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Antón Castro

FLEUR JAEGGY: UN FRAGMENTO

Una vez Ingeborg y yo hablamos de la vejez, ella sonreía al oír esa palabra, pero esa palabra no iba acompañada ni del corazón ni de una verdadera sonrisa. Yo imaginaba una longevidad sin muerte, una casa de campo, un muro, le describía la arquitectura exterior y la ataba con una cuerda. Y un jardín entre los muros y todavía le decía nosotras dos. Estaba terriblemente convencida. La soberbia convicción de lo que no se cumple. Imaginábamos las visitas, los huéspedes y hablábamos de los nombres de los huéspedes, bebiendo un gin-tonic. Ella sentada en el sofá Biedermeier, de madera rubia –la tapicería a rayas, la mesa redonda Biedermeier con un jarro de flores parecían escuchar. Sin embargo, no me convencía del todo su participación, estaba amable y algo distraída. “¿No quieres que vayamos a vivir juntas cuando seamos viejas?”.

-Del cuento ‘La sala aséptica’ de ‘El último de la estirpe’ de Fleur Jaeggy, escritora suiza que vivió en Roma y París y ahora vive en Milán. Lo publica Tusquets, en traducción de Beatriz de Moura. 

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