UN DIVERTIMENTO DE JOAQUÍN BERGES
Joaquín Berges Ballestin ha sido, probablemente, la revelación del año 2090 en las letras aragonesas con ‘El club de los estrellados’. Publicó esa primera novela, con 45 años, en el sello Tusquets. Joaquín, que reside en Villanueva, también suele redactar una especie de divertimentos o diálogos, que define así: “Estos textos (a los que yo denomino piramientos) son divertimentos de la mente, como los garabatos que se pintarrajean mientras se habla por teléfono. Siempre dos personajes, ningún texto narrativo, situaciones absurdas...”. He aquí uno de ellos, tan navideño.
-Buenos días. Venía a ver al doctor.
-Muy bien. ¿Tenía hora?
-Sí, hace un rato eran las once menos veinte.
-¿Y ahora?
-Ahora no lo sé. Me he dejado el reloj en casa.
-¿Entonces ya no tiene hora?
-Pues no.
-En ese caso el doctor no va a poder atenderlo.
-Pues es una pena porque le traía un paquete de El Corte Inglés.
-¿Qué forma tiene?
-Aquí está. Juzgue usted misma.
-Parece una guitarra.
-O un jamón.
-¿Puedo cogerlo?
-Adelante
-No es una guitarra.
-¿Cómo lo sabe?
-Porque no tiene agujero en la caja.
-Muy perspicaz. Además huele a jamón que mata.
-Yo jamás me he fiado del olfato.
-Yo tampoco, pero ¿qué otra cosa puede ser?
-Pues no sé… una mandolina, un violín…
-O una paletilla. Lo digo por el olor a jamón.
-Y dale con el olor.
-¿Quiere que lo abramos?
-No podemos hacer eso. Va dirigido al doctor Ruiz Figueroa. Y ni usted ni yo somos doctores.
-Bueno, no se crea, yo soy doctor en geografía política.
-¿No me diga?
-Así es.
-¿Y qué hace repartiendo mandolinas?
-La geografía política está muy mal.
-Ya lo sé. Fíjese en Israel y los territorios ocupados.
-Sí, o el conflicto de Cachemira.
-También.
-En fin, se me está haciendo tarde. Tengo que irme.
-Qué lástima. Ahora que empezábamos a entendernos.
-Ya, pero es que deben de ser más de las doce.
-Veo que vuelve a tener hora.
-Eso parece.
-Entonces pase a la sala de espera un momento. El doctor saldrá enseguida.
-Dígale que traiga algo para saborear el regalo.
-Sí, pero qué le digo: ¿el arco de un violín o la púa de una mandolina?
-Un cuchillo jamonero bastará.
*La fotografía es de Joseph di Sipio.
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Luis Rabanaque -