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Antón Castro

ALDONZA Y BERENGUER: AMOR Y MUERTE

Cuentos de domingo / Antón Castro

 

Aldonza

y Berenguer

 

 

Hace algunos años, en Teruel se redescubrió el mito de los Amantes y se fundó la fiesta de Las Bodas de Isabel, que tienen a Santiago Gascón como guionista. Ahora ha sido en la villa turolense de Montalbán: allí también tenían a sus enamorados, Aldonza y Berenguer, sus Romeo y Julieta, sus Diego e Isabel. Su relato, recogido en varias versiones por Agustín Ubieto en su libro ‘Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval’, transcurrió en el siglo XV, durante el reinado de Alfonso V, ‘el Magnánimo’. Podría resumirse así: Aldonza se había quedado huérfana y el noble Jaime de Bolea asumió la condición de tutor. Era hermosa, audaz y poseía una valiosa herencia. Su amor Berenguer de Azlor combatía en Nápoles con los ejércitos de Aragón. El gran sueño de ambos era casarse y todo iba viento en popa porque Berenguer estaba a punto de regresar. En esas, viendo que su boda era irremediable y quizá enamorado de la joven, Jaime de Bolea mandó falsificar un documento que probaba que Aldonza y Berenguer eran hermanos. Ninguno de los dos se lo podía creer; ella se quedó estupefacta, dolorida. Y él, tras intentar poner fin a su vida, hizo votos de castidad y se marchó de comendador o de caballero de Santiago a Montalbán. La desesperación haría mella inmediata en ambos. Aldonza huyó del palacio y se fue, no se sabe si a caballo o a pie, hasta la villa. Se instaló cerca de la gran iglesia-fortaleza de la Encomienda de Santiago donde residía su amado: vivía a la intemperie, con el cielo constelado por único techo y la maleza, la sombra y el cántico del río Martin por compañía, como si fuera Genoveva de Brabante. Un día, cuando miraba el horizonte, vio el desfile de un entierro. Se temió lo peor. A los pocos días penetró en la cripta de la iglesia y vio la tumba de Berenguer. Y allí mismo, con un pequeño puñal, se abrió el pecho y el corazón. ¿Quién sabe cómo se matan los heridos de amor? No tardaron en hallar su cuerpo y el sacerdote, o quizá el nuevo comendador, mandó que enterrasen a la joven Aldonza en el interior en el mismo panteón con una leyenda en latín que decía: “Justo es que reposen juntos en la muerte los que tanto se amaron en la vida”. Este relato, con sus variaciones, es el que ha dado pie a la película ‘El hada de Montalbán’ de Moncho Delgado: todo el pueblo, niños, jóvenes y mayores lo han hecho suyo.

 

*La foto de la iglesia de montalbán está tomada de Aragón Mudéjar.

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