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Antón Castro

HISTORIAS DE CABALLOS

HISTORIAS DE CABALLOS

Creo que empecé a escribir prosa cuando recordé una de esas escenas  de la rapa das bestas que había visto en distintos lugares de Galicia. Corría el año 1981 y andaba fascinado entonces por el “Libro de los seres imaginarios” de Jorge Luis Borges, publicado antes con el título de “Manual de literatura fantástica”. Allí hallé una cita sobre los caballos del Noroeste atlántico fecundados por el viento marino, y así nació uno de mis cuentos favoritos: “Vida infame de Tristán Fortesende”, que ganó el Premio Pedrón de Ouro en 1983, y pasó a varios libros míos: “Mitologías” (1987), luego “Vida e morte das baleas” (1997) y finalmente a “Golpes de mar” (2006).

Algunos años después, en alianza con Natalio Bayo, publiqué un libro de bibliofilia que se llama “Caballos en la noche”, del que tengo un único ejemplar. Esos relatos pasaron a “Los seres imposibles” (Destino, 1998), donde había otro cuento que amo  mucho: “Margarita Artal a caballo”, que era mi homenaje particular a Procopio Pignatelli y su devoción por las damas y al doctor de cuerpos y almas Ángel Artal, con quien tanto he querido, con quien tanto conversaba. Incluso, sin brillantez  alguna, y sin nada que ver con el gran jinete Víctor Juan Borroy que se ha hecho caballista sobre la piel de Luna, llegué a montar a caballo en la zona de Os Laranxos (Arteixo), en el picadero de mi viejo amigo Baldo Felípez Freire, un gran contador de historias y conocedor de los secretos y las melodías de  los bosques que conducen hacia el mar. Baldo o Waldo, que nunca lo sé bien, llegó a ser guardaespaldas de la condesa de  Fenosa. Nada menos. Ahora parece un buen salvaje, juncal y duro como el peñasco, con la barba y el pelo perlados de  gris. 

Desde años, en esos libros imposibles que sueño y que nunca llegaré a escribir, tal vez, hay uno que me obsesiona: una noche a caballos en dirección al mar donde un grupo de gente cuenta cuentos y el dueño de los caballos narra la historia de cada animal. Sustancialmente, eso es lo que hace Baldo cada vez que montamos en sus animales. Por eso, sigo acumulando bibliografía sobre caballos (y sobre sirenas, y sobre tigres...) Hace un par de días, compré el libro de fotos, cuadros, dibujos y textos, “Caballos y otros equinos” (Evergreen) de Lorraine Harrison. En la contraportada, se lee esto tan bello del Conde de Buffon: “Si el hombre alguna vez hizo una gran conquista, esta fue la de haber conseguido la amistad de un caballo”. 

Y en éstas andaba, sumando papeles y volúmenes a mi biblioteca desorganizada, y en el fondo un poco inútil,  cuando vi que la ilustradora Blanca BK Gimeno también había dibujado estos "Caballos trotando".

3 comentarios

elcomelibros -

Precioso texto, sí, señor. Tan interesante como suele ser este blog. Y muy bonita la ilustración de los caballos. La verdad es que un relato o un poema puede ser aún más grande cuando una buena ilustración le acompaña. Por cierto, nosotros acabamos de iniciar un blog donde pretendemos que convivan ilustración y textos.
Enhorabuena por tu blog y enhorabuena a la misteriosa Sonia por sus poemas.

elcanibalibro -

Precioso texto, sí, señor. Tan interesante como suele ser este blog. Y muy bonita la ilustración de los caballos. La verdad es que un relato o un poema puede ser aún más grande cuando una buena ilustración le acompaña. Por cierto, nosotros acabamos de iniciar un blog donde pretendemos que convivan ilustración y textos.
Enhorabuena por tu blog y enhorabuena a la misteriosa Sonia por sus poemas.

Blanca -

Maravilloso encuentro entre literatura e ilustración. ;)