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Antón Castro

BUSUTIL: DE VIRGINIA GALVIN

[En su sección Marcapáginas de 'La Opinión de Málaga', el escritor y periodista Guillermo Busutil reseña el libro ’La vida en cinco minutos’ de Virginia Galvin que ha publicado el sello Círculo de Tiza. Ella es subdirectora de ’Vanity Fair’, de donde tomo la foto, y el libro nace de un blog que empezó hace seis años.]

 

BAUDELAIRE ES MUJER

 

GUILLERMO BUSUTIL

Virginia Galvin es una flaneur. A cualquier hora del día. Da igual el lugar. No importa si camina bajo la lluvia, si refugia su tarde dentro de un libro, si asiste a  un desfile de moda, si conversa y escucha en una cena cultural. Tampoco si bebe consigo misma en la barra de una isla de carretera. En cada momento caza instantes. No puede evitarlo. Tal vez sea por su instinto natural, por su curiosidad de periodista, o porque necesita llenar sus insomnios, una vez en casa y con los tacones desmayados en el suelo. Virginia Galvin sabe que leer es entrar en la vida diaria, abierta a todas las vicisitudes e impresiones que salen al paso. Que leer es sentarse en el metro, mirar alrededor del café, afinar el oído a favor del ruido y la respiración humana, descoser las apariencias, y preguntar qué hay detrás de cada cosa. Incluso detrás de uno mismo. No sé cuando leyó a Baudelaire pero está claro. Su sello flaneur desciende de él. «El amante de la vida hace del mundo entero su familia. Penetra en la multitud y se transforma en un caleidoscopio dotado de conciencia que, en cada uno de sus movimientos, reproduce la gracia intermitente de todos los fragmentos de la vida».

Así es Virginia Galvín. O al menos lo cumple a rajatabla en La vida en cinco minutos. En cada uno de los capítulos en los que conversa acerca de los ex, de la maternidad, de la comunidad de vecinos, de la familia, de las diferencias entre pareja y amor, del naufragio que cada uno esconde, del sexo, de la ficción de los viajes, de la literatura, de la anatomía de una maleta, de cómo divorciarse de un amigo o del sueño recurrente de despertarse y tener la cocina recogida. La vida es su chistera. Sus huellas, las palomas, los pañuelos y los naipes con los que prestidigita el aliento de un instante que estalla, igual que una burbuja de humanidad, entre la prisa mecánica y los señuelos de la supervivencia. Y esa magia, inteligente, irónica, con una pizca de aséptico escepticismo y un pellizco de ternura, la escribe como quién conversa con sus lectores. Lo mismo que si estuviese haciendo un striptease de sus accidentes, de las ilusiones que se perdieron, de los últimos sueños a los que uno se arriesga. Y también de las gratitudes que se valoran desde la experiencia. Sus piezas son como raspar un callo molesto y sanar con un beso una cicatriz que no ha mudado la piel del todo. El expurgo y el bálsamo alambicados en una madurez en paz consigo misma, elegante y vital, brillante en la carne de la literatura, y en el dibujo que traza con ella. Su herramienta es el lenguaje que –como ella defiende– debe suceder entre el gozo y el látigo, y al que nada le sobre ni le falte. Cada término debe iluminar un tramo del túnel. Y a fe que lo consigue, conforme escribe esta forma de conciliarse con los desperfectos humanos de la vida y sus relaciones.

A Virginia Galvin no le gusta que le mientan, que le impongan ni que la clasifiquen. Quizá por eso mismo su estilo no se esconde, se mestiza, se alza y se escapa entre sus lecturas de Carver, de John Berger, de Lorrie Moore, de Virginia Woolf, de Susan Sontag y Dorothy  Parker. De cada uno un rasgo, de todas su espíritu y al final la rebelde flaneur que se encara sin remilgos, sin rellenos chick-lit, sin tensión dramática ni moralidad zen, con las cosas corrientes que nos identifican, nos equivocan y nos reeducan. Son lecciones compatibles y compartidas dentro de un libro unisex en el que regala palabras, sentido común, humor y arte culinario con emociones. En los tranche de vie de sus historias puede picar ajo, meter guindilla, espolvorear perejil y quemar el azúcar para convertirla en crema brulée. El resultado es una deliciosa receta contra la estupidez, la impostura, los yugos, los miedos, el soufflé de los conceptos de moda. Y lo consigue porque casa con exquisitez las emociones comunes, lo doméstico y el periodismo literario. Porque es chispeante al desmaquillar tópicos y tabúes, y porque no deja de la vida cotidiana casi ninguna incógnita sin resolver. La vida en cinco minutos, un excelente manual flaneur para este siglo tan confundido.

 

FICHA
La vida en cinco minutos
VIRGINIA GALVÍN
CÍRCULO DE TIZA
20,90 €

 

Círculo de Tiza publica este libro de Virginia Galvín, una suerte de bitácoras de la vida de una mujer madura que no quiere sentirse encorsetada en una sociedad que pide mucho y ofrece poco.

 

 

http://www.opinionmalaga.com/especiales/libros/2015/09/07/baudelaire-es-mujer/

1 comentario

Virginia Galvín -

¡Muchísimas gracias por compartir esta columna, Antón! Un abrazo.