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Antón Castro

'GOLAZO' Y UN CUENTO DE PISÓN

'GOLAZO' Y UN CUENTO DE PISÓN

Felisa Ferraz cuenta: "Hace unos meses descubrimos ‘Golazo’, una iniciativa que se desarrolla en Cali con el fin de alejar a los niños de la violencia callejera y el absentismo escolar por medio del fútbol. La Fundación Carvajal, que tiene mucho prestigio en Colombia, junto con Ayuda en Acción, son las instituciones que están detrás de esta idea”. Así ha nacido el libro 'Golazo', que se presenta el miércoles 25, a las 20.00, en la Aljafería. El volumen lleva unas espectaculares fotos de José Calvo que encarnan el más modesto e infinito sueño del fútbol.

Este es uno de los cuentos de Ignacio Martínez de Pisón: 


LA GLORIA DEL SUPLENTE


Ignacio Martínez de Pisón

No hay ningún niño que en algún momento no haya querido
ser futbolista. No lo había al menos entre mis compañeros de
colegio. Después, la escasa destreza con el balón y las malas
condiciones físicas iban poniendo a cada uno en su sitio y
apartando de esa afición a muchos de ellos. Yo, que ni era
hábil con el balón ni destacaba por mi fuerza, mi estatura o mi
velocidad, perseveré durante anos en la práctica de un deporte
que no estaba hecho para mí. ¿Cómo me las arreglé para
conseguirlo? Muy sencillo: conformándome con el papel de
suplente. Mientras todos ansiaban jugar, yo aspiraba a ver todo
el partido desde el banquillo. Acompañaba al equipo, me vestía
como el equipo, hacia los ejercicios de precalentamiento con
el resto del equipo. Me sentía parte del equipo porque de hecho
lo era. Pero, por el bien del propio equipo, siempre confiaba en
que no faltara ninguno de los que jugaban bien y el entrenador
no tuviera que recurrir a mí. Si este alguna vez, por lastima
o necesidad, me hacía saltar al campo los últimos minutos,
yo procuraba pasar inadvertido, alejándome de la jugada,
escondiéndome detrás de los jugadores rivales.
Fui suplente del equipo de mi colegio durante dos o tres anos.
Que no tuviera la menor intervención en las victorias o las
derrotas no les restaba trascendencia. Aunque no hubiera
participado en el partido, la dicha de la victoria me pertenecía
en la misma medida que el dolor de la derrota. ¿Por qué no habría
de ser así? Si los seguidores de un equipo consideran suyas las
victorias y las derrotas, con más motivo yo, que al fin y al cabo
formaba parte de la plantilla.
La vida de la mayoría de los futbolistas profesionales es bastante
más desdichada y precaria que la de esas estrellas del futbol
que estamos acostumbrados a ver en la televisión. Soñar con
convertirse en futbolista puede que sea preferible a convertirse
en futbolista. Todos los niños del mundo tienen derecho a
sonar. Hay que alimentar esos sueños, capaces de florecer en
esos campos de tierra y esos lodazales en los que siempre ha
brotado la autentica épica del futbol. Que solo unos pocos
puedan luego ver enteramente cumplidos sus sueños no es
razón para desanimarse. Esos pocos seguirán siendo un modelo
para la siguiente generación de niños, que siguiendo sus pasos
descubrirán también el valor del esfuerzo y el compañerismo y
disfrutarán sin duda de no pocos momentos de gloria. Aunque
sea de la modesta gloria del suplente.

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