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Antón Castro

PEPE MELERO EVOCA A MARIANO ARREGUI

Hace un par de días, Heraldo de Aragón publicaba un amplio reportaje sobre la muerte del jotero Mariano Arregui. El corpus central del artículo, muy emotivo, lo firmaba Ana Usieto, coordinadora de ‘Muévete’, el suplemento de ocio y tendencias que sale los viernes. Había una copla de Miguel Ángel Yusta y un texto, valorativo y erudito, de la persona que probablemente más sepa de jota en Aragón: José Luis Melero Rivas. Pepe está de vacaciones en Salou con su familia, mañana parte hacia Francia para ver el país y la tumba de Antonio Machado en Collioure y la de Paul Valery en Sete. Antes me ha mandado el texto. Aquí está.

 

 

En la muerte de Mariano Arregui

 

Por José Luis MELERO RIVAS

Hoy los millares de aragoneses de toda condición que amamos la jota nos sentimos más solos y desvalidos. Ha muerto el gran Mariano Arregui Canela, el cantador de Ricla, el hombre que entregó lo mejor de su vida para preservar, difundir y enaltecer la jota aragonesa. Fue Mariano Arregui uno de los más extraordinarios cantadores y artistas que eligieron la jota como modo y vehículo para expresarse. No podía ser de otra manera en quien sentía a Aragón tan adentro.

Arregui fue cinco veces Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Jota. Sólo él, Vicente Olivares y Nacho del Río han logrado ganar en cinco ocasiones el más prestigioso Certamen de Jota del mundo, el campeonato del mundo de jota aragonesa. Formó con ellos, en estos últimos cuarenta años, el gran triunvirato de generales que ha comandado el canto de la jota. Con José Oto fallecido, con Jesús Gracia, el inolvidable maestro de los tres, retirado de los concursos, y con un José Iranzo que apenas se saltaba su costumbre de no acudir al Teatro Principal en octubre para luchar por ese Premio Extraordinario, Mariano Arregui decidió tomar el testigo de todos ellos y los aficionados comprendimos en seguida que él iba a ser el más grande durante años, el hombre que se echara al hombro el sagrado legado de la jota y mantuviera vivas, vibrantes y relucientes las viejas tonadas que cantaron nuestros abuelos, los estilos tradicionales que inmortalizaron Miguel Asso, Juanito Pardo o Cecilio Navarro.

Mariano Arregui fue un cantador valiente como pocos, de esos que arriesgan la vida en el escenario. Siempre se atrevió con los estilos más bravíos, con los más comprometidos, con esos que pueden dejarte en evidencia si no los cantas con la pasión y el arrojo que se ponen en las cosas de verdad importantes. Cantó como sólo pueden hacerlo unos pocos elegidos las femateras, los estilos de la fiera y de la fiera antigua, el “de la del albañil” o el Baldomero, y fue un rondador excepcional.

En 1974 José Iranzo, “El Pastor de Andorra”, acudió a competir al Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Jota. De no ocurrir una desgracia, todos sabíamos que un mito viviente de la jota como él iba a ganar el concurso. Así fue, en efecto, e Iranzo logró con todo merecimiento su único Premio Extraordinario. Aquel día de fiestas del Pilar su rival directo fue Mariano Arregui, que de no tener en frente a una figura estratosférica como la de Iranzo hubiera ganado otro Extraordinario más. Cuando le tocó rondar, Arregui sacó pecho, introdujo sus pulgares en la faja, miró al público desafiante y comenzó a entonar “En la burra mando yo”, una de las cantas que más le gustaban. Pocas veces se habrá oído en el Principal una rondadera con tanta emoción. Era mi primer Certamen. Nunca lo he olvidado. Iranzo y Arregui me ganaron para la jota y siempre estaré en deuda con ellos. Ahora Mariano nos ha dejado, pero todos debemos comprometernos a no olvidar que gracias a hombres como él Aragón sigue siendo un territorio vivo, que cuida de su folclore y sus tradiciones y que quiere legar a sus hijos más jóvenes la herencia que recibió de sus mayores. Y la jota es una parte sustancial de ese legado.

  

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