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Antón Castro

RITA GARDELLINI Y SUS FICCIONES

Rita Gardellini, la escritora argentina que ha publicado ‘Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas’, me envía esta lectura de su libro de relatos. Dice que le haría ilusión verse aquí, en este blog.

 

 

 La inusitada sensación de haberlo vivido

 

 

Por Xabier Fole

 

Existen momentos en Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas que nos hacen replantear nuestros deseos mas ocultos. Despiertan en el lector pasiones dormidas, aparentemente inexistentes, pero que detectamos cuando nos las muestran, como en este libro, desnudas, claras, y ofensivamente descriptivas. En estos cuentos se puede contemplar la presencia latente de Borges y Cortázar, que acompaña y observa a la escritora a través de los relatos, pero que no molesta ni contamina, dejando a la autora con una voz propia, libre y salvaje, que penetra en la mente del lector con una fuerza literaria implacable. Y es que Rita Gardellini rebosa literatura. Tiene una capacidad extraordinaria (más bien un don) para jugar con el lenguaje. Hay momentos en los que se disfruta leyendo el cuento por el simple placer del texto. También, algunas historias contienen un grado conmovedoramente amargo, y poseen la virtud de la cercanía, a pesar de que sus personajes hablan con el estilo propio del lugar de donde viven. Podemos reírnos por la reacción alocada de sus protagonistas, o sentir angustia por la desesperación que genera un rechazo, o imaginar el hastío y frustración de una mente marginal, solidarizándonos, no sin cierta complicidad, ante el profundo desasosiego que provoca la incomprensión. El tema de la soledad —un tema ya de por sí fascinante e inquietante— se plasma de una manera brillante y en ocasiones puede resultar muy tortuosa. Aunque habla de mujeres, el amor, el sexo, y las relaciones de pareja, en realidad transmite, por momentos, las inquietudes de los seres humanos ante la dictadura de la cotidianeidad: las inseguridades, los deseos, las envidias… Los sentimientos más primitivos y auténticos, los más desgarradores. Entre los cuentos hay unas historias que llegan más que otras. Quizás porque la complejidad de algunos personajes llama mucho la atención, y otros pueden interesar menos. Pero en todos los relatos se mantiene algo especial, que pervive en esa prosa asilvestrada que la autora tanto domina.

De este modo, encontramos el pudor y la incomodidad de los defectos físicos resaltados en algunas de las escenas más tragicómicas del libro, y somos capaces de entender los

sueños rotos de una noche de verano inducidos —con crueldad— por la respuesta de un amor no correspondido. Todo esto, claro, con un estilo literario jocoso y entretenido. Nunca pedimos que se acabe el tiempo compartido con los personajes, sino que deseamos más horas para pasar con ellos. En la difícil tarea de divertir de una manera inteligente, Después de comer perdices asombra por su efectividad y calidad, y demuestra a todos aquellos que reniegan de la literatura pura por ser excesivamente elitista que se puede ser sublime literariamente sin olvidarse del atractivo poder del contenido.

Los relatos de Paula y Fiona, por ejemplo, contienen ciertas dosis de humor que generan algunas escenas cómicas, pero es un humor despiadado. Todo lo provoca la honestidad con la que se conversa, porque en el fondo, las pasiones humanas son así, contradictorias, efímeras y absurdas. Y la sinceridad nos asusta porque nos asusta la verdad sobre nosotros mismos. Esa es una de las cosas que más atraen de sus relatos. Pueden parecer juegos. Sin embargo, sorprende “la verdad” que reside en ellos. Lo fácil que se identifican esas emociones en las largas noches de invierno.

 

Xabier Fole, Nueva York. Octubre de 2012.

 

 

Periodista y redactor de televisión. Graduado en Historia por el City College de Nueva York, especializado en historia intelectual de los Estados Unidos, fue becado por The New York Times como fact-checker en la sección Syndicate. [La foto de la calle Corrientes de Horacio Coppola.]

1 comentario

Rita María Gardellini -

Antón,

el poeta Antonio Arroyo Silva de Las Palmas compartió el enlace y así me enteré; Xabier en NY escribió la reseña, vos en Zaragoza pero de A coruña, y yo de Rosario, Argentina... (abuelos maternos gallegos y papá italiano)
Y el detalle de la foto, que es de un fotógrafo: David Fernández de Pergamino.

Ni mencionar a Coppola.

¿Cómo no iba a ilusionarme?

Muchas gracias,
r