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Antón Castro

ABRE EL 'DIARIO DE DILLINGER'

ABRE EL 'DIARIO DE DILLINGER'

Recibo la carta de un amigo:

 

Te escribo porque he abierto un nuevo blog, "Diario de Dillinger", un Diario personal y literario, en el que no revelo mi verdadero nombre.

Este es el contacto: diariodillinger.blogspot.com.

Uno de los artículos con los que ha iniciado su andadura es este sobre Clarice Lispector, cuya obra en España está publicando constantemente el sello Siruela.

 

Leo a Clarice Lispector. Prefiero leer a Clarice Lispector que pasar otra tarde deambulando por las calles de este Madrid idiota. Leo a Clarice Lispector hasta que las palabras de Clarice Lispector se quedan pegadas a mis manos y me manchan de tinta los dedos. Leo los cuentos completos de Clarice Lispector en una edición de Siruela que tengo entre las manos. Porque me gusta tener libros de Siruela entre las manos aunque el contenido sea una mierda. Estos cuentos además no son una mierda, son puro oro en forma de palabras. Estos son los cuentos de Clarice Lispector. Y son, por decirlo en términos literarios, la ostia bendita. Lo de Clarice Lispector cuanto más corto mejor. Eso no quiere decir que no sea buena. Nada de eso. Es brillante. Y lo brillante si dura demasiado se queda sin brillo. Se apaga. Hemingway sin parecerse en nada a Clarice Lispector, (ella no llevaba barba, ella no se voló la cabeza, ella era bastante más guapa con él) también era mejor en las distancias cortas que en los novelones. Uf.


Me he dado cuenta de que en pocas líneas he escrito nueve veces Clarice Lispector y con esta última ya son diez. Recomiendo leer a Clarice Lispector, aunque yo no soy nadie para recomendar, pero recomiendo leer a Clarice Lispector como recomiendo si sales por ahí beber alcohol bueno y no mierda en vasos de plástico para adolescentes. Lo de beber y lo de Clarice no tienen nada que ver, pero como este es mi diario puedo escribir lo que quiera. Eso es lo bueno. Pero mejor continúo con lo de Clarice Lispector. Hay escritores que mientras los lees puedes escuchar su voz, su suavidad o su gravedad. A Clarice yo la escucho contarme las palabras que leo. Imagino sus labios tan bien dibujados dejando escapar las frases que estoy leyendo. Sus labios en mi oreja. El aire caliente de su voz. Sus palabras que me acarician el cuello y me dan descargas eléctricas en la espalda y en los riñones. Habla, Clarice. Hazlo para mí. Habla, Clarice, con tu boca perfecta, para que no escuche más la voz de los idiotas en este Madrid idiota.



Clarice mirándome entre las páginas de sus cuentos.

 

Al escribir "Clarice Lispector" me acuerdo de Clarice, la de “El silencio de los corderos”, que era Jodie Foster, y después me acuerdo de Jodie Foster en “Taxi Driver”, que debía tener catorce años y hacía de una puta, y eso me lleva a Cybill Sheperd en “Taxi Driver”, que parecía un auténtico ángel. Y pienso que me gustaría salir a la calle y ver a un ángel como ese. Pero sigo leyendo a Clarice, porque sé que eso no va a pasar. Sigo leyendo a Clarice Lispector, que no era un ángel ni una puta, era una escritora que a los de Siruela les gusta mucho y a mí todavía más.

 

Miro su fotografía y acaricio, con los dedos, su boca. Esa boca perfecta que está hablando para mí.

 

Hasta escribir su nombre me gusta. Hasta pronunciar su nombre me llena la boca de literatura.

Clarice Lispector.

Clarice Lispector.

Clarice Lispector.

*Elijo esta foto de la jovencísima Clarice, ucraniana de nacimiento. Nació en 1920 y falleció en 1977.

 

3 comentarios

Ana Bande -

desde luego me ha impresionado más su recomendación que los textos de Clarice, con lo que tendré que releer, gracias.

Mariano Anós -

Bravo. Formo parte de los fanáticos de Clarice Lispector. De hecho la llevé al teatro en un montaje con la Escuela Municipal de Teatro con el título "Un soplo de vida". A actores y espectadores les proporcionó en efecto un soplo de vida de alta intensidad. En mi biblioteca hay un amplio rincón para ella.

Dillinger -

Muchas gracias, Antón. Siempre tan atento. Ojalá todo esto sirva para que la gente lea más a la maravillosa Lispector.

No conocía la foto que has elegido para ilustrar el artículo y es preciosa.

Un abrazo de su amigo Dillinger.