B. TOBÍAS: REPENSAR CANFRANC
[El arquitecto Basilio Tobías me envía este texto que nace de un encuentro de arquitectos y alumnos en Canfranc. La primera foto es de Ricardo Compairé; la segunda la tomo de eloscense.com, en la red.]
REPENSAR CANFRANC
Sobre el Taller de rehabilitación,
regeneración urbana y paisaje
Por Basilio TOBÍAS. Arquitecto
Durante la primera semana de julio se ha desarrollado el curso “Repensar Canfranc” organizado por la Unidad Departamental de Arquitectura de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza, dirigido por Javier Monclús y coordinado por Bellinda López Mesa, constituyendo una de esas ocasiones que justifican plenamente la implicación de las Escuelas de Arquitectura con el territorio que las acoge.
El curso ha contado con el apoyo decidido del Ayuntamiento de Canfranc y de su Alcalde, Fernando Sánchez, y el patrocinio de la Institución Fernando el Católico. Las sesiones teóricas y las mesas redondas tuvieron lugar en la Sede del Laboratorio Subterráneo de Canfranc y en las mismas han participado, con un planteamiento interdisciplinar, profesores de distintas Universidades y Escuelas de Arquitectura, como Albert Cuchí, Carlos Labarta, Fernando Ramos, José Antonio Turégano, Andrés Fernández-Ges, Julio Tejedor, Antonio Valero, Belinda López Mesa, Javier Monclús, Iñaki Ábalos, Renata Sentkiewicz, Carmen Díez y Ricardo Lampreave.
En su vertiente de Taller –en el que los alumnos participantes han contado con el apoyo, además de los ponentes, de los profesores de la EINA Pablo de la Cal, Luis Franco, Basilio Tobías e Ignacio Zabalza– el curso se ha ocupado del análisis y las propuestas de reutilización de la plataforma ferroviaria de Canfranc, sin olvidar su profunda implicación territorial en el Valle del Aragón y la posible reanudación de la conexión con el sur de Francia.
Toda la historia de Canfranc-Estación, que arranca en las décadas previas a la inauguración de la Estación Internacional en 1928 – magníficamente recogida en el libro “Canfranc: el mito”, con artículos, entre otros, de Santiago Parra, Jean Brenot, Bernard Barrère, Alberto Sabio y José Manuel Pérez Latorre– y que supuso la construcción del túnel, de la plataforma ferroviaria, de los diferentes edificios que en ella se levantan y del paisaje artificial que, mediante plantaciones o sistemas de canalización y contención de aludes, tenía por objeto la defensa de la plataforma.
Hoy todo esto se nos muestra como un palimpsesto en el que se superponen la dignidad ruinosa de las edificaciones –con la cubierta y estructura restauradas de la Estación– y la progresiva ocupación de la plataforma por la naturaleza circundante, constituyendo un conjunto de una belleza crepuscular cuyo uso público debería ser activado.
Las reflexiones de estos días –que serán objeto de una publicación que recoja asimismo las propuestas elaboradas– se han centrado tanto en los usos como en el soporte físico de los mismos, por entender que los usos deseables para la plataforma están inextricablemente unidos con la condición ferroviaria de la misma, y con los valores arquitectónicos de los edificios –no sólo de la Estación Internacional, sino de buena parte de las naves y galpones existentes– conformando, junto al paisaje creado desde principios del siglo XX, un ejemplo destacado de los paisajes culturales a los que Javier Monclús se refería en una de las intervenciones.
Frente a la alteración significativa del conjunto –como consecuencia de las nuevas edificaciones residenciales y equipamientos– que recogían las propuestas del concurso convocado en 2001, y ganado por el equipo MBM, las ideas formalizadas en estos días de trabajo conjunto en Canfranc han coincidido, en líneas generales –y no sólo por cuestiones coyunturales–, en la reutilización de los edificios existentes, con criterios constructivos ajustados en sus costes y su mantenimiento –planteándose fuentes de energía como la biomasa– que preserven o resalten los valores arquitectónicos y ambientales de los mismos.
Las dimensiones y características estructurales de los diferentes edificios permiten entenderlos como contenedores fácilmente compartimentables que pudieran alojar usos hoteleros, residencias colectivas, usos culturales y formativos –sean estos universitarios, de investigación, deportivos o artesanales– o usos productivos y comerciales.
Junto a ello –y atendiendo a su nueva condición de espacio público– se ha planteado fomentar la conexión de la plataforma con el conjunto de Canfranc-Estación, recuperando, con las condiciones adecuadas de accesibilidad e iluminación natural, el acceso subterráneo a través de la pasarela a media cota sobre el Aragón, la construcción de nuevas pasarelas peatonales o el tratamiento paisajístico de su extremo sur que permitiera una relación más estrecha con el río.
Potenciar el transporte ferroviario ha sido otra constante entre las propuestas. Y esto no sólo a través de la reapertura de la conexión con Francia y de la mejora de las condiciones de la vía que permita un uso razonable de la media distancia Zaragoza-Canfranc-Pau, sino también fomentando el uso de cercanías a lo largo del Valle del Aragón, con frecuencias adecuadas y aparcamientos en las poblaciones que hicieran atractivo el uso del ferrocarril como medio de acceso a las estaciones de esquí frente al automóvil. Este último aspecto supondría tal vez revisar los estudios del funicular como medio de conexión entre la Estación y las pistas de esquí, sopesando cuidadosamente el impacto ambiental del mismo.
La recuperación de los amplios espacios abiertos para uso y disfrute de la población debería ir acompañada de un equilibrado tratamiento paisajístico, atento a la continuidad con el espléndido paisaje creado a principios del siglo pasado y a la sugerente traza ferroviaria definida por los haces de vías y las construcciones y maquinaria auxiliar existentes. La rehabilitación de la singular construcción semi-circular, como edificio de uso cultural o ligado a exposición ferroviaria, ha aparecido en la mayoría de las propuestas.
Por último habría que señalar que la modificación del trazado ferroviario actual, desplazando el tráfico, tanto de pasajeros como de mercancías, hacia el este, es la llave para poder acometer un proceso de reutilización, pautado y escalonado en el tiempo, de los espacios y edificios que nos han sido legados.
Basilio Tobías
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Marcos Callau -