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Antón Castro

RAMÓN ACÍN PEDAGOGO. EVOCACIÓN EN SEPTIEMBRE

RAMÓN ACÍN PEDAGOGO. EVOCACIÓN EN SEPTIEMBRE

[Nos escribe la Fundación Ramón y Katia Acín:

 

 

Dado que estamos en septiembre, y que en todos los ámbitos se inicia el nuevo año escolar, os invitamos a leer unos fragmentos sobre Ramón Acín Pedagogo, incluidos en “La línea sentida”.

Un cordial saludo.

 

www.fundacionacin.org]

 

 

Ramón Acín pedagogo

 

La preocupación de Ramón Acín por renovar el sistema pedagógico vigente ocupó todos sus empeños. Ejerció el magisterio con estricta fidelidad a la actitud que había aprendido de su “amado maestro” –como él mismo definió a Félix Lafuente-. Los testimonios y referencias que constan de su labor docente son unánimes. Acín abrió una academia ubicada en una estancia de su casa, adonde acudían principiantes de la pintura, escolares y aprendices para formarse en dibujo artístico o técnico y, como es de suponer, aprehender del mismo Acín, de su concepción del mundo y de las cosas. Sobran también las manifestaciones de admiración y agradecimiento de quienes pasaron por esa casa, algunos de ellos de forma gratuita.

Consideraba Acín nefasta la educación impartida en las escuelas y colegios de aquellos años. La escuela oscurantista, discriminadora, memorística y cruel en sus injustos correctivos era el polo opuesto de la aspiración por una educación iluminadora, integradora, capaz de imprimir un espíritu cultivado y libre mediante la exposición razonada y cercana al alumno y en la que primara el contacto directo con las materias estudiadas.

Se ha hablado muy poco por ejemplo, de sus relevantes dotes pedagógicas, cuando en realidad, su posición a este respecto se sitúa a la vanguardia de las innovaciones de su época. Habiendo captado muy pronto que en materia de educación la libertad juega un papel decisivo, tuvo el acierto y la valentía de romper viejos moldes dando la palabra a sus alumnos y ofreciéndoles la oportunidad de practicar la participación responsable y la cooperación solidaria. (Félix Carrasquer. “Recordando a un oscense ejemplar”. Catálogo Exposición de Ramón Acín (1888-1936), pgs. 33-39, 1988)

Así traducía nuestro profesor algunos ejemplos de lo que debía ser la renovación pedagógica.

Ramón Acín pedagogo, 1

... El que dijo que al niño con el juguete debía entregársele el martillo para destrozarlo, estaba bien lejos de ser tonto. Un martillo en manos infantiles es algo más noble que un martillo: es reactivo, escalpelo, piedra de toque, balanza. Los padres muchas veces, santa simplicitas, castigan el ansia de saber. Los niños, no saben por qué canta y corre un gallo de carne y plumas y por qué no corre ni canta un gallo de plumas y cartón, mientras no rajan los dos y ven arrastrar al primero el tirabuzón de las tripas y contemplan la panza vacía del segundo. Miguel Servet, sabiondo, buscó en la sangre la vida: un niño, ingenuamente, la adivina en los intestinos. (Ramón Acín. “Juguetes y martillos”. El Diario de Huesca, 6-1-1917)

Repite incansablemente las consignas “alegría, educación, salud y limpieza”, como tablas de la ley de la nueva escuela. No es publicidad gratuita. Hablamos de los años en que ciudadanos puros de los que hablábamos al principio, y en este caso arquitectos, confeccionaban planos para que los obreros pudiesen construirse una vivienda: una toma de luz, una de agua...

En sus colaboraciones para el periódico de la CNT, “Solidaridad Obrera”, tituladas genéricamente “Florecicas”, deja estos pensamientos sobre la enseñanza:

Cuando busquéis un maestro, camaradas, no busquéis un título; buscad un cerebro pleno, buscad un corazón bueno y una voluntad firme.

*

A la máxima de la vieja escuela clerical de la letra con sangre entra, hay que oponer esta otra máxima de nuestra escuela nueva y laica: “no pegarás al niño ni con una flor”.

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Ha dicho un escritor francés que el canto de la libertad no es la Marsellesa; es lo que cantan los niños al salir de la escuela. Hay que sacar la escuela al bosque, al jardín, al huerto. Hay que pegar fuego a esas escuelas pocilgas memoristas y rutinarias de los mapas con sus océanos colgados en la pared y su Cristo difunto. Hay que llevar a la escuela belleza, alegría y salud.

