido Monty Clift o a Adam Cassey, cuyo lecho invadía de noche: "No hagas nada, sólo abrázame".
Las fotos son preciosas, variadas. Sojuzgan.
FICHA:
"La Enciclopedia de Marilyn Monroe" es un libro de Adam Victor, aparecido en la edición española de Köneman, editorial especializada en fotografía. La traducción es de Carlos Chacón, Carmen Gómez y Vicky Santolaria. 342 páginas. Con fotos. Se puede encontrar por 12 euros.
5 comentarios
Enrique -
Magda -
Budokan -
abuineitor -
Tenía una sonrisa maravillosa, posiblemente lo más erótico en ella.
Desde luego en el siglo XXI no tendría sitio, así, tan llena de voluptuosidad y curvaturas. Tan adorable...
Luisa -
Un abrazo.