RECUERDO DEL PINTOR GUILLERMO
Guillermo Pérez Baylo: el pintor que fue cónsul*
Guillermo Pérez Baylo (Zaragoza, 1911-Tarragona, 2000) era hijo del jefe de ventas de la Azucarera y, aunque su padre quería que fuera cónsul, las notas sólo le llegaron para entrar en la Escuela de Comercio, que dejó casi inmediatamente. Quería ser pintor o músico. Y su padre pidió consejo al escultor Honorio García Condoy y al pintor Martín Durbán: le sugirieron que se adentrara en el aún desconocido mundo de la publicidad. Guillermo aprendió en el estudio del fotógrafo Juan Mora Insa, estudiando el catálogo de fotos de Arte Aragonés; luego continuó su aprendizaje en Barcelona, con Borrás Abella, y en el Museo del Prado, en las salas de Goya, durante su servicio militar. Pero ya en los años 30 Guillermo se convirtió en el gran cartelista de Zaragoza: las fiestas del Pilar, la feria de muestras, las portadas de Heraldo de Aragón le dieron popularidad. En 1994, en una entrevista publicada en El Periódico de Aragón, decía que “el secreto de un buen cartel depende de la época y de las modas en ocasiones. Pero tiene que ser como un anuncio, es como un chillido para llamar la atención. Debe tener manchas grandes para que se vea a lo lejos y desde la distancia se perciba lo que representa. Los símbolos deben ser claros y contundentes”. Afortunadamente, Don Darío Gazapo, jefe del Estado Mayor y fundador del No-Do, lo acogió bajo su protección durante la Guerra Civil y Guillermo se pasó los años de la contienda retratando a las mujeres de los oficiales e incluso lo enviaron a Salamanca para retratar a Franco: “Pedirle que se pusiese así o asá y tenerlo quieto, impresiona mucho”, recordaba Guillermo en la misma entrevista, que mantuvo con Antón Castro.
Después de la guerra, Guillermo se casó con Dolores Lahuerta. El matrimonio fue a Barcelona a pasar unos días, en principio, pero acabaron estableciéndose allí. Llegaban encargos, premios, y Guillermo abrió un estudio en el Paseo de Gracia desde el que trabajó con tesón y sin descanso: hacía carteles para la Semana Ciclista, para las fiestas del Pilar; fue director artístico de la revista Siluetas; hacía carteles para películas como ‘Marnie la ladrona’ de Alfred Hitchcock y mantuvo una estrecha y constante relación con el Centro Aragonés de Barcelona haciendo carteles, retratos, paisajes, específicamente los paisajes, arquitectónicos y naturales, más emblemáticos de Aragón. Manuel García Guatas, en un artículo en el que repasa la colección artística de la Universidad de Zaragoza, dice de Guillermo que “fue ante todo un experto dibujante, tanto para ilustraciones y encargos publicitarios como para retratos, y esa calidad y la de saber interpretarlos al óleo sin modelo, a partir de fotografías antiguas, constituye su mérito principal”.
En 1984 expuso sus ‘Rostros aragoneses’ en la Diputación Provincial de Zaragoza, realizó retratos a rectores y catedráticos, entre otros, retrató a Guillermo Fatás, para la Universidad de Zaragoza, y realizó una serie en la que plasmó los castillos de la Corona de Aragón, incluyendo los territorios que había en Italia. En 1993 el Centro Aragonés de Barcelona le organizó una gran exposición retrospectiva de lo más significativo de su producción. En 1989, la Peña ‘El Moquero’ le rindió homenaje y el pintor y poeta Vicente Rincón escribió un perfil sobre Guillermo, en el que dice: “sea lo que sea, Guillermo plasma con sensible habilidad / el remanso de un río al pie de una fortaleza medieval, / la andariega luna sobre las casas dormidas de una aldea, / y hasta logra captar el silencio armonioso del alba. / ¡Qué duda cabe de que Guillermo es un artista único, / incomparable, recio y sincero en todo aquello que pinta!”.
La gratitud y el cariño de Guillermo por el Centro se plasmaron de diversas maneras: en la sala Costa y otras dependencias, donde pintó cascos urbanos, iglesias y castillos de los principales lugares de Aragón y donde realizó dibujos a carboncillo de temas aragoneses. Pero además realizaba un retrato a lápiz de cada pregonero de las fiestas del Pilar, diseñó las medallas del Centro y entregó una parte importante de su biblioteca, la mayoría libros sobre Goya, a la biblioteca del Centro.
Guillermo Pérez Baylo, que firmaba simplemente como Guillermo, era un apasionado de Aragón, de la belleza y de las mujeres. En 1990 declaraba que “a mí me hubiera gustado ser un pintor de lleno, haberme dedicado más.” Sin embargo, llegó a pintar más de seiscientos retratos, entre ellos, los de Joaquín Costa, Pilar Bayona, Miguel Fleta, Pedro Laín Entralgo, Luis Buñuel, Ildefonso Manuel Gil, Pilar Lorengar, Ángel Canellas, la Reina Sofía, etc. Su vida encerraba episodios novelescos, como el de una joven a la que conoció en Sobradiel, le habían destinado allí durante el servicio militar, y con la que mantuvo una relación “muy casta y muy bella”. Al licenciarse, dejó el pueblo y olvidó a la muchacha, quien, al parecer, murió de desamor. El propio Guillermo se enteró de su muerte años después y, quizá por remordimiento, visitó su tumba en la que se leía “Ilustrísima”; “Aquella joven no sólo era rica, sino de noble cuna, creo que condesa o algo así”, recordaba Guillermo años después. Decía que su epitafio ideal sería “Aquí yace un artista aragonés que siempre buscó la belleza”. En la primavera de 1997 realizó una gran antológica de su obra en el palacio de Sástago, bajo el comisariado de Josefa Clavería. Guillermo Pérez Baylo murió en Tarragona en el año 2000.
Guillermo acabó por cumplir el deseo de su padre: pincel o aerógrafo en mano, con sus carteles, paisajes y retratos, con sus rótulos y su generosidad se convirtió, desde el edificio de la calle Costa, en el cónsul de Aragón en Barcelona.
*Este texto figura en el libro de la historia del Centro Aragonés de Barcelona que publiqué en 2011. Lo encuentro en mi fondo de armario y me parece oportuno traerlo aquí. El viernes 16 de marzo, viernes, en ese espacio, Ángel Guinda presentará 'Caja de lava' y yo 'El paseo en bicicleta', en un acto que organiza Olifante.
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Reyes Pérez -
Luisa Pallarés -