POTOCKI: LA ESPIRAL DE LA LEYENDA
POTOCKI: CAJAS CHINAS DE CINE Y LITERATURA
Diego Moldes cuenta en la historia y las claves de la novela y de la película ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’, que tanto fascinaron a Luis Buñuel
Luis Buñuel sintió una fascinación especial por ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’ del conde Jan Potocki (1761-1815), una extraña y compleja novela compuesta por seis ‘decamerones’ que comprenden 66 jornadas, protagonizadas por el oficial valón Alfonso van Warden en las tierras de Sierra Morena y de Toledo. Buñuel quiso adquirir los derechos del libro, que había editado en Francia Roger Caillois en 1958. En 1965, vio en París la adaptación del polaco de Cracovia, Woijiech Has. Diría en sus memorias: “Me gusta ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’, novela de Potocki y película de Has, película que he visto tres veces, lo cual es excepcional y que encargué a Alatriste comprar para México a cambio de ‘Simón del desierto”. Esa película también impresionó a Martin Scorsese y a Francis Ford Coppola, entre otros.
A Luis Buñuel siempre le habían interesado los relatos de viajeros por España de los siglos XVIII y XIX y el concepto del relato dentro del relato o de cajas chinas. El libro de Potocki compendia ambas cosas, pero además, si pensamos en la simbólica y pictorialista película de Has, “es fácil adivinar la simpatía del cineasta aragonés por el componente ‘surreal’ de algunas secuencias, el entramado onírico y la voluntad escapista, la descripción de la cultura española por medio del itinerario, viaje físico y metafísico, y, sobre todo la estructura laberíntica”, dice Diego Moldes (Pontevedra, 1977) en su apasionante libro ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza. La novela de Jan Potocki adaptada al cine por Wojciech Jerzy Has’ (Calamar Ediciones. Madrid, 2009), que coincide en las librerías con una nueva edición de la novela en Acantilado. Jean Potocki, conde polaco y viajero cosmopolita por Marruecos y España entre otros lugares, habría iniciado la redacción de su obra en 1797; al parecer iba conformando el libro con relatos que le contaba a su segunda esposa, convaleciente en la cama. En 1804, cuando era consejero del zar Alejandro I, habría culminado una primera redacción. Parece que a lo largo de seis años ensanchó y mejoró el texto, y concluyó una edición más ambiciosa en 1810, hallada definitivamente en 2002 por dos investigadores, que es la que publica Acantilado.
La historia del ‘Manuscrito’ es como un cuento fantástico: en 1804-1805 se intentó publicar una versión con trece jornadas en San Petersburgo y en 1809 se publicó una versión alemana en Leipzig, y las dos han desaparecido. En 1813, se editó una versión fragmentada en francés. Y en 1847, tras un arduo trabajo de Edmond Chojecki, apareció en polaco el libro con su título más definitivo: ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’. Habría más ediciones, plagios, resúmenes y aventuras sueltas, y el libro se convertiría en un auténtico mito. Diego Moldes anota: “Se cuenta que en 1917, tras la Revolución de octubre, salió de San Petersburgo una pequeña biblioteca que, a lomos de una mula, cruzó Rusia, rumbo al puerto de Odesa; desde allí, los sacos con libros embarcaron a Marsella y de ahí a la capital gala, para acabar cruzando el Atlántico y terminar en una casa perdida en medio de la Pampa argentina”. Eso es lo que ha contado el librero y anticuario Serge Plantureux, que sería otro de los grandes divulgadores del libro que en España conoció distintas ediciones a partir de 1968 hasta la de ahora; Mauro Armiño publicó una versión muy completa en Valdemar (2002) de mil páginas.
La vinculación con Zaragoza es más bien episódica. Solo aparece al principio, en el prólogo. Aquí, concretamente el 20 de febrero de 1809, un joven soldado francés valón encuentra un manuscrito repleto de historias, protagonizadas por el oficial Alfonso van Worden y por un montón de personajes fascinantes: princesas, magos, brujas, gitanos, bandidos, judíos errantes, etc., que se unen en esta, según Roger Caillois, “obra maestra de la literatura fantástica de todos los tiempos”.
Una bala de plata o de plomo
Si la historia del libro es inverosímil, como una narración de Borges, la vida de Potocki no es lo menos. El libro tiene numerosos referentes, entre ellos ‘Las mil y una noches’, cuyo manuscrito buscó Jan Potocki en sus viajes a Oriente, y también una tradición que unía la literatura gótica con España, como sucedía en ‘El diablo enamorado’ de Cazotte, ‘Cuentos de la Alhambra’ de Irving o ‘Melmoth el errabundo’. Potocki nació y vivió en un castillo de Podolia, se educó en francés en Ginebra, Lausana y París, donde residió muchos años. Le apasionaron, la música, la mística, la filosofía y los viajes, la masonería y el ocultismo. Fue consejero del zar Alejandro I. Volvió a Polonia, y allí, en medio de una encrucijada política y personal, se suicidó: se disparó una bala de plomo de una tetera o una bala de plata, bendecida por un sacerdote. No se sabe con certeza.
LA FICHA
El manuscrito encontrado en Zaragoza. ‘La novela de Jan Potocki adaptada al cine por Wojciech Jerzy Has’. Diego Moldes. Calamar Ediciones. Madrid, 2009. 128 páginas. (En la foto, una secuencia de la película de Has, elogiada por Coppola y Scorsese y Buñuel.)
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