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Antón Castro

DIARIO DEL MUNDIAL 2010 / 6

[A Francia no le ha servido de nada la mano de Henry ni la tozudez de Domenech. Salvo un milagro laico de último hora, los franceses regresarán a casa humillados y ofendidos]

 

El enemigo en casa o el arte del caos

 

Todo el mundo estaba contra Domenech: jugadores, aficionados, directivos, pero debía de haber alguien con mucho poder que confiaba ciegamente en él. A Domenech, y sobre todo a Francia, solo puede salvarlos un milagro. Los franceses, que siempre han sido grandes competidores, accedieron al Mundial por la puerta falsa: con un vergonzoso gol con la mano de Thierry Henry, el jugador que se vino abajo casi en un suspiro, a pesar de los esfuerzos de Pep Guardiola para darle ánimos y devolverle la confianza y la ambición. Además, por si faltara algo, pocos días antes del inicio del campeonato se reveló la doble vida del polémico Frank Ribéry y su peligrosa pasión por las prostitutas jóvenes. Metido también en ese embrollo, Domenech descartó para Sudáfrica a Benzema, que le habría venido de perlas, y a uno de los jugadores del año en Inglaterra: Nasri, el interior del Arsenal, llamado a ser el sustituto de Pires y, por qué no, de Zidane.

Es cierto, que Francia tampoco enamoró en el Mundial-2006 y llegó a la final, y que estuvo en un tris de ganarla. En una mirada rápida a la tradición, los franceses han tenido grandes selecciones: en 1958, con la revelación del goleador Just Fontaine, que logró trece dianas y aupó a su equipo a la tercera plaza; deslumbraron en España-1982, donde realizaron un juego excepcional, armado por cuatro centrocampistas irrepetibles: Genghini, Giresse, Tigana y Platini; y desde entonces, Francia, con algún que otro bache, siempre se ha ido enganchando a buenos futbolistas, llámense Papin, Deschamps, Zidane, Henry, Pires, Desailly o, ahora, Ribéry. En un lapso de ocho años, Francia fue campeona del mundo (1998), campeona de Europa (2000) y subcampeona mundial (2006).

Pero a Sudáfrica llegó desconcertada, sin sistema, sin bloque, sin un líder en el campo (no lo podía ser Evra, no lo ha sido Ribéry), con un entrenador hosco y tosco que no sabía si debía jugar Malouda, que hizo una gran temporada, Gouvou, Gourcuff, Anelka. Francia, en los dos partidos que le hemos visto, ha sido una escuadra desparramada, sin ideas, con los jugadores faltos de forma o fuera de sitio, a pesar del abrumador prestigio de los nombres. En ese conjunto todo parece estar dirigido por el enemigo, por un caprichoso seleccionador que no sabe qué quiere, qué tiene y cómo organizar su propio caos. Cuando se pierde no hay entrenador bueno, pero hay algunos que ni perder saben.

 

*En las fotos, Thierry Henry, Zinedine Zidane y Malouda.

1 comentario

Elías Moro -

Antón: apenas estoy viendo un partido que otro de este mundial, pero qué importa; luego vengo a este "diario" y me entero de todo.
Por cierto, con una prosa mucho más limpia y decorosa que la de los tediosos comentaristas deportivos, que no paran de cometer "faltas -e incluso penaltis que conllevan expulsión- en contra del idioma.

Un abrazo.