ENRIC GONZÁLEZ Y 'EL PAÍS'
En mi casa somos fans de Enric González. Lo admira mi hijo mayor, Daniel; lo lee Jorge, que es un fan de su libro ’Historias del Calcio’ y yo siempre lo he visto como una gran referencia. El pasado miércoles, gracias a esas fiestas de mezcla y de amistad de Luis Alegre, lo conocí en Casa Emilio. Leo este artículo en Jot Down y me pasa como a muchos otros: me conmueve. Enric es un hombre lúcido, una referencia. Solo he escrito una vez en ’El País’ (gracias a un regalo de un amigo maravilloso: otro periodista al que adoro), pero ha sido y sigue siendo -con los míos: ’El Día de Aragón’, ’El Periódico de Aragón’, ’Heraldo’, en los que he trabajado con mayor intensidad- el periódico de mi vida. Más que otros que amo muchísimo como ’La Vanguardia’, ’ABC’ (donde trabajé dos años inolvidables gracias a la generosidad de Marisa Blanco) y ’La voz de Galicia’, el periódico en el que soñé escribir a lo largo de veinte años.
http://www.jotdown.es/2012/10/enric-gonzalez-con-todos-mis-respetos/
Aquí este este texto conmovedor, solidario, de un tipo admirable. De un periodista de periodistas, de un compañero.
CON TODOS MIS RESPETOS
Enric GONZÁLEZ
El nacimiento de mi hija fue complicado. Clara y Lola, su madre, tuvieron que permanecer un cierto tiempo en la unidad de cuidados intensivos de la Clínica Dexeus. Resultó que la Seguridad Social sólo cubría el parto y el resto me correspondía a mí. La factura ascendió a 12 millones de pesetas, lo que entonces costaba un piso. Me era imposible pagar. El diario El País, que entonces dirigía Juan Luis Cebrián, se hizo cargo del asunto. El mismo diario, con el mismo director, me pagó cursos en Esade y me procuró una beca en Estados Unidos.
No quiero olvidar esas cosas.
Incluso teniéndolas presentes, ahora comparto la opinión universal sobre Cebrián. A mí también me causa horror y una cierta repulsión. Pero prefiero pensar que está enfermo y que la cura a su enfermedad no puede pagarse con dinero. No debe ser, como pensé hace unos años, un simple caso de ludopatía bursátil. Si fuera así, habría recuperado ya la lucidez. Dudo que lo suyo tenga remedio. Es una lástima.
Después de 27 años en El País, creo que debo irme. La decisión de despedir a un tercio de la redacción me permite acogerme, sin negociaciones particulares, a la indemnización que se establezca para el colectivo. El País ha hecho por mí mucho más que yo por él y hasta no hace mucho confiaba en que pese a la crisis, la general y la del sector, lograría superar sus disfunciones. Ya no confío. Conviene, sin embargo, subrayar algo: en 1976 trabajaba en la Hoja del Lunes de Barcelona y cuando llegó a mis manos el primer ejemplar de El País pronuncié una frase lapidaria: “Esto no dura seis meses”. Como se ve, carezco de dotes proféticas.
Desconozco quién figura conmigo en la lista de los que se van. Solo sé que son compañeros y amigos. Igual que casi todos los que se quedan. Por eso quiero suponer que me equivoco de nuevo y que El País, que seguirá contando tras los despidos con bastantes de los mejores periodistas de España (e, inevitablemente, con unos cuantos personajes lamentables), aún valdrá la pena.
He escrito estas líneas con vergüenza. Que yo deje un empleo carece de interés. Que más de diez docenas de periodistas sean despedidos de un periódico que baña en oro a sus directivos y derrocha el dinero en estupideces es bastante grave. Que en España haya millones de personas sin trabajo y con muchísimas dificultades para llevar una vida digna, mientras algunos se enriquecen a costa de la miseria ajena, es una tragedia.
Perdonen el desahogo. No volverá a ocurrir.
1 comentario
ohma -
Entonces podía creer en la democracia y en la justicia.
Un abrazo, Antón.