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Antón Castro

FERNANDO CASTILLO: UN DIÁLOGO

[Fernando Castillo (Madrid, 1953) es licenciado en Ciencias Políticas y Ciencias de la Información. Es autor de algunos libros estupendos, aparecidos en Fórcola: ’Tintín-Hergé, una vida en el siglo XX’ (2011), ’Noche y niebla en el París ocupado. Traficantes, espías y mercado negro’ (2012), que tiene algo de antecedente de un libro formidable que presenta esta tarde, con Miguel Ángel Ortiz Albero y su editor Javier Jiménez Fórcola, en la librería Antígona: ’París-Modiano. De la Ocupación al Mayo del 68’, centrado en el universo del Premio Nobel Patrick Modiano. Aquí repasa el libro, sus nombres, sus claves, y define la obra de Modiano.]

-¿Qué tiene París de especial para ti que te atrae tanto y ya le has dedicado varios libros?

 Siempre me ha interesado el siglo XX, especialmente los años treinta y cuarenta en los que Europa experimenta una transformación radical. En este sentido, a la hora de ver lo que le sucede a las personas y a las sociedades, o ver el cambio de  las mentalidades y de las estructuras, la Francia y sobre todo el París de la Ocupación es un espacio que resumen muy bien la realidad y las contradicciones de los años treinta, en un entorno de brillantez cultural, de crisol europeo, más allá de los tópicos, que contrastaba con la crisis política que atravesaba tanto Francia como el continente.

-¿Por qué se te ocurrió escribir un libro sobre Patrick Modiano?

Mi interés por Modiano es muy anterior al Nobel., De hecho hay un libro de 2012, Nochey niebla en el París ocupado, en el que la obra de Modiano está muy presente, y este libro, Paris-Modiano. De la Ocupación a Mayo del 68, estaba en marcha cuando le dieron el Nobel. No hay ninguna relación entre el premio y mi interés por la obra modianesca.

  

-¿Cómo defines su obra? ¿Sería una escritura de la indagación obsesiva en la memoria?

 Son muchas cosas, desde la forma de acercarse al pasado histórico o a su propio pasado, que es muy eficaz y novedosa, tanto que en ocasiones cuesta incluir sus obras en un género. Es lo que se ha denominado autoficción, expresada con una economía en el estilo que es muy apropiada para los asuntos de los que trata. Hay, eso sí, la melancolía que impone toda reconstrucción del propio pasado vista a través de algo de neblina. En las páginas modianescas hay también un aliento lírico --muy alejada de la más afectada prosa poética-- que lo envuelve todo de manera elegante, especialmente al referirse a los sentimientos, que aparecen tratados con una contención equilibrada

  

-En algún lugar dices que en el fondo a veces lo que cuenta Modiano parece fantástico, casi una elaboración… ¿Sería así o más bien es un narrador coherente, parsimonioso, que ha hecho esquemas y planos e inventarios de personajes?

La obra de Modiano es tan semejante como distinta. Es un lugar común, y no desacertado, decir que siempre escribe el mismo libro. Y es que quizás sea así y a lo mejor la obra de PM es en realidad un solo libro compuesto de la suma de todas sus narraciones. Esto es ya un hallazgo, como también lo es la autoficcion, que supone un rasgo de modernidad al romper con la estructura de los géneros, al crear una especie de autoquest en la que los recuerdos y la realidad, que están más menos  adaptados o literalizados, la materia prima de su narrativa. Es el apogeo de lo cotidiano, el triunfo de la búsqueda de misterio donde no lo hay. La forma de de aproximarse a una época como la de la Ocupación, también es novedosa pues en la literatura modianesca la política tiene un lugar muy secundario. El camino escogido, la recreación del ambiente de las bandas de gángsteres collabo encabezados por La Carlingue y seguidos por las de Rudy de Merode o Massuy, las alusiones a su padre y a los bureaux de compra es un método muy novedoso de contemplar una época todavía llena de sombras.  

