MANUEL FOREGA: DE 'NO HAY BESOS COMO TUS LABIOS'
El pasado martes, Manuel Forega presentó un curioso proyecto de amor y poesía: ‘No hay labios como tus besos’. Invitó a un puñado de mujeres a que le diesen un beso y él, a cambio, además de devolverles su beso, les escribía un poema. Aquí está una selección de un conjunto que rebasa la treintena de piezas. Manuel Forega celebra en 2009 los veinte años de Lola editorial, y esta tarde mismo, con David Giménez, Manuel Baile y el poeta Gómez Milián, que hará de presentador y coordinador del encuentro, hablará de su oficio de editor en la FNAC. Esta foto de besos es de Henri Cartier-Bresson.
2. Briseis Luxor
Como el vuelo del ibis sobre la tumba
donde yace el enigma,
un soplo tibio de tu boca
despertó al príncipe.
No te vayas; deja que mis párpados
aún abatidos por la muerte
se fecunden de luz y nieguen
la sombra donde yago
3. Esponja
La dúctil urgencia de la esponja
ha vertido de su perfume
un ápice licuado.
Y he conocido en el instante
los labios del mar.
6. pájaro
Un canto, un aroma,
un pájaro de madrugada
en la rama de olíbano
yace crucificado.
7. En la piedra
Así como la piedra guarda el tiempo,
así como le es dado en cada esquirla
donar el agua que atesora,
así, del mismo modo,
me ha besado la piedra,
con su misma forma,
idénticamente líquida.
12. La ternura
Como la hostia en el paladar del niño,
así permanece todavía
aquel beso de un cuerpo ausente
en mi cuerpo; adherido
a la piel translúcida,
disolviéndose poco a poco,
aún, ahí, de mi mejilla
en la ultradermis.
S/N. Tempus fugit
La mirada parpadeante
que admira por un instante
la belleza;
el primer llanto del neonato
escandalizado de súbito por el mundo;
la fuga del preso irredento;
el coma que precede a la muerte;
tu beso como el imago de la falena.
Todo en tus labios
se lo ha llevado el tiempo.
20. Epístola
Un ave, que es palabra,
se ha posado en el papiro antiguo.
Un trazo, que es un beso,
ha escrito que la edad,
esa única columna
que te sostiene, vuela,
como el verbo,
como lo ya dictado.
21. Sombra
Con la fecundidad del sol,
con la tibia ductilidad
del músculo,
en mi piel has impreso
la sombra
que me precede.
24. Casi
Dejan los casi
la luz de la duda:
casi me caigo,
casi me da...
Hay tantos casi
que casi me besas.
Y en esa sospechada llama
que, de la timidez,
fulge en el pedernal,
he adivinado el fuego,
la lumbre que guardas
para otros labios.
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