'DESTELLOS' DE MARISA LÓPEZ MOSQUERA
MARISA LÓPEZ MOSQUERA: UN CUENTO DE AMOR, 'DESTELLOS'
Marisa López Mosquera es una escritora coruñesa. En Facebook su dominio eshttps://www.facebook.com/marialuisa.lopezmosquera. Es escritora: cuentista y novelista, y una excepcional lectora. Me envía este texto tan delicado, lleno de misterio, emoción y embeleso.
DESTELLOS
Por Marisa López Mosquera
El día de la boda le sintió lejano, partícipe y solícito, como rodeado de esa luz que vuelve extraños a los más próximos en momentos trascendentales. Fue su sonrisa relajada y queda, la mirada arrobada con la que parecía querer inmortalizar ese instante, fue la inmediatez, la actitud deferente, el gesto próvido y rumboso. La felicidad se aparece a ráfagas hasta diluirse como el humo de una bocanada suave y entonces no fue distinto aunque fue diferente, porque esas imágenes persistieron como parte de un recuerdo tenaz. En ella, al menos. Todo parecía formar parte de un juego de efectos especiales, la sombra claroscura que cruzaba su rostro; el bello reflejo (franco e imborrable) de la plata que le colgaba al cuello como por descuido, un tímido trisquel que le asomaba al vello del pecho sobre los cuellos de la camisa, como un atisbo de curiosidad repentina, cualquier día no hay una boda. Y ésta termina pronto porque los novios están ansiosos por rodar sobre la cama mientras se muerden la sonrisa, la boca y parte de la temeridad.
La de haber llegado hasta ese punto que no es más que un reconocimiento público de algo íntimo y mágico, más fuerte ese atado de sentimientos cuando no es un alarde. Lástima que ahora se desate lentamente mientras él la sujeta con delicadeza desde la espalda y huele su nuca con fervor. Caerá rendido ante ese olor como más tarde, en el futuro, podría hacerlo ante la cruda y llana soledad de quien pierde la fe en sí mismo y de paso, en todo el resto. Pero ella le observa en la fotografía reciente de la boda, la sonrisa cercana, invitadora y capaz. Acaso todo lo que queda por venir sea de cara, de cruz, para reír o llorar de rabia, pero qué poco cuesta imaginar que tal vez ellos se salven de ese porvenir incierto que envuelve a tanta gente. Y una noche de calor pegajoso busquen sus manos viejas y temblonas en la oscuridad de las sábanas, que habrán sido testigos mudos de una vida de altos y bajos, con unos medios para hacer morir de envidia al destino más caprichoso. Y se aferren a ellas con fuerza, sabiéndose a salvo.
*Este texto podría leerse mientras se oye Artic Lake:
https://www.youtube.com/watch?v=swz3ok6cNKc
*La foto es de Pedro Etura, un excepcional fotógrafo especializado en bodas.
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