RÍO ABAJO / EL EBRO Y LOS ÍDOLOS. 2
A Manuel Martín Mormeneo, separado y padre de dos hijos que residen en Olivenza con su madre, le ha vuelto a ocurrir algo insólito. Paco Ortiz Remacha y su equipo de Aragón Radio, por uno de esos azares de la vida (en realidad, el azar es relativo: prepara un libro de fotografías de exjugadores del Real Zaragoza, desde Ángel Vallés o Marcelino hasta Pardeza), lo invitaron a contar sus impresiones, junto a otros comentaristas, de la final España-Alemania. El fotógrafo salió del apuro como pudo: de cuando en cuando tiraba fotos, se volvía hacia las más de diez mil personas que colmaban el anfiteatro y llamaba la atención, con el micrófono que compartió con el joven Alex García, sobre los pequeños detalles de una final: el entusiasmo de la reina, la alegría de Platini, el fervor de Fernando Alonso o la camaradería de los suplentes en vilo. Al volver a casa, ya de madrugada, descargó su cámara Nikon y redactó un email para sus hijos Manuel y Clara. “Hay días imborrables –fue directo al grano-. Imaginaos una noche que amenazaba tormenta, un viento suave, la multitud que gritaba, no sé si esperando el triunfo o a los cantantes de ‘Operación Triunfo’. Imaginaos la escena: a mi derecha el Pabellón Puente, del que tanto os he hablado porque me recuerda a un ofidio y a una rara flor de nata, y al que ya conocéis por mis fotos. Detrás, el Palacio de Congresos y la Torre del Agua, que aún no se había encendido. Era un día especial, era el escenario de los sueños y ahí bien cerca, con su inaudible estrofa de agua, corría el Ebro. El balón empezó a rodar. Creí que se me iban a saltar las lágrimas. La noche fue cayendo, la noche con sus luces y los gritos nos fue envolviendo a todos y a la victoria de España. Poco antes de que sonase el pitido final, una niña agitó su bandera detrás de mí y su sombra se proyectó en la pantalla gigante. Disparé entonces, y atrapé ese gesto, una mancha negra junto a Xavi y Cazorla. Por un momento deseé que esa sombra fuese la de uno de vosotros. Ésta es la foto que os mando. Luego, salí por un lateral y crucé el Pabellón Puente. Me alcé sobre la punta de los pies y busqué el río. ¿Cómo podríamos saber si al Ebro también le gusta el fútbol?”
*Esta foto de la Torre del Agua es de José Antonio Melendo.
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