*

Dicen que Aristóteles dijo: “Verdad no existe en la inteligencia que antes no haya pasado por los sentidos”. Por eso, el niño no es humano antes de conocer la naturaleza, ponerle un dios en la cabeza como se le ponen un par de zapatos en los pies. Que conozca la vida; que viva la vida y luego, allá él, escogiendo entre la Santa Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo o la Santísima Trinidad de la eterna materia, la eterna energía y el eterno tiempo.

No creemos pedagógico enseñar al niño una ristra de misterios sin haber aprendido antes una cadena de verdades. (Ramón Acín. “Florecicas (de colaboración)”. Solidaridad Obrera, Barcelona. 20-4-1923)

Ramón Acín, ateo, no prohíbe la comunicación de los humanos con los dioses. Abomina de la esclavización del niño a creencias que no puede juzgar.

Ramón Acín pedagogo, 2

Promueve el deporte-ejercicio frente al deporte-espectáculo. Denuncia la situación de inhumano abandono que padecen las inclusas. Realiza propuestas urbanas como la colocación de empalizadas en los parques para seguridad de los niños, diseña espacios infantiles. Proyecta juegos pedagógicos, pergeña y construye un mueble de dibujo…

Abraza con entusiasmo las novedosas técnicas del francés Célestin Freinet que le transmite, en 1932, su amigo Herminio Almendros y que tan buen resultado van a obtener en las manos de otro colega comprometido con la renovación pedagógica, Simeón Omella, maestro en el municipio oscense de Plasencia del Monte. Acín aplaudirá la implantación de la imprenta en la escuela como motor educativo eficaz y creativo. En 1935 se celebra en Huesca el II Congreso de la Técnica de la Imprenta en la Escuela.

...Porque, ¡oh, paradoja de la civilización! estas máquinas de imprimir que trae esta gente con tanta algazara y que recibimos todos con tanta algarabía, tienen la misma sencillez y son tan por igual ingenuas y calmosas —en estos tiempos de las trafagosas rotativas— como el tórculo de la primera imprenta que el citado impresor Larumbe estableció aneja a nuestra añeja Universidad.

Y en verdad que estos trabajos de niños salidos de estas máquinas como de juguete, tienen un poco la emoción de los incunables.

Y este Freinet, creador y animador de la imprenta escolar, tiene un mucho como de reencarnación del Gutemberg de cinco siglos atrás.

(Freinet es Mahoma en esto de la imprenta escolar, y Almendros, capitán de esta expedición, es su profeta aquí en España.)

...

...las escuelas, esas escuelas con imprentilla a lo Freinet, sin libros de texto, caros y pretenciosos, donde se dibujará en las paredes como antes en las cuevas y se contará con piedrecitas y se intuirá en los deditos el sistema decimal; en esas escuelas, cuando las gentes todas se desplacen en aviones a quinientos por hora, se dará como premio a la aplicación las viejas cometas fabricadas con dos palmos de percalina y cuatro cañas; dos cañas en forma de aspa y dos en forma de cruz.

Porque la civilización es una complejidad al servicio de una simplificación.

Decía Francisco Giner que nunca se había podido explicar cómo siendo los niños tan inteligentes son los hombres tan necios.

Ramón Acín pedagogo, 3

Ante estos maestros congresistas y los métodos de estos maestros, he llegado a concebir alguna esperanza de que algún día la inteligencia de los niños no tenga que perderse por caminos de necedad; día llegará, en que no se juzgue el valer de un niño por h más o menos, por una coma en decimales, a la altura del último tendero en ocho días de práctica o por un pretérito pluscuamperfecto que toda la gente de alto saber ha tenido pronto el buen gusto de olvidar. (Ramón Acín. “Un Congreso y unos congresistas”. El Diario de Huesca, 21-07-1935)

“Porque la civilización es una complejidad al servicio de una simplificación”.

Ese Acín que abogaba por la nueva escuela y censuraba el sistema vigente, optó por una vía educativa para sus dos hijas, Katia y Sol, que debió escandalizar a no pocos y provocar la envidia de otros tantos. La escuela de las dos niñas transcurrió, en los primeros años, en casa de los Acín. Conchita Monrás, mujer culta, deportista, con buenas dotes para el piano, esperantista y madre que compartía los planteamientos de su esposo hasta sus últimas consecuencias, daba clases a las niñas junto a su marido y otros profesores amigos que acudían periódicamente a ese oasis, remedo doméstico de Institución Libre de Enseñanza, cuyos resultados educativos no pudieron resultar más óptimos.

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