LOLA DURÁN: DIÁLOGO Y VIAJE ALREDEDOR DEL ARTE*
Sin armar bulla y con una obstinación tan apasionada como discreta, Dolores Durán (Zaragoza, 1965) saca adelante proyectos y exposiciones alrededor del mundo. Artistas como Pablo Picasso, Joaquín Torres García, Pablo Gargallo o Pablo Serrano le han permitido saber que Brasil es un país extraordinario, que hay luces ideales y tamizadas en Viena, que Montevideo es una ciudad preciosa. Con un equipo más bien reducido, Paloma Orúe y Miriam Monterde, aquí, y Valeria Serrano en Madrid, prepara proyectos muy distintos, acaso complementarios, acaso antagónicos, como el “Catálogo razonado de Pablo Serrano”, muestra itinerantes sobre el grupo “El Paso” o cuatro escultores aragoneses (“El volumen apropiado: Gargallo, Ramón Acín, Honorio García Condoy y Pablo Serrano”), que se inauguró ayer en el palacio de Villahrmosa de Ibercaja, en Huesca, y el pasajo día 5 de julio inauguró una gran exposición de Pablo Gargallo en el Kursaal, en la sala Kubo, de San Sebastián con piezas que le cedió Pierrette Gargallo, la hija del escultor de Maella, y coleccionistas y museos de medio mundo, incluido el zaragozano Félix Palacios. Su despacho de Sagasta es un lugar maravilloso: está poblado de libros, de catálogos de arte, y posee la atmósfera y el olor de alguien que rara vez desordena el paraíso.
¿Qué se le había perdido a una licenciada en Historia Medieval en el arte contemporáneo?
Siempre me había gustado el arte. Frecuentaba las exposiciones, y uno de los momentos claves fue, creo que estudiaba COU, cuando vi una exposición del escultor Henry Moore en el palacio de Cristal de Madrid. Me impresionó aquella rotundidad y aquella delicadeza a la vez. Entrabas en la exposición y entrabas en otro mundo, de otras proporciones, de sugerencia. Me pareció conmovedor aquel artista.
O sea que se lo debe casi a todo a un escultor.
A más de uno. Recuerdo muy bien la antológica de Pablo Serrano en la Lonja y disfruté muchísimo. Me gustaron muchísimo sus piezas de las unidades-yunta. Ahí se percibe la intención humanista y el espíritu, las ansias de comunicación, del escultor. Y también frecuentaba el Museo de Pablo Gargallo: me cautivaba que fuese capaz de hacer con simples chapas máscaras y rostros tan hermosos.
De acuerdo, de acuerdo. ¿Cómo dio el paso?
Recibí una beca de creatividad y gestión cultural para estudiar en Alemania y allí permanecí dos semestres. Eso ya fue definitivo. Veía los museos que podía, desde luego, pero no fue la época que vi más arte. Tenía que estudiar muchísimo para estar a la altura de mis compañeros. Yo apenas sabía alemán.
Y de Alemania a Córdoba, ¿no?
Sí, de repente unos amigos me recomendaron para que asumiese la programación de una galería en Córdoba, que iba a tener mucho trabajo en el contexto de la Expo de Sevilla. Programé diez exposiciones, pasó la Expo y nos quedamos sin nada. Sólo llegué a realizar dos muestras: una de artesanía y otra de arte. Entre los proyectos que no llegaron a hacerse entonces estaba una exposición del fotógrafo Lucien Clergue, que se titulaba “Picasso: la mirada y el toro”.
¿Cuánto tiempo estuvo en Córdoba?
Casi un año. Y fue una época estupenda. Me fue muy bien. Córdoba es una ciudad recogida, con buen clima, cargada de historia, en la que da gusto pasear. El mes de mayo es inolvidable: disfrutas de sus patios, de sus cruces, de sus catas, de sus calles. Y además era una ciudad impregnada de música y de poesía, algo menos de arte contemporáneo.
Y en 1994, montó su propia empresa: Producciones Capitel. ¿Por qué eligió ese nombre?
Fue un nombre como cualquier otro. Teníamos un capitel como anagrama y empezamos a rodar. Y las cosas no fueron mal: encontré en las instituciones personas muy receptivas, técnicos a los que les gustaban mis propuestas. Y también fueron receptivos los museos y los coleccionistas, y eso fue determinante.
Una de sus primeras exposiciones fue una antológica de Luis Gordillo y además...
