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Antón Castro

ALBERTO JODRA MARCOS: UN DIÁLOGO

EL CORAZÓN DE LA FIESTA / 4

 

 

ALBERTO JODRA MARCOS. Escritor

 

“Me dejo atrapar por la alegría de todos”

 

 

Antón CASTRO. Zaragoza

Alberto Jodra Marcos (Zaragoza, 1971), nació y creció en el Barrio de las Delicias. Es Licenciado en Filosofía y Letras y escritor. Trabaja en cooperación internacional. Mañana presenta su primera novela, ‘El aroma de la pólvora’ (Edhasa / Castalia. Premio Tiflos), de textura barroca y sabor a odiseas marinas, próxima al mundo poético de Alejo Carpentier o Álvaro Mutis. [Esta entrevista aparecía ayer en Heraldo.es. Hoy, en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, presenta su novela.

-“Pase, por favor, y siéntese junto al fuego”. Así arranca su novela ‘El aroma de la pólvora’. ¿Qué quería contar?

Es una historia de nostalgias por las glorias pasadas y de duelo por los errores cometidos, así que convenía un disfraz de narrativa oral. El propio título alude al recuerdo de algo que ya no está presente pero que lo impregna todo.

 

 

-Dos hombres juegan al ajedrez en un palacio y de repente llega una mujer, Venecia, bellísima. ¡Eso sí que parece una fiesta! ¿Suceden esas cosas en la vida real?

Yo quiero pensar que sí, la vida está llena de momentos sublimes, pero hay que tener la habilidad de reconocerlos a tiempo y disfrutarlos en vivo para después recordarlos como merecen.

 

 

-¿Qué supone para usted esta novela, publicada en Edhasa, que ha ganado el Premio Tiflos?

Desde el plano personal es una recompensa enorme a la emoción de soñar y narrar una historia, especialmente cuando lo haces robándole el tiempo a otras muchas cosas. Desde el punto de vista literario, lo cierto es que aún no lo sé. Espero que alimente al menos cierta expectación y me sirva para abrir nuevas puertas con el siguiente libro.

 

 

-La presenta mañana miércoles, durante las fiestas del Pilar.

Así es, aprovechando que la ciudad tiene la piel más sensible a la cultura y a los sueños. Yo resido en Colombia, y puestos a buscar una fecha para regresar y presentar el libro, no hay mejor que esta, que me permite además disfrutar de lo que la ciudad quiera ofrecerme.

 

 

-¿Existe alguna razón para poner una bomba en la Basílica del Pilar?

No hay razones para poner una bomba en ninguna parte, siempre hay otros caminos para hacerse oír.

 

-¿Qué significa el Pilar para usted?

Alguien dijo alguna vez que la única y verdadera patria es la infancia, y estoy de acuerdo. Las fiestas del Pilar son patrimonio íntimo de mi infancia y de los años vertiginosos de la juventud,  y volver a ellas es como reverdecer gran parte de esa memoria. Es un gusto además ver como la gente de Zaragoza se entrega a lo que ofrezca la calle, por más que la climatología no siempre acompañe.

 

-¿Qué es lo que más le gusta o le disgusta?

Me gusta esa disposición de ánimo por comerse la ciudad, por enamorarse del primero que pase y reírse en compañía. Lo peor es que también se acaba, y después toca apretar los dientes y sobrevivir al invierno.  

 

¿A qué recuerdos están asociados estos días?

Tengo un recuerdo muy nítido del vértigo atrayente que me producían los Cabezudos, una mezcla intensa de terror y de fascinación magnética que me dejaba paralizado. Quería huir de ellos, pero al tiempo quería seguir allí, tentando al peligro. De los años de juventud tengo recuerdos mucho más deformados, consecuencia sin duda de los excesos etílicos que vivíamos en las calles Zumalacárregui y Moncasi. La memoria está llena de anécdotas, pero en algunos casos me temo que no distingo bien entre ficción y realidad. 

 

¿Cuáles son sus espectáculos favoritos?

Cuando era adolescente me encantaban los conciertos de Interpeñas, había una sensación de pertenencia a algo cuando asistías a un concierto de aquellos grupos que escuchabas en los bares el resto del año. Ahora me dejo atrapar por la alegría de todos.

 

Si tuviera que explicarle a un foráneo las claves de las fiestas, ¿qué le diría?

Mi consejo siempre es que se dejen llevar por lo que la calle ofrece, que no se asusten si llueve, hace frío o sopla un viento del demonio, que la brújula se vuelva loca y cada cual aterrice donde encuentre pista libre.  Las fiestas no siguen un guión concreto, sino que se escribe al capricho de zaragozanos y visitantes. 

 

¿Son estas fiestas tiempo de tapeo, de buena gastronomía?

No hay nada que me emocione tanto como hacer un recorrido de taberna en taberna, bebiendo vino y dejándome seducir por un mostrador de tapas. La zona del Tubo es de visita obligada, y si alguien tiene que buscarme estos días, que empiece por allí. 

 

¿Qué le sugiere la Ofrenda?

No pertenezco al colectivo de zaragozanos que disfruta las fiestas en torno a los actos religiosos o a la ofrenda en sí.  La respeto como patrimonio cultural de la ciudad, y siempre emociona ver la plaza del Pilar abarrotada de gente y de flores, pero no he participado nunca. Las fiestas del Pilar ofrecen oportunidades a todo tipo de espíritu lúdico y de sensibilidades, y ahí reside su grandeza. 

 

Has situado tu libro en un pueblo pesquero. ¿Le parece que Zaragoza es una ciudad literaria?

Por supuesto, Zaragoza tiene una historia y un encanto que puede rivalizar con cualquier otro escenario. De hecho estoy trabajando en una nueva novela que transcurre en buena parte durante los años 20 en la ciudad, cuando la vida ciudadana se ve sacudida tanto por los avatares del progreso industrial como por la respuesta anarquista a la desigualdad social. Hay infinidad de temas para escoger, como corresponde a una ciudad que tiene una identidad tan marcada como cruce de caminos. 

 

 

¿Qué nos recomendaría para estos días, qué libro, qué serie de televisión...?

En cuanto a libros, me gustó mucho la novela de Jesus Carrasco, ‘Intemperie’, un libro breve pero contundente, ideal para una tarde de lluvia o un vuelo transoceánico. ¿Series? Soy seguidor de unas cuantas, destacaría ‘Boardwalk Empire’ por la cuidadosa puesta en escena y el trabajo de Steve Buscemi.

 

 

¿Qué tal se lleva con la jota?

Pues sinceramente no nos llevamos mucho, la verdad. Mi madre se empeñó en llevarme a unas clases cuando era un crio, pero no pasé del punta tacón, un dos tres.  

 

¿Recuerda algún pregón especial, algún pregonero?

Recuerdo un pregón de Víctor Fernández, creo que fue después de ganar la Recopa, y entonces sentíamos que el Real Zaragoza era el mejor equipo del mundo. Las cosas han cambiado un poco desde entonces, ¿no?

 

¿Quién ha sido el gran personaje de tus Pilares?

No sabría decir un personaje en concreto. Si recuerdo con especial nostalgia un concierto de Barricada en el antiguo matadero de Miguel Servet, fue memorable. No me preguntes que año, entonces las fechas no importaban. 

 

¿Qué le parece el cartel de este año?

Me gusta, atrae la mirada y llama la atención, lo que es sin duda el propósito principal de un cartel de fiestas. Una apuesta sugerente y rompedora respecto a otros años.  

 

*He tomado la foto de Alberto Jodra de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-2042643f4beca213c9d3b4c3cd0770e9.jpg

 

 

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