 

 -¿Qué significó la Ocupación de los nazis en París? Michel Tournier habla de un período abominable.

Para muchos, se puede decir que la mayoría, fue un periodo muy dificil y complicado en lo material y en lp cotidiano pero para otros fue el momento de medrar y enriquecerse , cuando no de felicidad, como sucedió con Danielle Darrieux o Roger Peyrefitte, quien dijo que nunca había sido tan feliz como en París durante la Ocupación. En realidad, la  Ocupación como la 2ª Guerra Mundial es mucho más que un acontecimiento bélico y político. De hecho, creo que ya prácticamente nadie la contempla únicamente de esa forma. Es un fenómeno extremo por su intensidad que afecta a todo lo que define a una sociedad, incluida por supuesto la cultura, y al mundo y que incluso rebasa los límites cronológicos tradicionales. No es de extrañar que sea en situaciones límite como la de la Ocupación en cuando aparecen los comportamientos más extremos. Unos momentos en los que, junto a la épica y los valores heroicos, como la solidaridad y la generosidad, parecía triunfar el mal, lo oscuro, convertido en un abismo que atraía irremediablemente a quien se acercaba. En esos años negros parece que se rompieron todos los límites, y en un París que vivía todavía un esplendor cultural notable, la moral se volvió  elástica como nunca había lo sido. No es de extrañar que el ambiente de la Ocupación, tan literario como maligno, siga resultando interesante.

 

-¿De qué modos respondió la sociedad, cómo se extendió la infamia?

Las respuestas,  que fueron variando en el tiempo, fueron  desde las más entregadas a la colaboración con Alemania y el Nuevo Orden nazi que compartían los fascistas parisinos como Drieu La Rochelle,  Laubreaux, Costeau, Rebatet... o, en lo político Doriot o Deat, a las que desde el nacionalismo francés  más conservador como el de Action Francaise, veían con reticencias la presencia alemana, aunque no les desagradaba que los ocupantes  hubieran acabado con la III República –un régimen de comunistas judíos y masones-- y lo que significaba. Estos serian los petainistas, que a su vez se dividían en otros muchos grupos más o menos próximos al mariscal al nuevo Estado surgido en Vichy, que a su vez se fueron radicalizando. En realidad muchos siguieron viviendo bajo el yugo alemán como si nada hubiera pasado. La anécdota del Baron de Rotschild al regresar en 1945 y preguntar quienes acudían a las fiestas que se daban en su palacio parisinos requisado es muy expresiva.

 

-Parecía que los nazis se sentían más cómodos con los delincuentes, con el hampa, ¿no?

Fueron los encargados de hacer el trabajo sucio de los servicios de informacion y seguridad como el Abwehr y sobre todo del SD y los encargados de abastecer recurriendo a cualquier medio la demanda de los ocupantes de todo tipo de bienes y servicios. A cambio, tuvieron carta blanca para realizar unas fechorías que jamás habían soñado y que quizás nunca hubieran llevado a cabo. La Ocupación les llevó a unos extremos impensables, en los que los limites y los frenos desaparecieron. Fueron como los personajes más extremos y novedosos en el decorado del París ocupado.

 

¿Qué papel jugó uno de los grandes personajes del libro: Albert Modiano?

