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Antón Castro

JOSÉ MARÍA BARDAVÍO ABRE UN BLOG DE 'BAÑERAS EN EL CINE'

JOSÉ MARÍA BARDAVÍO ABRE UN BLOG DE 'BAÑERAS EN EL CINE'

[José María Bardavío, profesor de literatura inglesa en la Universidad de Zaragoza, ya jubilado, y apasionado del cine, ha abierto un blog sobre una de sus pasiones o rarezas: las ‘Bañeras en el cine’, que se halla en este dominio:

http://bathtubsinfilms.blogspot.com/]

Uno de sus primeros artículos es este, sobre ‘Belleza robada’, la película de Bernardo Bertolucci.]

 

 

BELLEZA ROBADA  (Stealing Beauty) Bernardo Bertolucci, 1996

 

Por José María BARDAVÍO.


TEMAS Y CONCEPTOS

1: Erotismo. Éxtasis. Trascendencia. Arrobamiento y  periodo de latencia. 2: El efecto Maelstrom. 3: La sexualidad genital. 4:  La Bella Durmiente. 

Lucy Harmon ( Liv Tyler) es una bellísima californiana de dieciséis años que viaja un verano a la Toscana para resolver un enigma (la identidad de su padre); satisfacer un deseo ( perder la virginidad con Niccoló un joven del que se enamoró el verano pasado durante su última viaje a Italia); y someterse a una grata obligación (posar para el retrato en piedra que le va a esculpir un célebre escultor amigo de su difunta madre).

Desnuda en la bañera le  escribe un poema  a Niccoló:

 

I wait I wait so patiently

I´m as quiet as a cup

I hope you´ll come and rattle me

Quick! Come. Wake me up

 

Te espero tanto y tan pacientemente

que he terminada convertida en taza

Espero que vengas y me agites 

¡Rápido! ¡Ven! ¡Despiértame!

 

Rompe la hoja  dejando caer los pedazos por la ventana a su espalda. Quiere que la brisa se encargue de llevar el poema y su deseo a Niccolo. Y luego, muy  lentamente, se va sumergiendo en el agua hasta desaparecer del todo.

 Lucy convierte la bañera en la nueva tumba de Bella Durmiente. Se disuelve bajo el agua insinuando un encierro prolongado. Solo su amado la extraerá de allí con su presencia. Pero el motivo de esa espera, una espera que es amor esculpiendo el deseo, es ella, es Lucy, un deseo hecho objeto, taza, para recibir el elixir de Niccoló.

 Lucy desaparece en las aguas originales, se disuelve en la bañera primigenia, para esperar a Niccoló en el centro de una esencia sin existencia. Por eso el viento se lleva el hechizo. No es el azar o el albur, es una fuerza de la naturaleza al servicio de la joven diosa convertida en poema,  en agua, en aire, para que sea Niccolo quien la aspire y respire.


Si Venus sale del mar Lucy se sumerge en el agua. Y es que para encontrar el amor ausente, debe devolverse al origen (la inmersión). Si Niccoló no está, Lucy no quiere estar. Lucía, etimológicamente la resplandeciente, la de los ojos bellísimos, quiere hacerle ver a  Niccoló que le

 espera, que venga a extraerle de la insípida existencia del estar sin él.


El juego masculino/femenino al servicio simbólico del trascender lo terrenal. Pero sin abandonarlo del todo, permaneciendo a voluntad, en ese nivel que sin ser divino vive de puntillas sobre lo humano. Porque siendo mujer, Lucy se transforma en esperanza, espiritualidad, en aire, y en brisa para que, viajando hasta Niccoló,  le impregne el saber que ella le desea. Mientras tanto, su cuerpo permanece disuelto en la espera, dentro de la bañera, disuelta en agua. Pero es que antes se hizo aire, brisa, viento, para llegar a Niccoló que al absorberla, entenderá que le está esperando, que no es nada, que permanecerá en la nada si no viene a devolverle la vida.

 

Erotismo. Éxtasis. Trascendencia. Arrobamiento. Y periodo de latencia (o inactividad sexual). El bañarse en la bañera resulta inconscientemente succionador. Como si se tratara de una inversión de sentido del famoso cuento de Edgar Allan Poe: En The Descent of the Maelström, la sensación de caída aumentativa, prolongada e indefectible, de muerte terrible e inevitable, sobrepasa los límites del espanto. En Stealing Beauty la inmersión succionante quiere expresar una volitiva detención del tiempo, de la vida, porque no hay tiempo alguno que pueda ser vivido si Niccolo no está físicamente a su lado. El agua es un dulce remolino que se lleva a Lucy, la separa, la oculta en la cueva de la bañera. Desaparecida del mundo esperando Niccoló en la taza  que es ella, de la bañera

 

Del motivo del baño en bañera, surge aquí uno nuevo y muy sutil: el de bañarse con el objeto de deseo sin que, en este caso él, esté físicamente en la bañera.  Por otro lado, esa pasividad de Lucy tiene que ver,  como decía, con el cuento de  La Bella Durmiente. La diferencia estriba en que el príncipeno viene aquí buscar a Lucy sino que es ella la que lo reclama. El sueño de Bella Durmiente advierte (desde la perspectiva psicoanalítica) de la necesidad de no apresurar la aparición de la sexualidad genital, dar tiempo al tiempo,  asumir las leyes de la naturaleza dictadas por el periodo de latencia.


Una  de las hazañas de Lucy en esta secuencia tan corta y tan grande,  consiste en convertir los contenidos inconscientes en conscientes. Ese es el sentido del poema que escribe a Niccoló: que sepa él que está aquí, en la casa de Toscana, y  que sepa que sin él ella no es nada. Una bañera que está llena, llena de ella y, al mismo tiempo, espera ser llenada por él.  Es aquí y ahora en donde queda clara la intencionalidad simbólica genital (ver aquí Annie Hall)  del significado de alguna bañeras cinematográfica. Al desaparecer Lucy bajo el agua, desaparece de su propia figuración para convertirse en el objeto sustituto, la bañera. Y cuando Niccoló beba de la taza del sumergirse en Lucy, la nueva Bella Durmiente adquirirá su aspecto mortal. Lucy dejará de ser lo que era (latencia) para entrar en la bendición de la sexualidad plena y gozosa, con el elegido, Niccoló. Y al mismo tiempo ira surgiendo de la piedra el retrato que le está haciendo el escultor, que resultará ser su propio padre.

 

Toda esta maravillosa película camina por un filo difícil de transitar pero Bertolucci resuelve el problema como acostumbra: de  forma no solo impresionante sino bellísima. Todo transcurre aquí entre el periodo de latencia y la satisfacción de Lucy por su primera experiencia sexual. El escultor al esculpirla (al volver a hacerla, pues él la engendró) la fija en la piedra (inmortalidad) y en la resolución (para siempre) de su personalidad. Lucy ha encontrado a su padre, y ha sido feliz en su decisión de entregarse a Niccoló. Si en La luna, su gran película edípica, Bertolucci describe la durísima complejidad psíquica de Joe, en Stealing Beauty Linda accede a la gloria de la normalidad, quiero decir, de la cordura, al no ser presa de enfermedad psíquica alguna. Surge Lucy del remolino de las piedras de su padre escultor, que no interfiere ni enreda para nada la resolución edípica de Lucy. Al contrario, la inmortaliza al retratar en piedra el alma limpísima de Lucy transparente en su bellísimo cuerpo.

 

*Reproduzco aquí una foto de Liv Tyler en la película.

 

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