'DÍAS DE FIESTA': J. M. PÉREZ LATORRE
DÍAS DE FIESTA
José Manuel Pérez Latorre (Zaragoza, 1947) es arquitecto. Entre otros edificios, ha hecho el Auditorio y el Museo Serrano y su ampliación.
“El Pilar es el tiempo de andar
sin rumbo, de un lugar a otro”
Antón CASTRO / Zaragoza
¿Qué significa el Pilar para usted?
Todas las cosas en la ciudad de Zaragoza se producen entre el Pilar y el Pilar, de tal forma que nosotros como zaragozanos tenemos que compaginar el tiempo del calendario general con aquel que corresponde con el calendario pilarista, entre el 12 de octubre y el 12 de octubre. Las fiestas son la catarsis local que hace que todo tenga como plazo el Pilar y como plazo de comienzo el final del Pilar. Así que estas fiestas no son más que un paréntesis que sirve para encadenar el tiempo de la ciudad.
¿Qué es lo que más le gusta o le disgusta?
Se produce todo a la vez. Me gusta el ver las calles llenas de gentes, llenas de espectáculos y elementos que llaman la atención. Y a la vez experimento disgusto por lo poco placentero de ese transcurrir de masas y de cosas diversas.
¿A qué recuerdos están asociados estos días?
Al Rosario de Cristal. Me parece uno de los elementos más mágicos que un niño en aquella España gris de la posguerra podía asociar a la magia, a la fantasía y a la luz. Era la noche en la que se te permitía ver y observar. Quizás por eso, por el recuerdo de ese espectáculo, cada vez que lo vuelvo a ver despierta en mí las fantasías de la infancia.
¿Cuáles son sus espectáculos favoritos?
Pasear y la Comparsa de Gigantes y Cabezudos.
¿Cuál es su lugar predilecto?
La ciudad para el Pilar diluye sus plazas, sus esquinas, sus calles; Zaragoza diluye sus lugares en un solo lugar, que es el continuo de la ciudad. Por lo tanto no puede haber un lugar predilecto porque desaparece bajo el caminar de la gente.
¿El Pilar es tiempo de charangas, de Gigantes y Cabezudos, de circo, de teatro, de grandes conciertos, de aventuras amorosas...?
Más que el Pilar, yo diría que son los tiempos que corresponden a la manera de estar en la vida en las fiestas. El paso de las charangas que, como sonido inunda y deshace la ciudad, querría ser un elemento mucho más popular. Los gigantes y cabezudos que transitan por el espacio y el tiempo de la historia, retrayéndonos a los orígenes, a las mojigangas y a otras expresiones populares. El circo que, a pesar de las grandes películas con efectos especiales llenas de elementos sorprendentes, todavía confía en la visión directa del equilibrista, del trapecista, del domador, de los animales, etc. etc. El teatro que suplanta a la televisión, al cine y que devuelve una relación entre actor y espectador; está bien que se produzca en tiempos de catarsis, donde la capacidad de entrega es mucho mayor que en un tiempo normal. Los grandes conciertos están para mí lejanos en este tiempo y, con la edad, ya se me ha pasado el tiempo de aventuras amorosas...
Si tuviera que contarle a un foráneo las claves de las fiestas del Pilas, ¿qué le diría?
Que se olviden del mundo, que recuerden por un momento aquel cuento de Edgar Allan Poe, ‘El hombre de la multitud’, y que no tracen ningún plan. En las fiestas del Pilar se trata fundamentalmente de andar sin rumbo de un lugar para otro.
¿Cuál es su debilidad gastronómica? ¿Es de tapeo de bar en bar?
Si acompañas a gente de fuera es posible que trates de introducirla en los muchos sabores que el mundo de las tapas puede proporcionar a Zaragoza, pero si estás solo o estás en familia, ese tiempo del tapeo es continuo en Zaragoza a lo largo del año.
¿Qué le dice la Ofrenda?
La Ofrenda tiene dos partes. Una, que es el cubrimiento floral de la estructura metálica que acaba convirtiéndose en una arquitectura que soporta la imagen de la Virgen. Hecha solo de base de flores, yo diría que es un caso único en esa aptitud central de la plaza, que ocupa y se erige en el espectáculo más ritual. La segunda parte es cómo se ha hecho de la Ofrenda una excusa para sacar los trajes históricos anteriores al funcionalismo y por momentos revivir glorias pasadas.
¿Cómo se vive el Pilar desde la arquitectura y la pintura?
El Pilar, como arquitectura en las fiestas del Pilar, es donde ésta se muestra más eficaz. El edificio barroco, construido en forma de plaza mayor cubierta y con cuatro puertas, permite un movimiento ágil y rápido que hace que el templo sea siempre un continuo trasiego. En estos días, la hermosa capilla de Ventura Rodríguez hace de elemento fundamental de la visita, dada la cantidad de gente que hay. Los Goyas, los Bayeus, Velázquez, Stoltz, etc., quedan como grafismos protectores del visitante allá en silencio en las cúpulas.
¿Qué pasa entre usted y la jota?
La jota, en su fuerte vibración, es más un sonido que llega al alma cuando estás en el extranjero y te hace reconocerte en ella.
¿Recomendaría algún edificio para estos días?
El Pilar.
¿Quién ha sido el gran personaje de sus ‘Pilares’?
Creo que ya le he contestado: el Rosario de Cristal.
*La foto es del archivo de Heraldo de Aragón.
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