EL JOTERO APASIONADO
Miguel Ángel Berna ha crecido con la jota y la ha defendido del derecho y del revés en casi todos sus espectáculos, hasta el punto de que Berna y jota han sido términos inseparables. Berna lleva mucho tiempo escribiéndose con jota, y en su travesía de bailarín ha asimilado que la jota arrastra muchas adherencias, una rica y compleja afinidad con otros sonidos. La jota, de origen siempre tan debatido, ha caminado con la música popular, nace de ella y se expande hacia la música culta en Liszt o Glinka, por poner dos ejemplos; camina con los influjos mudéjares y árabes, con el flamenco e incluso con la música céltica, a la que tampoco es ajena Aragón en absoluto.
Con esa convicción y con esa reivindicación, Miguel Ángel Berna ha preparado un nuevo montaje que quiere ser autorretrato, o quizá un retrato de grupo y de pequeño país con bailarín, un montaje que hilvana una confesión y una declaración de principios, como se percibe en las dos primeras piezas: ‘Nostalgia’, que es una mirada a los orígenes, al niño que despierta a la jota en un palacio en ruinas, y ‘Buscando la luz’, un diálogo con su ‘alter ego’, esa marioneta que evoca los trabajos y los días del artista. Hecha esa presentación, donde Berna acentúa su imagen doliente o dramática, de mártir y profeta de la jota a la vez, estalla la función con todo lo que tiene: la música en directo, los cantantes, el cuerpo de baile. Berna propone un viaje a la emoción, a la raíz, a la memoria, a la piel estremecida, y lo hace como le gusta hacerlo, sin trampa ni cartón, con entrega, con sinceridad, con ardor.
Berna es un bailarín apasionado que se dosifica: reparte juego y eso le da profundidad, brillo y variedad al conjunto. Suenan jotas espléndidas, se perciben los ecos flamencos en el ‘Fandango de Mora de Rubielos’, María José Hernández ensalza el mudéjar en uno de sus cálidos temas, Miguel Ángel Fraile borda la ‘Jota de las nieves’, de aroma céltico, el trabajo de Nobleza Baturra es estupendo, e incluimos aquí a los cantadores Lorena Palacios, Mª Carmen Salinas, José Luis Urbén y Roberto Ciria. Los intérpretes realizan una sólida actuación, Joaquín Pardinilla y Alberto Artigas han acertado tanto en la música original, con esa inclinación hacia el impacto de las percusiones, como en los arreglos de música popular. Y Berna se exhibe, se gusta, se desmelena, busca la apoteosis, especialmente en las tres últimas piezas, y la encuentra. La encontró el día del estreno con todas las de la ley. Si alguna vez se ha sentido ‘el malquerido’, bien se ve, mañico, que no había motivo. El Principal se vació de aplausos y vítores durante diez minutos.
Berna se escribe con jota. Dirección musical: Alberto Artigas y Joaquín Pardinilla. Con Nobleza Baturra y María José Hernández, entre otros. Coreografía, baile y dirección: Miguel Ángel Berna. Teatro Principal hasta el 19 de diciembre.
1 comentario
Mayusta -
Él y Carmen París son la "savia nueva". Berna nos presentó un gran espectáculo, con esa "pasión" imprescindible y que tan bien defines, Antón. Enhorabuena.