Blogia
Antón Castro

ELÍAS MORO: DE 'MANGA POR HOMBRO'

[Elías Moro Cuéllar publica 'Manga por hombro' (Isla de Siltolá), una selección de entradas de su blog. Me envía una selección de textos.]

 

Confidencia

“A mi padre lo mataron, ya ves tú, por un quítame allá esas pajas. Con lo que él era. Era muy pendenciero mi padre. Siempre enredado en broncas y peleas por su soberbia y mal pronto.

Que si tú qué miras; que si lo que me sale de ahí; que si mira que te doy; que si qué vas a dar tú, mierdecilla…

Ya sabes cómo empiezan estas cosas: machadas de gallitos que no soportan que otro escarbe en su corral.

Pues mira tú por dónde, aquella noche resultó que el otro gallito tenía los espolones más recios. Y quien dice espolones, dice una albaceteña de muelles como para quitar el hipo.

Tres navajazos, tres, le metió en el hígado, el cuello y el pulmón izquierdo.

El gallo que era mi padre dejó de cacarear de golpe, se le aflojó la cresta, y se quedó, en un pispás, como suele decirse, pajarito, más tieso que la mojama, fiambre total.

Más tranquilos que nos quedamos en casa…

Hasta los huevos estábamos de él.

Porque la verdad es que mi padre era un cabrón con pintas que bien se lo merecía.

Venga, hombre, tómate otra, no pongas esa cara.

Son cosas que pasan”.

 

 

 

Dudas

1.- ¿Sabríamos qué hacer si supiéramos qué pasa?

*****

2.- Entre el paréntesis cartilaginoso de las orejas, sobre la simetría de los hombros y la breve columna del cuello, adornada buenamente con los ojos y las fosas nasales y en contradicción casi permanente con las palabras y argumentos que salen de mi boca, esta cabeza coronada de dudas, sembrada de indecisiones.

*****

3.- Camino solo, con la eterna duda a cuestas de si estoy en la mejor compañía.

*****

4.- No tengo ninguna duda de que estaríamos mucho mejor -tú, yo, el mundo en general…- si algunas ideas no hubieran encontrado nunca las palabras para expresarse.

 

*****

5.- Duda. Vacilación del ánimo acerca de si es mejor huir o esconderse para escapar de las certezas. Este inútil titubeo no es más que una lamentable pérdida de tiempo, ya que ninguna de ambas posibilidades suele servir para nada, pues las citadas convicciones, sin ninguna duda o dificultad especial, encontrarán tu escondite y te darán tu merecido.

 

*****

6.- Poética

Antes del poema, lo sé; al terminarlo, lo dudo.

 

 

 

 

 

 

Mujer

 

“El mal gusto conduce al crimen”
Proverbio francés

 

Hay una mujer sentada a una mesa tomando un té, sola, con la mirada perdida vete a saber dónde, acaso en su mundo interior más que en algo externo y visible.

De vez en cuando sonríe para sí, como si estuviese planeando un robo o un asesinato y encajaran por fin todas las piezas del plan.

De edad indefinida, es hermosa, con ese punto de belleza y madurez de algunas mujeres que las hace mucho más apetecibles y elegantes que cuando tenían -pongo por caso- veinte años: como esa fruta que te ofrece su zumo y su pulpa en el momento justo de textura y dulzor.

De repente, rompiendo el encanto de la situación llega un tipo hosco, vociferante y grosero bamboleando tripa y papada de manera indecorosa; se acerca a la mesa donde está la mujer, aparta de un manotazo innoble su bolso de la silla, y derrama de golpe sus grasas sobre el asiento mientras agarra el periódico deportivo y exige una cerveza a gritos.

Ni siquiera le dirige la palabra. Ni siquiera un beso de compromiso en las mejillas, un mínimo gesto de cariño o de respeto.

Un fulano tan zafio que tendría que estar tipificado como delito en el Código Penal.

Estoy por sospechar que es de esos impresentables que se largan sin pagar siempre que pueden. O un canalla que, en vez de auxiliarte, te robaría la cartera y el reloj tras un accidente.

Si el tipo se marcha pronto -antes de que acabe mi copa, que hoy voy con prisa-, pienso acercarme a la mujer y rogarle que me deje participar en el asunto.

Pero si no hoy, mañana la espero aquí mismo de nuevo para hacerme su cómplice a la hora de quitarlo de en medio.