...en el Palacio de Sástago. Me puso en contacto con él, un galerista sevillano, Rafael Ortiz, que había sido su galerista durante años. Yo creo que hicimos una exposición importante, entre otras cosas porque pudimos presentar obras de los años 60 que nos dejó el hijo del galerista Fernando Vijande. La muestra estuvo luego en el palacio Almudí de Murcia y en el palacio de los Condes de Gavia de Granada. Me incliné de inmediato por el arte contemporáneo; cuando hacía algo del siglo XIX, buscaba un comisario, un experto, y yo realizaba las labores de coordinación y producción.
Otro personaje clave en su vida fue Gerardo Rueda.
Me recibió, sin conocerme de nada, y se entusiasmó con el proyecto. Colaboró conmigo estrechamente y se mostró humano, generoso, próximo. Conservo de él un recuerdo imborrable. Fue un proyecto para Ibercaja, pero luego hicimos otro estupendo catálogo con Siruela. Para mí los catálogos son muy importantes: son el instrumento que queda, el documento eterno, y deben ser rigurosos, cuidados. Y si además, al tratarse de artistas, pueden ser un objeto bello, equilibrados en continente y contenido, mejor que mejor. Gerardo Rueda es un artista que me gusta por su obra serena, armoniosa en sus materiales que suelen ser pobres, que adquiere la forma del collage...
¿Y el granadino José Guerrero?
Quizá sea una de las historias más hermosas que me han sucedido nunca. Como su mujer era norteamericana, él se trasladó a Estados Unidos y allí hizo su obra. Conoció el expresionismo abstracto norteamericano, con todo su colorido. En España se hacía una obra de blancos, negros y grises, con gesto violento, y él cuando volvió a España introdujo un expresionismo más colorista y luminoso. Fui a su casa, él ya se había muerto, y me recibió su mujer. Establecimos una gran relación y cuando ella venía a España me pedía que le cuidase a su gato Toyi. Así estuve durante tres meses en dos ocasiones y un mes en otra en su casa de Nueva York.
¡Vaya chollo!
No se lo puede imaginar. José Guerrero y su mujer vivían en el centro de Manhattan, en una casa de cuatro plantas con jardín. Imagínese: allí había cuadros de todos el mundo, de Franz Klain, de Robert Motherwell. José Guerrero utilizaba aquella casa como residencia y estudio.
¿Y qué hacía usted?
Me saqué un bono especial que me permitía ir al Museo Metropolitano de Nueva York y al MOMA a cualquier hora. Me interesaron muchas cosas, incluso las artes decorativas o el arte egipcio. No iba sólo a esos dos espacios, sino a los museos del barrio o al museo de Brooklyn. Luego, la viuda de Guerrero alquilaba de vez en cuando la casa a un director de orquesta y a un coleccionista de arte.
Pablo Serrano tampoco tardó en entrar en su vida.
Entré en contacto con su obra a través del pintor y gestor cultural de Ibercaja José Luis Lasala. Él me puso en contacto con su nuera Susana Spadoni y con su nieta Valeria Serrano, y empezamos a colaborar muy pronto. Uno de los proyectos más bonitos que hice fue una exposición, con pocas piezas pero muy bien seleccionadas, que se presentó en el Museo Torres García de Montevideo. La muestra empezaba en sus toros y concluía en su guitarras. Serrano no había vuelto a Uruguay desde 1955 y era en esa fecha cuando se databan las primeras obras de la muestra. Aquella exposición suponía el retorno de Pablo Serrano al lugar donde se había formado.
Años después, preparó otra itinerante por distintos países latinoamericanos.
Fue con el Ministro de Asuntos Exteriores, y estuvo en Buenos Aires, Bolivia, Rosario de Santa Fe, Brasil. A mí me emociona de Pablo Serrano su preocupación humanista: refleja las preocupaciones del hombre, su afán de comunicación. No lo veo ni como un místico ni como un filósofo: es un hombre preocupado por los hombres. Serrano, uno de los fundadores del grupo “El Paso” con los aragoneses Manuel Viola y Antonio Saura, también participa en una colectiva itinerante sobre el colectivo que hemos preparado para Ibercaja.
¿Cómo va ese ambicioso proyecto del “Catálogo razonado de Pablo Serrano”?
Es un trabajo que firmamos hace un año, en julio de 2006, y que asumen la Fundación Azcona y el Gobierno de Aragón. Estamos trabajando mucho, tanto en Madrid como aquí. Ya existen dos proyectos de referencia como son el catálogo de Manolo Millares y Martín Chirino. El “Catálogo razonado” es un documento básico de consulta para investigadores, galeristas... Recoge todas las obras con todos sus datos: títulos, material, dimensiones, exposiciones, comentarios en torno a ella del artista o de otros autores. Estamos recogiendo información en el extranjero y en España, y en este momento tenemos fichadas ya más de 600 esculturas, pero sospechamos que habrá más de mil. Es un instrumento erudito pero necesario.
