HA MUERTO JOSÉ ALCRUDO
Ha fallecido el librero, editor y dinamizador cultural José Alcrudo Quintana (Zaragoza, 1918-2010), que fundó la librería Pórtico en un kiosco del Paseo de la Independencia en 1945, impulsó el grupo Pórtico y extendió su red de librerías hacia la calle Costa, la calle Doctor Cerrada y luego la plaza de San Francisco, donde contó con un gran equipo de libreros, entre ellos sus hijos Mari Carmen y José Miguel, Javier Delgado y Luis Ballabriga, y otros muchos. Ese espacio se convirtió en una librería fundamental, de referencia, de eco nacional e internacional. Pepe Alcrudo, un gran conversador, de finísima ironía y un gran amigo (nos visitó hace algunos años, con su mujer Carmen Sánchez, en La Iglesuela del Cid) también fue un importante editor de libros de divulgación, de bolsillo, de bibliofilia y de libros ilustrados, de los que se sentía especialmente feliz. Por ejemplo, con ‘Aragón. Literatura y ser histórico’, Manuel Alvar ganó el Premio Nacional de Ensayo.
Había sido un moderno de la ciudad. Trabajó en el balneario de Panticosa, en el Gran Hotel, estuvo en la República Dominicana, y realizó en Zaragoza, con su gran pasión por los libros y por las artes plásticas, una labor excepcional, que fue reconocida con diversos galardones: el premio Isabel de Portugal de 1986, el de hijo adoptivo de Zaragoza o el premio a la trayectoria profesional de las Letras Aragonesas.
La última vez que lo vi fue hace algo más de un mes en la librería Cálamo. Mejor dicho, en el bar contiguo: estaba como siempre, feliz, jovial, irónico y dispuesto a tomarse una cerveza. O a iniciar una charleta. Lo que me le gustaba, además de los libros (siempre te regalaba alguno especial, difícil de conseguir, raro, de singular belleza), era conversar. Hablar de política, de libros, de escritores, de tiempos pasados, de aquellos días felices en que se veía con el fotógrafo Antonio, con el doctor Julián Vizcaíno, con quien tanto quería, o que recorría la ciudad a lomos de una moto impresionante.
Una de las entrevistas más impresionantes que hice en mi vida fue la que le hice a él: me contó la historia de su padre y de su tío Augusto Moisés Alcrudo, cómo los fusilaron el 30 de septiembre de 1936, y cómo su padre le dio una carta, unos minutos antes de la ejecución, para un amigo que les debía 125 pesetas. De joven, vio al espía Philby, al duque de Winsor y al mariscal Petain en el Gran Hotel. Su vida había sido novelesca. Una inagotable fuente de experiencias y de aventuras.
*La foto que cuelgo aquí es de Esther Casas, fotógrafa de Heraldo de Aragón.
3 comentarios
Ana M. Alcrudo -
Ana -
Gracias por esta emotiva entrada.
Ana. M. Alcrudo
janpuerta -
Tus tres últimas entradas son soberbias.
Como me ha gustado esa descripción que haces de José Alcrudo cuando lo defines como dinamizador cultural. Una gran perdida.
Un abrazo