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Antón Castro

LA MUERTE DE OTTAVIO BOTTECHIA

LA MUERTE DE OTTAVIO BOTTECHIA

LECTURAS DE VERANO / 9

 

LAS UVAS DE LA IRA

 

La extraña y jamás esclarecida muerte de un doble

campeón del Tour, el italiano Ottavio Bottecchia

 

El ciclista, ganador en 1924 y 1925 y enemigo de Mussolini, apareció con el cráneo roto en un viñedo en junio de 1927

 

 

Antón CASTRO

El Tour de Francia ha forjado un sinfín de héroes. Uno de ellos, el considerado padre del ciclismo italiano que anticipó a Bartali y Coppi, fue Ottavio Bottecchia, que nació en San Martino di Colle Umberto, en el Friuli, en 1894. Pertenecía a una clase muy modesta. Solo acudió dos años a la escuela y cuando se hizo albañil, un albañil niño, apenas sabía leer. El extraño azar jugó a su favor: durante la I Guerra Mundial se incorporó al ejército y peleó con los Bersaglieri, una unidad de infantería que realizaba sus servicios en bicicleta. Esa ocupación le sirvió para convertirse en ciclista y recibir alguna que otra distinción. Tenía un gran amigo en las carreras, Alfonso Piccin, que le enseñaba a leer la ‘Gazzetta dello Sport’ y algunos folletos antifascistas.

Bottecchia era reservado, tímido, humilde, educado y aborrecía las doctrinas de Betino Mussolini. En 1923 corrió el Giro, destacó pero solo fue quinto; al parecer lo vio correr Henri Péllisier, una de las grandes figuras del momento, ganador del Tour, y lo invitó a incorporarse a su equipo, el Automoto-Hutchinson. Con él participó en el Tour y dio una lección de pundonor, de versatilidad y de ambición: lució el maillot amarillo en dos ocasiones, pero al final le venció su jefe de filas, que vaticinó su futuro: “Ottavio ganará el próximo año”.

No se equivocó. Venció en 1924 y en 1925. En 1924 se hizo con el liderato en la primera etapa y ya no lo cedió; es cierto que dos de sus rivales, los hermanos Henri y Francis Péllisier, abandonaron y Lucien Buysse no le pudo aguantar el ritmo. Al año siguiente, repitió el título. No por ello se volvía engreído; su frase más famosa era: “Solo soy un obrero de la bicicleta”. Era una figura nacional: conmovieron tanto sus triunfos que el diario ‘La Gazzetta dello Sport’ recogió dinero para él a modo de gratificación. Era el primer ciclista italiano que conquistaba Francia. Los especialistas decían que era buen rodador y velocista, un espléndido escalador y que tenía un gran amor propio como demostró en el Tour de 1926. Allí, enfermo, bajo un infernal aguacero, hubo de retirarse. Lo hizo con lágrimas en los ojos.

La vida empezaba a torcérsele. Ese mismo año, su hermano menor Umberto fue arrollado por un coche. Y al año siguiente, un 3 de junio de 1927, un campesino lo halló en una calzada de San Martino con el cráneo roto y varios golpes en los brazos. Estaba solo y a unos metros de su bicicleta, en un viñedo. Lo llevaron a un bar y luego al hospital. Resistió doce días. Se dijo que se había muerto de accidente, tras una insolación. Y su familia fue indemnizada. Caso cerrado. Pero pocos, muy pocos quedaron satisfechos. El misterio ni se cerraría ni se ha cerrado: algún tiempo después, un hombre fue detenido en Nueva York y confesó que, por encargo de los camisas negras de Mussolini, había matado al ciclista y a su hermano. 90 años después de su segunda victoria en ‘La Gran Boucle’, que hoy finaliza en París, el enigma continúa...

 

 

LA ANÉCDOTA

A lo largo del tiempo se han sucedido las conjeturas acerca de su muerte: pudo haber sido una venganza de Mussolini o un crimen pasional, no esclarecido. Algunos años más tarde, ya en su lecho de muerte, el campesino que lo había encontrado dijo que él lo había matado con una gran piedra porque lo había sorprendido robando sus uvas. Lo paradójico es que, a mediados de junio, no era ni es tiempo de uvas...

1 comentario

Octavio -

magnífico!
la edad de oro del ciclismo y la política, tan unidos en Italia.
un cordial saludo