XAVI AYÉN: UN DIÁLOGO
Entrevista. XAVI AYÉN. Periodista cultural. Autor de ‘Aquellos años del boom’ (RBA, 2014)
“Calaceite es una ciudad literaria del boom”
Xavi Ayén (Barcelona, 1969) es periodista de 'La Vanguardia' y autor, con el fotógrafo Kim Manresa, de un delicioso libro: 'Rebeldía de Nobel' (El Aleph). Invirtió diez años de trabajo en la redacción de 'Aquellos años del boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo', un formidable ejercicio de periodismo cultural y de investigación. El libro mereció el premio Gaziel de biografía de 2014, que convoca RBA, y se presenta hoy en la librería Cálamo. Ahí se habla de la amistad y la ruptura de García Márquez y Vargas Llosa, de Cortázar y de Carlos Fuentes, de Barcelona como foco esencial de la literatura latinoamericana de los años 60 y 70, de Carlos Barral o de las influencias y la audacia de Carmen Balcells, agente literario de Gabo, Vargas Llosa o José Donoso, el escritor chileno que vivió alrededor de un lustro en Calaceite. Hace algunas semanas, Xavi Ayén viajó a la villa del Matarraña para presentar su libro.
¿Cuál es la importancia real del vínculo Calaceite con el boom?
Calaceite es el refugio para aquellos miembros del boom que no triunfaron comercialmente. Los chilenos Donoso y Wacquez lo convierten en su lugar de residencia fijo y atraen allí a todos los otros autores: Vargas Llosa, Edwards, García Márquez, Fuentes… todos visitaron Calaceite, que aparece así, por méritos propios, en el mapa mundial del boom. Es increíble que una localidad de 1.500 habitantes concentrara tal densidad de escritores de primera línea. Allí se escribió, además, la parte final de 'Historia personal del boom' o las 'Tres novelitas burguesas' de Donoso, y partes de 'Casa de campo'.
¿Fue Calaceite una especie de refugio de fin de semana de autores como Gabo, Vargas Llosa, Cortázar a veces, etc.?
Sin duda. Con más o menos periodicidad, acudían allí, atraídos por lo exótico del lugar, su aislamiento mediático y las esencias de una España rural que desconocían, lo ven como un lugar "aún no prostituido", un remanso de pureza frente a la corrupción del mundo editorial. Frente a un Cadaqués carísimo y dominado por la gauche divine, o a un Calafell que era el reinado de Carlos Barral, Calaceite -aún conteniendo aspectos y personajes de esos otros mundos- erige una personalidad propia y, esto es importante, es una ciudad literaria construida por los propios autores del boom, no algo que ya se encuentran hecho cuando llegaron. A la mayoría les gustaba para eso, para un rato o un fin de semana porque, como decía el mundano Edwards, “cómo resistir estos fríos, estas lluvias, estos silencios”.
José Donoso es el personaje más complejo del libro. O uno de ellos. Amargado, sin suerte, poco reconocido, homosexual más o menos secreto... ¿Cómo fue su vida en el Matarraña, qué significó para él ese período?
Irse a Calaceite supuso para él una frustración inicial. No tenía dinero para comprarse una casa en Barcelona pero sí en aquel lugar. Fue su vocación literaria la que le llevó allá, pues sabía que en aquel lugar podría dedicarse a escribir, sacrificando otras cosas. No congeniaba con los vecinos y tenía que traerse a sus amigos de fuera. Neurótico hasta límites indecibles, vivió por momentos su estancia como algo muy duro de soportar, algo extremadamente solitario, pero lo cierto es que allí escribió algunas de sus mejores páginas, el balance literario es muy bueno (por eso había venido). No así el familiar, con una esposa e hija maltratadas psicológicamente y los estragos del alcohol planeando sobre todos. Se sentía el marginado del boom, y con razón, pues hasta la prensa de su país inició un debate sobre por qué no había escritores chilenos en el boom… lo que acabó de rematarlo.
Habla mucho de Mauricio Wacquez, otro escritor, y traductor, chileno. ¿Qué le atrajo del Matarraña?
Siguió a su amigo Pepe Donoso y le gustó el lugar. Sus medios económicos precarios le recomendaban vivir en un lugar barato. Aunque se trataba de un entorno rural, el aislamiento del lugar y sus pocos vecinos le permitían vivir su relación homosexual con una sensación de mayor libertad que en una gran ciudad. Y, claro, allí encontró el tiempo y el ambiente necesarios para, también, escribir. Dandy alegre, aunque capaz de sumirse en profundas depresiones, fue la amistad con Donoso lo que le hizo disfrutar más el pueblo. "Cuando se fue Pepe, se acabó la felicidad", llegó a decir, acaso exagerando.
¿Qué sabe de las estancias de Buñuel en Calaceite, de las conversaciones con José Donoso? Existen fotos de ambos...
Planearon el rodaje de la novela 'El lugar sin límites' de José Donoso, que Buñuel mismo quería dirigir. Al final, el guión lo hizo el argentino Manuel Puig y la película la dirigiría un discípulo de Buñuel, Arturo Ripstein, en 1977. A Donoso le desesperó la tardanza y tuvo algunos encontronazos con Buñuel por este tema, hasta el punto de que giraba de cara a la pared el retrato suyo que tenía colgado. Por eso le escribe: “Tengo que comunicarte que hoy me traen seis toneladas de leña. Son para hacer la fogata en que quemaré tu foto si no me haces la película: te mandaré las cenizas. También te mandaré la cuenta de los psiquiatras míos, de mi mujer y de Pilarcita”.
Comenta que Donoso impartió talleres literarios en Calaceite...
Donoso aprendió en Iowa la técnica de los talleres literarios y fue una obsesión suya importarla a España o, más tarde, a Chile. En Calaceite, se hicieron reuniones informales con algunos de sus visitantes de fin de semana o de verano, entre ellos Ana María y Terenci Moix o Elsa Arana. Ya los formaliza como taller, con alumnos inscritos y horarios, en Sitges.
Explica los motivos de la ruptura de García Márquez y Vargas Llosa, dos premios Nobel y grandes amigos durante mucho tiempo. ¿Qué pasó?
Fueron muy amigos, se decía que sus viviendas estaban comunicadas, eran brillantes, talentosos, con gran empatía. Luego la vida los separó. En medio de una crisis matrimonial que estaba atravesando Vargas Llosa, García Márquez tuvo una conversación con Patricia, la mujer de Vargas Llosa, y cometió una indiscreción que motivó el enfado de su amigo, que no podía comprender por qué había actuado así su amigo. Algún tiempo después, en 1976, se encontraron en México, y García Márquez se acercó para darle un abrazo a Vargas Llosa y éste le dio un puñetazo que lo tumbó al suelo. Así se deterioró esta gran amistad y así comienza, en cierto modo, el libro.
*Esta entrevista se publicó ayer en Heraldo.es
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