 En el ámbito de los bureaux de compra fue un personaje muy secundario, pues aunque su hijo nos dice que conocía a personajes clave del Bureau Otto del 53, de la Avenue Hoche o del 6, rue Adolphe-Yvon, en realidad no debía tener apenas protagonismo. A veces es posible pensar que, en el ejercicio legitimo de la narrativa y de la ficción, el novelista ha creado un personaje a partir de unos pocos mimbres. De hecho que yo sepa hasta hoy no se ha encontrado ningún documento en el que aparezcan  Albert Modiano o Henri Lagroua,  la identidad que empleó durante la guerra, que le vincule con la actividad de las oficinas de compra al servicio de los ocupantes. Incluso, cuando pude consultar el expediente del proceso de André Gabison --el personaje de Modiano que dirigió una de las oficinas de compra al servicio del Abwehr para la que parece trabajaba Albert durante la Ocupación y que protagoniza Noche y niebla en el París ocupado-- no aparece mencionado entre una cascada de nombres por la que desfilan otros muchos personajes que también se cruzan por las obras de Patrick Modiano. Creo que es una ausencia muy reveladora que confirma aquello de la autoficción.

 

-¿Cómo respondieron los intelectuales?

Fueron fiel reflejo de la actitud del conjunto de la sociedad pues fueron desde la Resistencia, la espera ante los acontecimientos y la colaboración. Todo con una pluralidad de matices infinitos que solo se entienden caso por caso.  

 

¿Quiénes se decantaron por la Resistencia, activa, y quiénes colaboraron? Me gustaría que nos hablases de Céline, La Rochelle, Cocteau…; de Sartre, Camus, Queneau…

Frente a los alemanes con mayor o menos claridad y precocidad se alinearon Louis Aragon, Paul Eluard, Albert Camus, Joseph Kessel, Vercors, Jean Guéhenno, Jean Paulhan, Francois Mauriac ... Luego estaban los exiliados, casi todos los surrealistas encabezados por Breton,  el más implicado Saint-Exupery, Maurois, Bernanos... Luego estarían los que se quedaron y esperaron a ver que sucedía sin desdeñar continuar su actividad como Sartre  Beauvoir, Malraux... Luego los que colaboraron con el ocupante y cuya fe fascista podía ser  más menos intensa  como  Chardonne, o Fragneau. Por su parte, Jean Cocteau, el prototipo de aquel que se dejó querer y siguió brillando en el París ocupado. Quien apenas tuvo entregados fue el petainismo, el gobierno de Vichy, un régimen entre tecnócrata y tradicional que olía a naftalina, a restauración, y que poco podía inspirar a los  escritores. Al contrario, uno de los best sellers de la época, Les descombres, del muy collabo Lucien Rebatet, fue prohibido en Vichy por las críticas al régimen del Mariscal, naturalmente desde el fascismo más radical y próximo a los alemanes.

 

¿Y Celine, La Rochelle…?

Celine es un raro en este contexto. Un feroz antisemita, tanto que llega a la caricatura, pero cuyos principios políticos son inexistentes. Era, ademas de un extraordinario escritor –De un castillo a otro, Nord o Rigodon son unas obras extraordinarias acerca de su experiencia-- una especie de nihilista alineado con los nazis por lo que tenia el fascismo de subversivo y de removedor de la sociedad burguesa que tanto le irritaba. Más lejos llegó Maurice Sachs, quien aunó colaboración y autodestruccion, culminando una vida errante y errónea que relata en dos obras indispensables,Au Temps du Boeuf sur le Toit y Le Sabbat. Pierre Drieu La Rochelle recorrió toda el lado oculto de la modernidad, del comunismo al fascismo, como corresponde a un intelectual comprometido con su tiempo. Era un dandy, un elitista pero también uno de esos escritores de los que ahora interesa más la vida que la obra, pues Gilles y sus diarios, todo autobiografía, son lo más destacable a mi juicio. Mantuvo una dignidad notable, casi estética, sin arrepentirse de su actitud pero consciente de que se había equivocado y en el que su suicidio fue su culminación. Fue de los que se quedó, como Brasillach, tan fascista como nacionalista que en el fondo no simpatizaba con los alemanes. Su feroz antisemitismo, muy superior al de Drieu, y su conocida próximidad al fascismo, fue un apologeta del franquismo, le convirtieron en uno de loss símbolos de la colaboración y  fue lo que le costó la vida pues fue fusilado solo por sus opiniones.

