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Antón Castro

ENTREVISTA CON BEGOÑA ORO

 

Begoña Oro, escritora, editora y traductora, entre otras cosas, ha sido la ganadora del Premio Gran Angular con su libro 'Pomelo y limón', la historia de amor, más bien imposible, de dos jóvenes. La historia hace pensar en Romeo y Julieta, en Tristán e Iseo. Begoña ha inaugurado nueva página web: http://www.begonaoro.es/
 

¿Cómo podríamos definir el libro?

Pomelo y limón es un subidón de dopamina y oxitocina, las hormonas del amor y es un “posado robado”, una forma (consentida) de asomarse a la intimidad de dos personas a través de sus dibujos y de sus propias palabras, volcadas en una novela, en un blog y en las redes sociales... Porque Pomelo y limón no es solo un libro. Puedes leer solo el libro y no te pierdes nada. Pero puedes enriquecer tu experiencia de lectura visitando un blog y siguiendo y participando en la actividad de los personajes en Facebook… Hay más de diez perfiles distintos que corresponden a personas y lugares de la novela que ahora mismo están escribiéndose cosas, intercambiando fotos… Además, se ha creado una aplicación del libro para iPad que incluye extras. En definitiva, que este libro nunca acaba. ¡Solo espero que no acabe conmigo!

¿Cómo está escrito?

¡Muy bien, gracias! No, en serio, es cierto que el jurado apreció lo bien escrito que está. Pero creo que eso es un must del escritor. No deberían existir los libros mal escritos. Aparte de eso,  aunque es una novela de amor, quise que se leyera como una novela de misterio, con ansiedad. Hay varias intrigas que empujan a seguir leyendo sin parar. Los capítulos son muy breves, hay mucho diálogo, y entre col y col, lechuga porque…

¿Qué pretendías hacer, por dónde querías caminar?

…además de contar una historia de amor, quería invitar a reflexionar sobre la intimidad. Con la irrupción de Internet, las redes sociales, los programas del corazón… hay una nueva definición de lo público y lo privado. Pero no acabamos de reparar en ella. Sobre todo, los jóvenes. Se cierran las puertas de los cuartos, pero se dejan abiertas las cámaras del ordenador. Y no es un problema de no saber cerrarlas. Los adolescentes pueden darnos lecciones sobre configuraciones de privacidad. Pero sencillamente no le dan importancia. Creo que Pomelo y limón puede hacer a los jóvenes más conscientes de que hay una parte de su vida que debería pertenecerles solo a ellos, o a unos pocos. Y no solo eso, sino que el relato que hacen de lo que les pasa, las palabras que escogen para contar su vida, determinan su vida. Pomelo y limón habla mucho de este superpoder que todos llevamos dentro: la capacidad de cambiar nuestra vida solo con palabras.

¿Cómo definirías tu estilo?

Quizás “entre col y col, lechuga” sería una buena definición de mi estilo. Cuando escribo para niños, me gusta jugar con el humor para decir cosas serias. (Yo, en el fondo, soy serísima. ¡Jajaja!) En esta novela, quizá haya menos humor, aunque también hay algunos destellos, pero sí que, bajo una apariencia de lectura fácil y sencilla, planto lechugas, para quien las quiera. Y ternura. Yo escribo con cariño sincero, y quiero que el lector lo sienta, que se sienta querido al leer. Me gusta pensar que mi estilo es tierno sin ser ñoño. Ese es el reto que asumo al escribir. Bueno, en Pomelo y limón hay algo más que ternura… Hay euforia, hay tensión, hay miradas y roces que significan un mundo, hay mariposas y manadas de búfalos en el estómago… En fin, todo lo que tiene que haber en un amor de quince años.

¿Qué afinidades tiene Pomelo y limón con otros textos?

En un principio, Pomelo y limón iba a ser una versión actual de un lais, un cuento medieval sobre el secreto titulado El ruiseñor. Pero al releer los lais, se me cruzó otro cuento, el de La madreselva que también quise recrear de alguna forma. Y también se me cruzaron las Cartas portuguesas de la monja Mariana Alcoforado del siglo xvii… Ya ves qué cosas tan antiguas para acabar haciendo un blog y todo un mundo virtual alrededor. En fin, seguro que Mariana Alcoforado hoy también tendría un blog…

¿Cómo entiendes y cómo vives tú la literatura infantil?

Mmh… Como un helado de wasabi. Rico, fresco… y raro. Rico porque hay un amplio ecosistema editorial y creativo que permite dar cabida a todo tipo de publicaciones: desde los álbumes ilustrados más arriesgados a los libros de narrativa más eficaces a la hora de hacer lectores… Fresco, porque las nuevas tecnologías facilitan la autoedición, con lo que es difícil que una buena propuesta se quede en un cajón y porque iniciativas como el premio Sierra i Fabra permiten que surjan nuevas voces. Y raro porque, bajo mi punto de vista, la literatura de adultos se está infantilizando y la infantil se está adultizando. Cada vez más se escribe para niños sin pensar en los niños, a veces –no siempre– con resultados magníficos.

¿Qué supone para ti este premio?

Entre otras cosas, ¡no tener que salir corriendo de Zaragoza! Decía Virginia Woolf que una mujer, para escribir, necesita una habitación propia y 500 libras al año. Durante años yo no había tenido una habitación propia y ahora que la tenía, me faltaban las 500 libras, así que había decidido buscar trabajo fijo en el mundo de la edición, donde trabajé durante años. Y en Madrid, porque aquí es difícil. Presentarme a este premio iba a ser mi último intento (y casi mi primer intento serio) de dedicarme a escribir. Y eso es lo que voy a hacer a partir de ahora: escribir. Y por fin, en serio. Este premio me va a cambiar la vida. Ya lo verás.

¿Qué piensas de la incorporación de las nuevas tecnologías, del peso cada vez más decisivo?

En cuanto a la lectura, si pensamos en las redes sociales, los chats, los SMS…, ¡los jóvenes leen más que nunca y escriben más que nunca! Eso sí, con menos letras que nunca. Otra cosa es la literatura. Pero ahí quienes tienen que espabilar no son los jóvenes sino los creadores y los editores. Escribir, crear con las nuevas tecnologías –y no contra ellas– es ya no solo una oportunidad fascinante sino casi un deber. Intentar que los jóvenes amen la lectura hablándoles de esa sensación maravillosa de olfatear un libro es como secuestrarlos en el Museo del Prado y negarles la entrada al Reina Sofía. Yo prefiero no empeñarme en que los jóvenes amen los libros; prefiero que amen la literatura. Y esta puede ser oral, escrita, digital y vaya usted a saber qué más…

Begoña con Daniel Nesquens, ganador del premio Barco de Vapor con 'Mi vecino de abajo'. Con ellos Lines Carretero.

*La ilustración de Begoña Oro es de Elisa Arguilé.

2 comentarios

Angel -

Begoña Oro es una chica majísisima hoy a venido a mi colegio es súper optimista

Y también una gran escritora

Alba Ruiz -

He leido pomelo y limón y sinceramente es increible. Des de que empece no pude parar de leer (lo acabe en una noche). Ya se lo he recomendado a todas mis amigas y las que se lo han leido opinan lo mismo que yo. Muchas gracias Begoña enseñarnos a apreciar la lectura. Y esperare con emocion el proximo libro.