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Antón Castro

GABI MARTÍNEZ: VIAJE Y AVENTURA

GABI MARTÍNEZ: VIAJE HACIA LA GRAN BARRERA DE CORAL

Hace unos días Albert Padrol me envió el libro ‘En la Barrera’ (Altaïr) de Gabi Martínez (Barcelona, 1971), al que define como “un libro de viajes y mucho más. El hilo principal lo sirve el recorrido de Gabi Martínez por la costa del Estado australiano de Queensland. Ese litoral, bañado por el Oceáno Pacífico, en ocasiones, parece inventado o producto del ensueño (...) Casi resulta obligado que un aliento épico envuelva a los hombre y mujeres que habitan ese paisaje”. Y añade, entre otras cosas, que “con sencillez, transmite una emoción compleja, y deja intuir cuál podría ser nuestro lugar en el universo”. Gabi ha hecho del viaje su forma de vida y el impulso de su literatura. Conoció a Paul Bowles y a Mohamed Chukri y ha publicado libros como ‘Los mares de Wang’ o ‘Solo para gigantes’, entre otros títulos.

Gabi Martínez, con toda la generosidad del mundo, me envía el arranque de su viaje.

 

PAISAJE

 

Por Gabi MARTÍNEZ

Ahí abajo, la costa australiana y el mar componen una abstracta constelación de meandros en tan armónico equilibrio que hace pensar en una fuerza distribuidora superior a todo lo imaginable. Las curvas de los riachuelos, los claros del bosque, los brazos de arena que se alargan agua adentro, las islas, el coral... Existe un orden geométrico que se entiende a través de los colores: sin transiciones bruscas, siempre bien compensados, de acuerdo con la curva de aquel río, con la loncha blanca de playa, con el cabrilleo escalonado de las olas que vierte el océano ya amansadas tras chocar contra la Gran Barrera de Coral.

La línea de arrecifes más larga del mundo ha dotado a las barreras de un significado distinto. El enorme pantano del Sudd -que en árabe significa Barrera-, la Gran Muralla China o la barrera del sonido son obstáculos que alguna vez alguien deseó vencer al menos con la intensidad con la que los negros estadounidenses desearon compartir autobús con los blancos o con la que la fotógrafa Helena Henriques quiso aprender a nadar aun teniendo más de treinta años. Pero la Gran Barrera se vincula en especial a los regalos, los tesoros y, sobre todo, a la supervivencia, no importa en qué lado del arrecife estés.

Si Australia fuera un animal, la Gran Barrera actuaría como una piel extrafina, la capa más sensible al deterioro y, por eso, la que revela su salud. Desde el avión, la piel todavía aparece espléndida. La selva subacuática se prolonga durante kilómetros, interrumpida en ocasiones por canales sinuosos aunque suficientes para la navegación, o sesgada por amplias brechas que conectan al mar abierto, si bien las fisuras no importan, más bien forman parte de la estructura dominada por los macizos de coral. Al apiñarse, los pólipos dan lugar a algo semejante a planicies o a islotes de forma irregular pero de contornos tan precisos y compensados que algunas galerías de arte limitan su oferta a exponer fotografías del paisaje tomadas desde el aire. Cuando uno ve el trabajo de un cartógrafo en Queensland, puede pensar en Kandinsky, en la obra de Yann Arthus-Bertrand...

 

El autor también me envía esta citas que coloca en el pórtico de su viaje.

Bill Bryson, escritor: “Nadie se pone de acuerdo sobre dónde empieza y dónde acaba la Gran Barrera de Coral. Es el equivalente oceánico a la selva amazónica. El ser vivo más grande de la Tierra, el único visible desde la Luna”.

 

Josep García, biólogo: “Por muy preparado que vayas, no sabes dónde estás hasta que no te enfrentas a esa inmensidad. En Australia, el espacio es otra cosa, tiene unas medidas distintas, todo se magnifica. En cuanto a los animales... buf, es un no parar. Lo curioso es que cuesta localizarlos, sabes que se ocultan cerca pero no los ves... y sin embargo no tienes sensación de peligro. Me acuerdo de que cuando al fin empecé a explorar sobre el terreno, veía pasar un animal desconocido, lo buscaba en la guía y entonces pasaban cinco más. Así varias veces, hasta que dije: mira, cierra la guía y a disfrutar”.

 

Emma Darwin, esposa de Charles Darwin: “Es un grave error razonar mientras se observa, aunque es necesario hacerlo antes y muy útil hacerlo después”.

 

Lorenzo de Médici, último de una estirpe: “Las playas son muy bonitas pero no puedes entrar en el agua porque está llena de medusas que matan. Bueno, hay unos cuadraditos precintados para darse un baño...¡una piscina municipal es más grande que eso! Así que en muchas playas salvajes no ves un alma, y te preguntas, ¿es un sueño? Pues no: en la arena están los equipos de emergencia, por si te pica algo que no mueras en tres horas. En Green Island, para ir a la playa desde mi bungalow debía atravesar un bosque y, de pronto, me encontré rodeado de iguanas. Tuve que aplaudir para abrirme camino. Los bichos se apartaron pero fue una experiencia muy muy desagradable. Ahí fue cuando me pregunté: ¿Qué hago yo aquí?”.