 

Uno de los casos más conmovedores del libro es el de Max Jacob…

Si. El poeta era un alma perdida en un mundo atroz al que tras ser detenido como judío, murió enfermo de tifus en Drancy en el duro y crítico 1944, antes de que las gestiones realizadas por  Cocteau y Drieu antes los alemanes pudieran salvarlo.

  

¿Por qué durante tantos años se habló tan poco de la Ocupación? ¿La obra de Modiano es el friso de la vergüenza y de la contradicción de un país que no se atrevió a ser coherente con su grandeza y su defensa de la libertad?

La Ocupación enfrentó aun más a una sociedad que ya estaba dividida al llegar los alemanes, desatando una guerra civil más o menos encubierta sobre todo dese finales de 1943. De Gaulle y la versión resistencialista así como la integración de quienes habían practicado la colaboración fue una exigencia de partida para afrontar la nueva República francesa con garantías de estabilidad y de superación de la división existente desde 1934. La negación de lo ocurrido entre 1940 y 1944 funcionó durante unos años pues la crisis del gaullismo en los años sesenta supuso el comienzo de la revisión del periodo. La obra de Modiano,  cuyo primer titulo arranca de 1968, tiene en este proceso un papel muy importante que a veces se pasa por alto.

 

¿Qué reivindicaciones trajo el mayo francés y el movimiento de la canción popular?

Fue la expresión de los nuevos  comportamientos sociales y la expresión de los deseos de superar una sociedad que tenía mucho de decimonónico por parte de la juventud y cuya primer aviso fueron los zazous, un cruce entre dandys y mods surgido en plena Ocupación, aunque sin el contenido político de los jóvenes del mayo francés. Desde mayo del 1968, en  que se unen mentalidades y política, la juventud como grupo social definido tiene un protagonismo indiscutible, un protagonismo reclamado al ciompas de la aparición del rock y del rechazo a la guerra de Argelia. Junto a la militancia y el compromiso político, generalmente con la extrema izquierda, los jóvenes franceses reclamaron su voluntad de estar presentes en la vida pública y sus nuevos deseos por medio de la música. Una música y unos interpretes populares muy distintos de los cantantes existencialistas, en su momento también reivindicativos, como Boris Vian o Juliette Grecó, cuya  proyección en los años cuarenta fue mucho más limitada que la música y los intérpretes sesenteros. Los jóvenes franceses, les filles et garçons a los que canta Françoise Hardy, cuyos deseos encarnaban Jacques Dutronc, Johnny Halliday, Antoine o Michel Polnareff, se identificaban con sus ídolos, como con las películas de la Nouvelle Vague. La revisión de la Ocupación y del gaullismo era una consecuencia inevitable.

  

¿Cuál es tu novela favorita de Modiano, hay alguna que sea la ideal para introducirse en su mundo que parece extenderse siempre como una mancha de aceite?

Quizás Viaje de novios, porque dentro de una historia conmovedora y de uno de los relatos más  poéticos del escritor, combina  la idea que tenia sobre la Ocupación surgida con la Trilogia, y que predominaba hasta entonces, con la que estaba a punto de aparecer con Dora Bruder. El resultado es una mirada sobre la época tan original como exacta. Sin embargo, no quiero dejar pasar la ocasión de citar al menos Domingos de agosto,una novela niçoise y parisina, inquietante; los relatos de Tan buenos chicos, que a veces recuerdan al Valery Larbaud de Fermina Marquez, o Remision de condena, una mirada tan modélica como enternecedora sobre su infancia, luego quizás Villa Triste o Barrio perdido... Desde otra perspectiva, Los bulevares periféricos o La ronda de noche, son ya inseparables de los años de la Ocupación en París, al igual que Lacombe Lucien, la película del muy modianesco Louis Malle.

 

*Un fragmento de la entrevista aparece hoy en ’Heraldo’.

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