MARIANO ANÓS PREPARA 'RETRATA' CON MÚSICA DE JOSÉ LUIS ROMEO
“¿Qué será RETRATO? ¿Un nuevo espectáculo? ¿Una exposición? ¿Un concierto? ¿Un proyecto social? ¿Un proyecto pedagógico? ¿Una performance?”
De momento, solo una foto y una estrofa de Pedro Salinas:
‘Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!’"
Esta es la pregunta que se hace el actor, dramaturgo y pintor Mariano Anós a propósito del nuevo espectáculo que está preparando con José Luis Romeo. Lo que pasa, los avances, las zozobras, la pasión, el trabajo en marcha puede adivinarse a través del blog:
http://www.retratoespectaculo.blogspot.com/
De ahí tomo esta reflexión de Mariano Anós, quien además me envía algunos poetas que integrarán el espectáculo.
LA PALABRA, LA MÚSICA Y LA VIDA
Por Mariano ANÓS
Tal vez los malos tiempos sean buenos para la lírica. En medio de la crisis que nos han fabricado los piratas de las finanzas, en medio del creciente pantano de impotencia ante poderes opacos, es posible al menos defender la dignidad humana con la palabra, con la música, con la vida. Plantar un precario campamento de poesía, una mínima dosis de verdad que nos proteja de la palabrería hueca con que nos bombardean los gigantescos aparatos de propaganda del poder.
Orgullosos de los humildes medios del teatro, proponemos un viaje por la poesía. Poesía en castellano que abarca desde el siglo XVII hasta el XX. El hilo conductor no se atiene a clasificación académica alguna, salta a través de épocas, países, escuelas o recursos formales, con una lógica interna que le es propia. Partiendo de una selección mucho más amplia, ha ido quedando un conjunto de poemas que, por afinidad o por contraste, han encontrado un lugar en la dramaturgia del espectáculo. Unos muy conocidos, otros menos. Todos excelentes.
La relación de la palabra con la música no es fácil. Una ya larga trayectoria de trabajo para el teatro con José Luis Romeo permite un entendimiento fluido, una complicidad fértil. La palabra, la música y la interpretación establecen una relación basada en el respeto mutuo, en la confianza, en el acatamiento de buen grado a los objetivos de la comunicación.
¿De qué se trata? Del tiempo, de la muerte, del amor, de la libertad: de la vida, en fin, cuando ocurre que se nos revela, de pronto, en un fulgor apenas, en su afán interminable de encontrar algún sentido a la existencia. Poesía. Actualísima siempre, por sustraerse justamente al tiempo impostor de los relojes y de los calendarios. Frágil, al borde siempre del silencio, fugaz, menesterosa, necesaria.
Mariano Anós
antonio machado
retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
ÁNGEL GONZÁLEZ
ESTO NO ES NADA
Si tuviésemos la fuerza suficiente
para apretar como es debido un trozo de madera,
sólo nos quedaría entre las manos
un poco de tierra.
Y si tuviésemos más fuerza todavía
para presionar con toda la dureza
esa tierra, sólo nos quedaría
entre las manos un poco de agua.
Y si fuese posible aún
oprimir el agua,
ya no nos quedaría entre las manos
nada.
CÉSAR VALLEJO
Y SI DESPUÉS DE TANTAS PALABRAS...
¡Y si después de tántas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!
¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!
¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!
Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
¿En perseguirme, mundo, qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas,
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi entendimiento
que no mi entendimiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que vencida
es despojo civil de las edades
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor en mis verdades
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.
MIGUEL LABORDETA
RETROSPECTIVO EXISTENTE
Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.
Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie,
nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.
¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.
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