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Antón Castro

TOMEO HABLA DE 'LOS ENEMIGOS'

JAVIER TOMEO (Huesca, 1932). El sello Alpha Decay le publica una de sus novelas más inquietantes: la historia de un amantísimo padre y su hijo demediado, acosados por las sectas

 

“De tanto buscar la belleza

uno acaba por destruirla”

 

“¿Qué habría sido de algunos escritores

si no hubiera existido la Guerra Civil?”

 

Javier Tomeo publica en Alpha Decay una novela de sectas y encierros, ‘Los enemigos’, y es traducido en Alemania y Francia

 

¿Cómo surgió la novela ‘Los enemigos’?

Nació a finales del franquismo, en un momento en el que se vivía la presencia de fuerzas secretas, oscuras y misteriosas que parecían cernirse como una amenaza. España estaba cambiando y se temía ese cambio; el sistema ponía en marcha sus mecanismos de represión

Y se le ocurrió escribir la historia de una persecución…

Más que la historia de una persecución, es la historia de un complejo de persecución.

… que padece un personaje de Cuernavaca, México.

No recuerdo exactamente porque quise que fuera mexicano. En las primeras páginas se presenta el personaje: “Sepan ustedes que me llamo Leonardo Zambrana y Gómez de la Costilla, que soy natural de Cuernavaca, en el lejano y luminoso México, y que tengo un hijo que se llama Manuelito”.

También añade de inmediato que él y su hijo viven acosados “por un vasto sistema de espionaje permanente”.

Sí. Afuera, presiente el padre, están los congregacionistas, una secta política y demoníaca que es capaz de matar. El padre empieza a ver fantasmas por todas partes y dice que los congregacionistas quieren asesinarle.

En realidad lo que buscan es al niño, ¿no?

Sí, porque él piensa que jamás existe o existirá un niño tan inteligente como Manuelito, porque jamás ha existido otro más culto y porque jamás ha existido otro más bello.

Esos atributos los reitera una y otra vez. Dice que incluso lee impresionantes libros alemanes…

Sí, pero son falsos. El niño es más bien amorfo, tiene una minusvalía física importante y quien lee los libros alemanes el padre. En su delirio se los atribuye a él. De algún modo, el tema de la novela es el estado de la salud mental del protagonista, abordado con un lenguaje de estilo decimonónico, retórico, un tanto enfático. La acción sucede en el siglo XIX.

¿Por qué eligió París?

Conozco esa ciudad. He leído mucho sobre ella y por entonces, cuando escribí el libro, estaba leyendo al médico Tardieu. De alguna manera este es un libro sobre la paranoia, la enfermedad mental, el conocimiento de la realidad y el miedo. A mí me sucede siempre una cosa: yo no sé por dónde va a ir las historias. Los personajes deciden los caminos, se mueven en cortocicuito.

¿En cortocircuito?

Sí. Yo soy el responsable de mis ficciones, pero hay un momento en que los personajes operan como en cortocircuito: yo les pongo un espacio, una época y ellos van y vienen a su capricho. Tardieu escribía sobre un libro de casos psiquiátricos: uno de ellos era el del hombre que limpiaba las escamas de las alas de mariposa con gasolina o alcohol. Buscaba la belleza máxima. Algo que también le sucede a mi personaje: de tanto buscar la belleza uno acaba por destruirla. Este es un libro también sobre la autodestrucción y el secuestro de la belleza.

Féliz Romeo habla en el prólogo de una “escritura profundamente libre”. Ha utilizado un procedimiento muy curioso: la carta-diario, dirigida en este caso al comisario Duhamel. ¿Por qué?

Para que fuese más fácil de leer y por el valor de esa confesión directa para el comisario en el caso de que pasase algo. ‘Los enemigos’ es una novela interactiva como todas las mías. Al final es el lector quién decide sobre la salud mental de mis criaturas.

Otro tema esencial del libro es el del encierro, el de los encerrados. ¿Había leído a Kafka, había visto a Luis Buñuel, por ejemplo ‘El ángel exterminador’?

A Kafka, tras decir tantas veces que me parecía a él, ya lo había leído. Sí. Y de Buñuel creo que había visto ‘Nazarín’.  El encierro y la incomunicación son dos de mis temas recurrentes.

¿Qué eco tuvo el libro?

Recibió buenas críticas, pero yo he sido y sigo siendo un escritor minoritario. Un escritor de parábolas al margen del neorrealismo, de la novela social, de la Guerra Civil. A veces me preguntó qué habría pasado en este país sin la Guerra Civil. ¿De qué habrían escrito muchos escritores? Antes escribían de ella los que la habían vivido, ahora los hijos y los nietos.

Por cierto, ‘Los enemigos’ se presenta en el jueves en Barcelona.

Sí, en el Museo de Cera, en la sala de los Monstruos. Dentro de un año o algo más aparecerá mi nueva novela, que se titula ‘Constructores de monstruos’.

Monstruos también podrían serlo los personajes de ‘Los amantes de silicona’, que acaba de aparecer en Alemania.

En Alemania me quieren mucho. Y también en Francia. El ‘Frankfurter Allemaigne’ le ha dedicado una página completa y ha calificado el libro como “una obra maestra”. No está mal, aunque quizá sea un poco exagerado. Ja, ja, ja. Y muy pronto aparecerán dos nuevas traducciones: de esa misma novela y de ‘El crimen del cine Oriente’, en el sello Jose Corti. Hace poco falleció mi editor francés Christian Bourgois y ahora me ha contratado este fino editor.

Por cierto, 2010 es el año del centenario de un gran amigo suyo: el zaragozano Juan Ramón Masoliver. ¿Cómo lo recuerda?

Con un inmenso cariño. Fue muy amable conmigo siempre. Cariñoso. Me recibía en su casa y hablábamos de todo: de política, de fútbol, del Real Zaragoza, de televisión, de temas sociales, de Aragón. Rara vez de literatura. Tenía una magnífica biblioteca y había sido secretario de Ezra Pound. Es un zaragozano inolvidable.

 

[Los enemigos. Javier Tomeo. Prólogo de Félix Romeo. Alpha Decay. Barcelona, 2010. 174 páginas. Presentación en el Museo de Cera. Sala de los monstruos. Jueves, 28, a las 20.00 horas. Barcelona. Lo acompañarán sus editores Ana S. Pareja y Enric Cucurella.]

 

 

1 comentario

fer -

En aragon, los que conocemos tus novelas,te queremos y estamos encantados de volver a saber de ti.
gracias monstruo.