PÉREZ ZÚÑIGA Y MÉNDEZ GUÉDEZ: DOS CUENTOS
[Ernesto Pérez Zúñiga y Juan Carlos Méndez, vinculados al blog La Mancha literaria, son dos escritores muy personales. Ambos alternan novela y narrativa con absoluta naturalidad. Se manejan muy bien en el reino de lo breve, como se ve en estas dos piezas que se hallan colgadas en el blog. Siempre me han gustado las cerezas: cuando aparecían en el árbol o en las ferias, indicaban que empezaba la expansión de la primavera, que pronto iban a llegar las primeras novias del verano con esa fruta carnosa, roja, intensa, que parece derramarse en la boca y en las manos como un tinto espeso y oloroso.]
TAXIS BARATOS
Ernesto Pérez Zúñiga
Me subo en un taxi viejo y grande, porque estoy huyendo de ti, y en su interior me encuentro a un enfermo vestido con ropa de hospital, magulladuras de operado, suero en vena. El conductor —moreno, insulso— me explica el nuevo servicio: más barato, ahorra costes tanto a los necesitados de urgencias como a los usuarios que reciben de sus empresas un salario apenas suficiente para acabar el mes.
—En Atenas –le digo sentándome en el asiento trasero, junto al Otro—, también se aprovechan los trayectos, pero no hace falta estar enfermo ni ser más bien pobre.
—Aquí sí —dice el taxista—, si no estás enfermo no vale la pena. No hay quién se beba lo que escapa por el tubo de escape, ¿sabe usted?
Yo no contesto. No tengo nada que decir al respecto. Me resulta todo tan natural que es un insulto a la inteligencia responder con cualquier redundancia.
—¿Dónde va usted? —le pregunto al enfermo.
—Vengo de la Muerte.
—Voy en la misma dirección —informo al taxista.
EL CUENTO QUE LEÍA MI VECINA
Juan Carlos Méndez Guédez
cerezas/ el médico/ la cereza/ mi vecina con aquel cuento sobre las cerezas/ el médico/ quizás no sea demasiado grave, ¿oyó?/ cerezas/ como una pequeña cereza/ y mi vecina leía aquella historia/ una cereza/ la primera del verano/ más o menos así como una cereza/ y sus pechos apretados dentro de la blusa/ esta mancha, ¿ve?/ y la historia en su voz/ una cereza: helada, refrescante, un poco ácida/ y yo imaginando una cereza que caía entre su escote/ aquí en la radiografía/ un punto rojo, brillante que se lanzaba al fondo/ se me cayó la cereza/ habrá que explorar/ su voz cereza se volvía cereza entre sus pechos/ puede que no sea nada/ y la cereza en cámara lenta que se hunde entre los pechos soberbios de mi vecina/ y su voz contando aquella historia/ ¿la ve? justo en esta zona del cerebro/ y yo al salir del médico: como una cereza, como una cereza/ un pequeño grito de mi vecina: la cereza helada que se cuela, que se hunde/ mi rostro que bucea, que viaja hasta el fondo, la punta de la lengua, mi boca que nada, que explora, mis dientes que rescatan esa cereza que intuyo con los labios/ haremos unos exámenes/ pero veinte años atrás: mi vecina/ quizás no sea grave/ ¿quieres que te lea un cuento sobre la primera cereza del verano?/ tal vez sólo sea una mancha/ y yo en medio de sus bellas tetas: cereza, cereza, cereza.
(inédito)
*La foto es de Jaume La Iguana
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