 

Anna Baldellou, submarinista: “Vivir en el barco era estar en el paraíso. Me levantaba a las cinco de la mañana y pasaba todo el día en el agua. Nadé cerca de tiburones, una ilusión que tenía, y no me defraudó. Conocí a un chico increíble, no había visto a nadie tan feliz como él. Tenía tan pocos problemas que me costaba entenderlo hasta el punto de preguntarme si sería yo la que veía problemas donde no había. Me recuerdo con un collar de corales que siempre llevaba puesto”.

 

Xavier Moret, viajero: “Hay pocas cosas en el mundo más maravillosas que la barrera de coral de Australia”.

CubAhora (internet): “En 1998 -considerado el año más cálido del siglo XX- cuando el agua subió un grado su temperatura, murió el 16 por ciento de los corales del mundo, pero los científicos advirtieron que los futuros cambios en Australia tendrían resultados mucho peores, ya que se estimó que las aguas locales aumentarán su temperatura de 2 a 6 grados en los próximos 50 años”.

Jane Wooldberg, técnica en aparatos de aire acondicionado: “Lo del cambio climático no nos afecta. En Queensland tenemos agua, ríos limpios... A la gente le gusta hablar pero parece que no tenga ojos para ver la realidad, este cielo. Además, ¿sabe lo que supondría cambiar las mecánicas de producción? ¿Quién va a dejar en el paro a gente que montó su negocio de forma legal cuando nadie hablaba de ecología? ¿Cómo se justificaría eso?”.

 

John Berger, crítico de arte, pintor y escritor: “Hoy, en el Oeste, cuando la cultura del capitalismo ha abandonado todas sus pretensiones como tal cultura y se limita a ser simplemente una “práctica inmediata”, la fuerza del tiempo se representa en forma de un supremo aniquilador a quien nadie osa oponerse. El planeta Tierra y el universo se están agotando. El desorden aumenta con cada unidad de tiempo que pasa”.

Guía sobre los pueblos indígenas de Australia: “El mayor arrecife del mundo, la Gran Barrera de Coral australiana, tiene una superficie de 350 000 kilómetros cuadrados en los que se hallan 900 islas, 400 tipos de corales, 1 500 de peces y 4 000 especies de moluscos”.

Paul Marshall, miembro de la Australian Coral Reef Society (ACRS): “Desde el verano austral 2001-2002 nos dimos cuenta, después de sobrevolar 640 de los 2 900 arrecifes que forman la Gran Barrera y de habernos sumergido en 27 sitios, que cerca del 95 por ciento de los corales del Parque había emblanquecido”.

Edward O. Wilson, sociobiólogo: “La superficie de la Gran Barrera de Coral, el yacimiento más grande y más protegido del mundo, se redujo a la mitad entre los años 1960 y 2000. En conjunto, un quince por ciento de los arrecifes de coral del planeta han desaparecido o se han degradado de manera irreversible, y una tercera parte podría desaparecer durante los próximos treinta años si continúa la actual tendencia a la baja. Se calcula que el actual ritmo de extinción es unas cien veces superior al que había antes que los humanos aparecieran sobre la Tierra, y se cree que aumentará unas mil veces o más durante las próximas décadas. Somos el meteorito gigante de nuestros tiempos y hemos iniciado el sexto cataclismo de la historia fanerozoica. Si esta pérdida permanente no remite, pronto llegará la era eremozoica: la era de la soledad”.

 

Mark Carwardine, zoólogo: “La gran mayoría de las extinciones se ha producido en los últimos trescientos años. Y de las ocurridas en los últimos trescientos años, la mayor parte corresponde a los últimos cincuenta años. Y de las ocurridas en los últimos cincuenta años, casi todas han tenido lugar en los últimos diez años. Lo más pavoroso es ese índice de aceleración. Cada año echamos fuera del planeta más de mil especies diferentes de animales y plantas”.

 

Yasutaka Tsutsui, escritor: “Creo que el cambio climático es uno de los motivos por los que se extinguirá la humanidad. Por eso mismo he pensado en escribir algo sobre ese futuro que nos espera”.

 

Charles Darwin, biólogo: “El exterminio de las especies se produce a raíz de cambios en las condiciones externas y del aumento o inmigración de especies más favorecidas. En Australia, las condiciones serían muy favorables para que las especies de esos órdenes se adaptaran para desempeñar papeles en la economía de la naturaleza que en otros lugares serían desempeñados por tribus especialmente adaptadas a esos papeles”.

 

Edward O. Wilson, sociobiólogo: “Las especies invasoras son la segunda causa de extinción de las especies autóctonas, después de la destrucción del hábitat causada por la actividad humana. La creciente marea de invasores está homogeneizando los ecosistemas terrestres”.