 

 

 

 

 

 

 

Aforismos de septiembre

Para Jordi Doce

 

Si te consideras un hombre bueno, disponte a convertirte en diana.

*****

Hoy me duele lo de siempre como nunca.

*****

Los que se envuelven en banderas pierden toda perspectiva sensata.

*****

Duermo desnudo para que mis sueños no encuentren más obstáculos de los necesarios.

*****

En cuanto te conozcas bien a ti mismo, querrás no haberlo hecho.

*****

Paseaba su ataúd en la mirada.

*****

Las cicatrices del héroe a modo de sangrienta y perenne condecoración.

*****

Aliviaba su soledad de todos los días comiendo frente al espejo.

*****

Hay risas tan falsas que suenan como campanas tocando a duelo.

*****

Siguiendo el dictado de los espejos, las demás cosas empezaron a devolvernos la mirada.

 

 

 

Tranvías

 

Tranvía ausente

Ha debido de llover o nevar hace un rato. O está a punto de hacerlo, quién sabe. Hay una gélida costra en el cielo que trasmite un frío húmedo a los ojos de quien contempla la imagen. El tranvía -ausente luciérnaga, oruga huida, reptil de hierro en fuga- ha dejado tras su paso, en medio de los raíles, una silueta femenina a contraluz con un pie medio borroso y en suspenso, un paraguas que ha olvidado cómo cerrarse cuando ya es inútil, algunas leves presencias al fondo en medio del cruce desolado y gris.

Aún se sospecha un rumor de temblores en el aéreo y electrificado acero donde a veces se posarán vencejos para sentir una vibración repetida, no muy distinta a sus exactos, frenéticos aleteos.

Cuando esa mujer (¿hacia dónde va, quién la espera, cuál el por qué de ese luto?) acabe de pasar ante el objetivo, es posible que vuelva a llover. O a nevar. O que otra distinta luz, más cálida, alumbre una vaga melancolía y la fije, perenne e indeleble, en la memoria.

 

*****

 

Postal desde Lisboa

He tomado un licor donde el poeta aliviaba el desasosiego. Paseo por el Bairro Alto y me detengo a mirar con asombro los viejos escaparates llenos de ruinosos cachivaches. En una esquina, bajo un cielo de cornisas y balcones de hierro forjado, alguien sin edad ofrece periódicos atrasados, libros antiguos y cartas polvorientas de amor con una letanía barroca de mercachifle. Le compro esta postal donde te escribo, y al pagarle me devuelve una sonrisa que vale por lo menos mil escudos. Veo partir los tranvías y tomo uno de ellos -diminuto, de madera y bronces- que desciende con parsimonia por una calle en cuesta que se precipita al puerto. Compro tabaco en un lugar que ha soportado cien guerras, un túnel oscuro en Rossio con aroma a siglos y frescos como de angelotes pintados en el techo. Con una bolsa de hule en las manos pasa una vieja enlutada por la pena. Viene, desde alguna ventana, una música triste y suave, un olor a herrumbre y sal impregna el aire.

Anochece, mi amor.

El mar de paja me moja los pies

y atracan mansamente los últimos ferrys.

 

*****

 

Los tranvías de Kafka

Contemplo una vieja fotografía de Praga: los toldos abiertos del mediodía, la placidez de los transeúntes, algunas farolas que quizá ya no existen.

Casi puedo oír el ritmo acompasado de un carruaje sobre el empedrado del cruce, el estrépito metálico de un trío de tranvías. Detrás de alguna ventana, un oficinista rellena formularios mientras piensa El Proceso, o la Carta al padre o, metáfora terrible, La Metamorfosis.

Gregorio Samsa sueña que es Joseph K. que sueña que es Franz Kafka.

Y viceversa.

 

*****

Haiku del tranvía

Barre el tranvía

los viejos transeúntes

entre raíles.

 

-Las fotos las he tomado de aquí, y son todas de Frank Horvat.

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-4070fe2911728211df9df92c41465bfa.jpg

 https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-d1ceb9e65221df66d07c83d65105957d.jpg

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-93dc5155cdba67925dc700b46edcd3f1.jpg

 

 

1 comentario

Elías Moro -

Gracias, querido Antón, por partida doble: por tu generosa complicidad y las puertas siempre abiertas de tu casa.
Las fotografías, como siempre, una delicia.

Abrazos.