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Antón Castro

ATXAGA, UZCUDUN, PERICO, ROCA...

Cuentos de domingo 

 

Atxaga y Uzcudun

 

El boxeo formó parte del imaginario popular e inspiró a escritores, cineastas, pintores o músicos. Algunos como Nabokov, Hemingway o Conan Doyle lo practicaron; otros, desde de Ring Lardner, Jack London, Norman Mailer o Ignacio Aldecoa, lo contaron como nadie. Dylan, Simon & Garfunkel, Bunbury o Quique González le han dedicado canciones. Quizá quien mejor haya intentado explicar su complejidad y su brutalidad haya sido una mujer, en ‘Del boxeo’ (Tusqutes): la frágil Joyce Carol Oates, a quien su padre llevaba a los combates de niña. ‘La edad de oro del boxeo. 15 asaltos de leyenda’ (Libros del KO) es una antología de Manuel Alcántara, el mejor cronista del pugilismo de España. Dice de Perico Fernández, cuando se proclamó campeón del mundo de los superligeros ante Furuyama en Roma: “Ha sido un combate entre un poeta y una computadora (...) Ya tiene el boxeo español su ‘Niño de las Monjas’, su ‘Currito de la Cruz’, su hombre con leyenda, su campeón juvenil y peculiarísimo”. Julià Guillamón publica ‘Jamás me verá nadie en un ring.’ (Comanegra), la historia de un púgil modesto, Pedro Roca, que tuvo una fugaz carrera y redactó ‘De boxeador a literato (1932), que muestra la grandeza y miseria de este deporte y “el surrealismo involuntario” y fascinante de este autor que recibió paliza tras paliza y fue objeto de la risa cruel de sus seguidores. Bernardo Atxaga estuvo en Zaragoza, en Los Portadores, con ‘Días de Nevada’ (Alfaguara), un libro de campus, un diario, un cuaderno de viaje, una novela abierta. Hay situaciones inquietantes: el extravío en el desierto, la aparición de una serpiente de cascabel, la amenaza de un violador que acecha, el recuerdo de Marilyn. Atxaga, que es un actor-púgil que se faja contra su infinita timidez, le dedica algunas páginas a Paulino Uzcudun. La figura del campeón vasco de los pesados le había perseguido de la infancia. Recuerda sus mejores peleas –con Max Baer, Primo Carnera o Max Schmelling - y cuenta una historia en la que el héroe inicia su caída hacia la nada. Lo vapulearon Joe Louis y la gente, que “descubrió” que se había entrenado con presos del franquismo. 

 

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