CARLOS CASTÁN DEBUTA EN LA NOVELA
Carlos Castán debuta en la novela
Tras cuatro libros de cuentos, el escritor presenta ‘La mala luz’ (Destino), una narración sobre el miedo, la amistad, la obsesión y el crimen
[Este texto apareció ayer en ’Heraldo.es]
“Sin lugar a dudas, ‘La mala luz’ es una historia que tiene mucho de recuento, de mirada retrospectiva y a veces amarga sobre lo que uno es o cree haber sido. La muerte –su cercanía, su inminencia- es un buen disparadero para este tipo de reflexiones: a qué distancia estoy de quien quise ser, en qué momento se torció el camino, qué dirían de mí los investigadores y qué diría de mí quien pudiese asomarse de verdad al corazón. Y cuestiones como por qué episodios azarosos y banales se quedan para siempre en lo que sería la película de una vida al tiempo que una masa enorme de millones de acontecimientos, seres y horas se ve absorbida por el olvido”, explica Carlos Castán (Barcelona, 1960), que acaba de publicar su primera novela, tras varios volúmenes de relatos, elogiados por doquier: ‘Frío de vivir’, ‘Museo de la soledad’, ‘Sólo lo de lo perdido’ o ‘Polvo en el neón’, que era un cuento largo y un viaje por la Ruta 66, con fotografías de Dominique Leyva.
‘La mala luz’ cuenta la historia de un hombre, separado y con la sensación de que ha fracasado en la vida, que tiene un gran amigo: Jacobo. Ambos han poseen vidas bastantes paralelas: les apasionan los libros, la música, el arte, las bellas mujeres, y tienden a desmadejar el hilo de la memoria para conocerse mejor y quizá por el puro placer de recordar. Los dos se acaban de mudar a Zaragoza. Y no solo eso: Jacobo y el narrador habitan en un mundo atormentado y tienen la sensación de que “ando muriendo esta noche” o de que habitan “una muerte propia”. Explica el novelista: “Son viejos amigos. Han compartido lecturas y miles de horas de conversación y confidencias. Además, sus vidas han discurrido de forma más o menos paralela y su momento vital, por tanto, sobre el papel no difiere mucho”. Aunque la novela es introspectiva, psicológica y tal vez neorromántica, bastante avanzada la trama ocurre algo que le da un carácter de novela negra, por decirlo así: Jacobo ha sido asesinado en su propia casa. Y ahí aparece el tercer personaje clave: Nadia. No se puede ni se debe desvelar más.
Carlos Castán ha escrito una novela personalísima sobre el dolor, la culpa y la identidad, sobre la relación entre padres e hijos, sobre la melancolía de existir. Y también sobre los amores perdidos y recobrados en el recuerdo. Concluye el narrador, que se ha instalado en Zaragoza tras muchos años de residencia y de clases en Huesca: “Hay un verso del poeta Paul Celan que funciona un poco como lema del libro, ‘estábamos muertos y podíamos respirar’. Creo que, en parte, es un libro sobre la pervivencia de lo que se ha ido, la forma que tienen las cosas de no marcharse del todo: el rastro, las huellas, los vestigios que quedan de lo que ya no está”. No solo Celan está presente en el libro, sino la espiral de evocaciones y de sensaciones de Proust o el mundo, las pasiones y los libros de Marguerite Duras. Quizá otra frase del narrador resuma el espíritu del libro, esa expansión de lo íntimo hacia lo universal y lo histórico: “Toda vida humana encierra en sí misma la historia de su siglo”.
‘La mala luz’. Carlos Castán. Destino: Colección Áncora y Delfín. Barcelona, 2013. 227 páginas. [La presentación tuvo lugar ayer viernes, 25 de octubre, en Los Portadores de Sueños. Con la editora Silvia Sesé y el escritor y periodista Sergio del Molino. Esta foto es de Lydia Solans, de su serie 'El guapo de la foto'.]
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