Y el jueves cinco de julio, inauguró una exposición de Pablo Gargallo en el Kursaal.
Es una muestra que consta de 87 obras, entre esculturas, dibujos, carteles preparatorios y joyas. Ha sido posible gracias a la gentileza de Pierrette Gargallo, la hija del artista, que nos ha cedido más de 40 obras, y de museos y coleccionistas como el los muesos de Alava, Bilbao, Sitges o de Cataluña, o el zaragozano Félix Palacios, que ha cedido su escultura “El eco”. Tenemos algunas piezas que no se habían visto desde 1930, como una bailarina de 1929. Y tenemos una “Greta Garbo” de una colección suiza. Además, este año se cumple el 55 aniversario del Festival de Cine de San Sebastián y coincide con la muestra. Hemos intentado que el artista esté muy bien representado. Gargallo es el poeta del movimiento, de la ligereza, de la magia del vacío. Aplicó su conocimiento de la orfebrería en sus espléndidas máscaras con materiales muy pobres.
Gargallo también figura en la colectiva “El volumen apropiado”.
Con Ramón Acín, Honorio García Condoy y Pablo Serrano. Son cuatro de los grandes escultores que explican el camino hacia las vanguardias. Y en algún caso son algo más que escultores, como sucede con Ramón Acín. El proyecto ha estado en Logroño, Sevilla, y se presentó ayer en Huesca, en el palacio de Villahermosa, que dirige Julia Lera.
Teniendo en cuenta los desvelos que genera una exposición, ¿disfruta usted del arte?
Por supuesto. Disfruto. Trabajo mucho. Nuestra labor exige mucho esfuerzo, poner en contacto a mucha gente, lograr permisos. Estás en vilo a ver si llegan o no las piezas, o una carta, o si se apaña un seguro, pero al final compruebas que ha merecido la pena. Y ahora, felizmente, el despacho avanza en varias direcciones: exposiciones y proyectos concretos, me gustó mucho una exposición de Arte bruto en el Círculo de Bellas Artes; catalogaciones de colecciones privadas, colaboraciones específicas con empresas, como es el caso de Enate, o el “Catálogo razonado de Pablo Serrano”. Y tenemos más ideas...
¿Por ejemplo?
Preparamos dos exposiciones sobre Joaquín Torres García: uno sobre sus juguetes y otro sobre sus teorías. Él es un personaje decisivo en el arte latinoamericano: estuvo en España, en París, en Nueva York, y regresó a su país con todo ese bagaje para convertirse en una referencia absoluta que deslumbró a los pintores académicos del mundo.
Torres García es como un talismán para usted. Como lo es Picasso. ¿Prepara algo para la Expo-2008?
La verdad es que no. Y tampoco siento la necesidad. Creo que Antonio Latorre lo está haciendo muy bien: es un hombre sensible y amable y con información, y le deseo sinceramente lo mejor. Deseo que todo vaya muy bien, que queden bien las 20 instalaciones, porque eso sí va a ser importante para la ciudad. Lo único que siento es que tanto el Museo Pablo Serrano como el Museo Pablo Gargallo estén cerrados para entonces. Eso sí que es difícil de entender y de asumir.
*Lola Durán acaba de inaugurar dos exposiciones: una, en la sala Kubo del Kursaal de San Sebastián, sobre Pablo Gargallo y la itinerante "El volumen apropiado", en la que participan cuatro escultores: Pablo Gargallo, Ramón Acín, Honorio García Condoy, Pablo Serrano y Ramón Acín. Se exhibe en el palacio de Villahermosa que dirige Julia Lera. (Enla foto, una de las obras de Gargallo en el Kursaal).
3 comentarios
JOSE ANTONIO MELLADO ROMERO -
SOY EMPRESARIO ESPANOL Q VIVE EN PUERTO RICO HACE ANOS...ME ITERESO LA EXPOSICION QUE PRESENTA LOLA ACTUALMENTE...POR FAVOR Q LOLA CONTACTE CONMIGO
francisco alegre puyol -
Soy un amigo del arte aragones, a la vez que coleccionista,me gustaria ponerme en contacto con alguien para dar a conocer toda mi coleccion, donde se que puede ser muy interesante, con obras de mas de 30 autores aragoneses del siglo XIX-XX, creo que merece la pena.
un saludo
Sonia -
Un abrazo.
Sonia.