 

Charles Darwin, biólogo: “A menudo basta un solo nuevo ser para tener un efecto más allá de nuestros cálculos al ocupar y participar de la subsistencia de otro, de varios o de muchos organismos. Todo ser orgánico aumenta naturalmente en progresión tan alta y rápida que, si no es destruido, la Tierra pronto estaría cubierta por la descendencia de una sola pareja. Aun el hombre, que es lento en reproducirse, se ha duplicado en veinticinco años y, según esta progresión, en menos de mil años su descendencia no tendría literalmente sitio para estar en pie”.

 

Josep García, biólogo: “Las plagas están azotando fuerte en los últimos tiempos y los australianos se inventan fórmulas de lo más raras para combatirlas: hay safaris nocturnos para turistas que vienen a matar canguros. Encienden los focos de los todoterreno para deslumbrarlos y venga, a matar”.

 

Linda Rowe, fundadora de las Croc-Shop: “Cuando llegó el ganado a Cape York, los cocodrilos se multiplicaron. Eran tantos que también empezaron a liquidar las reservas de pescado en los ríos así que hubo que mantenerlos a raya. Por aquí hemos tenido a grandes tiradoras, como Grace Brees y Krys Paulovski. Pero entonces fueron los cocodrilos los que empezaron a escasear y se prohibió la caza... aunque yo aún pude cargarme unos cuantos, mira la portada de mi libro. Ésa soy yo. Hay que defenderse”.

 

(2. Portada del libro)

 

Bruce Chatwin, escritor viajero: “Donde existe el peligro también se desarrolla aquello que salva”.

 

Charles Darwin, biólogo: “En todos los países los habitantes indígenas han sido hasta tal punto conquistados por producciones naturalizadas que han permitido a algunos extranjeros tomar posesión de la Tierra. El cruzamiento entre variedades distintas da vigor y fecundidad a la descendencia”.

 

César Manrique, artista del paisaje: “La consciencia del milagro de la vida y su brevedad me han hecho ver claramente que el sentimiento trágico de nuestra existencia nos empobrece”.

 

Jeffrey Caine, pescador: “Lo que me fastidia de la gente que viene de fuera a escribir es que luego no hablan más que de animales y de aborígenes. ¿Y nosotros? Porque aquí viven personas. ¿O qué soy yo? ¿Soy un erizo? ¿Soy un koala? ¿Soy un emú? Yo soy un tío de 102 kilos, con 43 años y una historia acojonante. Pero busque usted algo sobre la gente que vive aquí. Mucho pez, mucho coral, pero, ¿y las personas? ¿Qué pasa con las personas?”.

 

Jan Morris, escritora: “¿Cuál es la verdadera definición de australiano? Un hombre que mira fútbol en la televisión con un sombrero de felpa en la cabeza y una lata de Foster’s balanceándose encima de la barriga”.

 

Jeffrey Caine, pescador: “Bueno, es verdad, ese Morris habló algo de la gente, pero no sirve, porque él escribió sobre Sydney, y la Gran Barrera no tiene nada que ver con Sidney. Además, por lo que he oído, no puso más que idioteces. Por cierto, es marica, ¿no?”.

 

Mi diario 2007: “El salvajismo del mundo infraacuático se exacerba en esta costa que revela espacios aún vírgenes, enormes y sanos, preservadores de una autenticidad que muchos ya creían archivada”.

 

Linda Rowe, fundadora de las Croc-shop: “Al instalarme, me sorprendió el increíble número de serpientes. Habrás visto a mucha gente caminando descalza en otras zonas del país pero puedes creer que cuando yo llegué aquí nadie del área había sido mordido jamás por una: eran lo bastante astutos para llevar linternas y calzar botas por la noche”.

 

Mi diario 2007: “Las moscas son gigantes en Magnetic Island. Y muerden, afirma Chris mientras conduce descalza el Rolls Royce en una estampa bastante representativa de esta vida lujosamente asilvestrada”.

 

Jordi Serrallonga, arqueólogo y naturalista: “Australia es el país donde menos he podido racionalizar. Tengo muy claro por qué me apasionan África o las Galápagos pero Australia... el caso es que, cuando veo a compañeros con los que viajé allí o a alguien a quien le interesa el tema, podemos pasar horas hablando, entusiasmados”.

 

John Denny, turista de 73 años: “He venido porque quiero ver Cape York y el norte de la Gran Barrera antes de morir... o antes de que se muera ella. Sé que no es un viaje fácil. Nada fácil. ¿Crees que estoy loco?”.

1 comentario

Angeles Prieto Barba -

Acabo de terminar este libro, una sorpresa agradable que nos puede proporcionar todavía la literatura española es ésta: la de los libros de viajes. Gabi renueva el género: te paseas por Australia con una moleskine encima y con los ojos bien abiertos ante los temas candentes y que más nos preocupan, en este caso, el futuro ecológico del planeta.