ÁLVARO VALVERDE: CUATRO POEMAS
El poeta Álvaro Valverde (Plasencia, Cáceres, 1959) acaba de publicar ‘Un centro fugitivo. Antología poética (1985-2010)’ publicado por La Isla de Siltolá en su colección Arrecifes. La edición es de Jordi Doce. Álvaro, que es un lector compulsivo y sensible, me envía a petición mía una selección de cuatro poemas de la antología, que corresponden a la selección de inéditos. En una entrevista confesaba, casi a modo de poética: “En los últimos tiempos, he estado cada vez más persuadido de que personal es lo único que en literatura, en poesía, te salva del plagio. O de la traición. Es decir, si hablas de ti, o de lo que aproximadamente conoces de ti, evitas decir lo que dicen otros. Por otra parte, he necesitado cada vez más ese consuelo que proporciona la poesía, implicándome en ella. Sin llegar a lo puramente confesional, como en la más rancia poesía de posguerra, sí, opto abiertamente por lo personal. A lo que, como dices, de verdad importa”.
UN VIAJ E A LISBOA
Huíamos en vano de la ciudad cerrada
y acabamos perdidos en la ciudad perfecta.
El piso luminoso, el suelo blanco,
los cuartos despojados y en penumbra,
los pocos pero doctos libros juntos,
acogieron serenos el cansancio.
Luego llegaron días de paseos y calma
donde todo se hizo tan lento como suele
ser todo en un lugar acompasado a un río.
Tranvías y avenidas y barcos y comercios
fueron haciendo el resto.
Ya no éramos los mismos
que piensan desde el puente lo que cualquier suicida.
Los que ven desde el puerto parecidos naufragios.
Ni los que entre las ruinas de nobles edificios
se dan a ese discurso del fracaso y la muerte.
En la decrepitud, entre la suciedad, bajo la herrumbre,
lo que vimos fue el fuego de una vida distinta.
Todavía nos quema cuando hacemos recuento
y evocamos las tardes sosegadas de junio
en la casa de Ángel, y aquel sol de poniente
hundiéndose, muy rojo, sobre el Tajo.
Volvemos a menudo al sitio donde fuimos
si no felices siquiera afortunados.
Con la melancolía viaja una mirada
que nos devuelve aquello que ensayamos vencido.
EL CUARTO DEL SIROCO
Cuenta Leonardo Sciascia
que en las casas aristocráticas
de la vieja Sicilia
había, desde el siglo XVIII,
un «cuarto del siroco».
En él se refugiaban de ese viento
los días que soplaba con más fuerza.
Uno quisiera
que en las horas peores de la vida,
cuando todo se torna vendaval
y las cosas se ocultan tras un velo de polvo,
existiera una estancia semejante.
Suponiendo, eso sí, que no se diese
lo que el de Racalmuto revelara:
que antes de que se le note en el aire,
el siroco se ha clavado en las sienes;
que antes de que se anuncie
ya se le siente, sin remedio,
en las rodillas.
LA ENCINA SOLITARIA
Está en una colina, la rodean
rocas, retamas, tierra
donde el árbol arraiga
y parece que apenas se sostiene.
Me la mostró mi padre cuando, niño,
paseaba con él entre los canchos.
Desde entonces retengo su presencia
con la necesidad de lo que dura.
Desde lo alto, observa la ciudad.
Es lo primero que distingo al volver.
Lo último que miro cuando salgo
de las murallas de este microcosmos.
Es algo más que una vetusta encina.
Sola, en su altura, sosegada, es cifra
de la vida a que aspira quien resiste.
AQUÍ
Estás sentado solo frente al valle
con un libro en las manos
que abandonas a ratos
para poder mirar,
con la calma debida,
cuanto la vista alcanza.
Suena el silencio. A veces,
el rumor de las ramas
o el canto intermitente de algún pájaro.
Respiras hondo. Ves.
Aprecias uno a uno los momentos
que te concede este vivir al margen.
No haces tuya la queja
de los que quieren irse
pero que aplazan siempre
la ocasión de su huida.
Permaneces aquí
por propia voluntad:
es éste tu lugar.
Tú eres de él.
*Todas las fotos son de John Rawlings, un magnífico fotógrafo de moda que ha desplegado su talento en diversas revistas, especialmente en ’Vogue’. La foto de Álvaro Valverde la he tomado de www.jesusfelipe.es, pero pertenece a la Fundación March, según me informa el propio poeta y narrador.
6 comentarios
Leomuna -
Testigo -
Á. V. -
Efi Cubero -
La mirada coherente de un poeta que debe a su paisaje de interiores todo lo verdadero, todo lo auténtico que él representa y que su poesía contiene.
Álex Chico -
Abrazos.
isabel -