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Antón Castro

PEPE OTAL: TITIRITERO Y SOÑADOR AMBULANTE

PEPE OTAL: TITIRITERO Y SOÑADOR AMBULANTE

Para Helena Millán, titiritera

Pepe Otal (Albacete, 1946-Cerdeña, 2007) fue un hombre imprescindible en el mundo del teatro. Adolfo Ayuso lo definió así: “El educado, el liberto, el elegante, el amante irredento. El dueño de la cueva de las marionetas”, y además emparentaba su oficio con el de los alquimistas: él, con hilos, con trapos y la voz, transformaba cualquier dependencia en un hontanar de fábulas, en un reino secreto de sueños y de historias. Pepe Otal tenía numerosos vínculos con Aragón: su padre era de Jaca; él nació en Albacete, pero hizo aquí Ingeniería Técnica, y se sintió llamado por el dibujo técnico. Y también por el boxeo: realizó alguna tentativa como aficionado en la categoría de pesos plumas. En un viaje a Alemania, se quedó deslumbrado con los logros de la Bauhaus. Más tarde, hacia 1972, se matriculó en la Escuela de Teatro y tuvo como profesores, entre otros, a Albert Boadella y a Pepe Sanchís Sinisterra, y a alguien aún más determinante para él: el maestro del teatro de hilos Harry V. Tozer. El influjo de él fue tan evidente, que poco después fundó el Grupo Taller de Marionetas con un objetivo: quería recuperar las compañías ambulantes que iban de plaza en plaza, de pueblo en pueblo, para seducir al público con montajes clásicos –Pinocho, El Tenorio, El Apocalipsis de San Juan, Don Giovanni de Mozart, incluso La Divina Comedia, tras cuya representación falleció en Cerdeña- o más transgresores, en la línea del cómic, como Makoki Chow. Con el paso de los años, convertido ya en un personaje fundamental del teatro de títeres en Europa, Otal recuperó sus vínculos con Aragón: a lo largo de los últimos siete años de su vida inició una intensa colaboración con la compañía Títeres de la Tía Helena, de Helena Millán, que también fue su compañera sentimental. El pasado viernes, exactamente un año después de su inesperada despedida, se reabría su taller de Barcelona. Los muñecos despertaron de su largo sueño y ahora se disponen, de nuevo, a recorrer el polvo de los caminos. En algún lugar los esperará el espectro de Pepe Otal fumando en pipa.

*Pepe Otal con uno de sus colaboradores y sus muñecos. Este artículo, con leves variaciones, apareció el domingo en Heraldo.

 

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