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Antón Castro

ADIOS A LOS RENOIR CON RESNAIS

ADIOS A LOS RENOIR CON RESNAIS

[Ayer en mi sección 'Cuentos de Domingo' de Heraldo de Aragón publicaba este artículo dedicado a la despedida de los cine Renoir. Por la noche, tras haber perdido con el Garrapinillos, 0-2 en casa, ante Marianistas, y firmar un artículo sobre Ildefonso-Manuel Gil, fui con mi hijo Daniel a ver la última película de Alain Resnais, que es una película de amor, de obsesión, de humor, 'Las malas hierbas'. Hubo una época en que Resnais era uno de mis cineastas favoritos con 'Muriel', 'Providence', 'Mi tío de América'...]

ADIÓS A LOS RENOIR

 

Hay espacios que forman parte de nuestra vida. Como un jersei, algunos amigos, determinados libros o discos, un bar. Entre esos espacios decisivos están los cines: el primero para mí fue el Cine Real de Arteixo, allí vi las películas del Oeste, de amor y de guerra, allí iba a enamorarme de Elsa Martinelli, Anna Karina, Inma de Santis, Ingrid Bergman o Jean Seberg. Más tarde, desde 1979, mis salas fueron las de los Buñuel: acudía tres o cuatro veces a sus matinales por semana. En aquellos días intentaba redactar una biografía de Greta Garbo y anhelaba ser guionista y director de cine. Aún recuerdo la impresión que me produjo ‘El tambor de hojalata’ de Volker Schlöndorff o los títulos sutiles y modernos de Wim Wenders. Después vino el Elíseos, el cine clásico y elegante, casi familiar. A partir de 1997, tras el estreno de ‘Niño Nadie’ de José Luis Borau, con la presencia del realizador, mis cines fueron los Renoir. Esas cuatro salas donde he visto menos de lo que habría querido. Esos cines donde querrías acabar todas las noches, ante películas de todos los países, ante intérpretes más o menos exóticas como Zhang Ziyi o Elodie Bouchez, ante las mejores producciones españolas. Las veladas de los Renoir tenían el mimo y el embeleso de las grandes ocasiones: han sido una factoría de cine contra la pereza y la reiteración. Buscaban un público, creaban una atmósfera, ensanchaban el imaginario visual. Ahí tenías la sensación de que se establecía una complicidad sigilosa en la oscuridad: la pasión por descubrir, por conocer, por soñar y viajar más allá de lo obvio. El jueves cierran. Eso sí, hay espacios, películas, sueños y climas que se quedan con nosotros en la inviolable región de la memoria.

1 comentario

Jesús -

Un cine es un espacio en ensoñación y un lugar de evasión.Los Renoir en Zaragoza han cumplido esa misión .Películas como Poesía,Amelie,Secretos del Corazón,Tokio blues,Silencio Roto perdurarán en nuestra memoria.