DUCE, POR F. JAVIER LÁZARO
[Hace algunos días, le pregunté a Francisco Javier Lázaro por su tesis doctoral sobre José Antonio Duce, que acaba de publicar la Institución Fernando el Católico. Podríamos decir que había siete preguntas claras. Aquí están sus respuestas, que han aparecido en una versión reducida abriendo la sección de Cultura de ‘Heraldo de Aragón’. Esta tarde, en la CAI, Independencia 10, hay una charla presentación del libro y de Duce, rodeado de amigos: Julio Sánchez Millán, José Luis Cintora y el propio autor, F. J. Lázaro.]
-1. La razón de realizar una Tesis Doctoral sobre la figura y la obra de José Antonio Duce tiene mucho que ver con la propuesta que me hizo la que fue mi directora de Tesis, la Dra. Amparo Martínez Herranz, profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, quien me habló de José Antonio, del inicio de su particular trayectoria en una época en que en Zaragoza había un cierto renacer de las actividades culturales (décadas de los 50-60). Desde este punto de partida, quería conocer un poco más sobre estos aspectos y tratar de reconstruir las condiciones del medio fotográfico y cinematográfico en nuestra ciudad, y el papel desempeñado por Duce en todo ello.
-2. Lo que más me interesó de entrada fue su temprano interés en superar los límites impuestos en aquella época (primeros años cincuenta) (tanto en cuestiones temáticas como formales) por la Sociedad Fotográfica de Zaragoza; sus deseos de experimentación, de abrirse a nuevas experiencias creativas, y el estrecho lazo que unía a toda una generación de jóvenes zaragozanos (nacidos a finales de los años y principios de los treinta), que, a través de distintos medios (fotografía, cine, literatura y pintura) iniciaron sus trayectorias artísticas.
-3. Valoración de su trayectoria y épocas. En materia fotográfica, hablaría de una primera época, la que va desde su ingreso en la Sociedad Fotográfica de Zaragoza (1953) hasta su entrada en el Club Cine Mundo (1957-1958), en que Duce aprende los rudimentos técnicos básicos del medio y los aplica en composiciones y temáticas propias de la tradición tardopictorialista que sigue en pleno vigor en esta época (paisajes urbanos, arquitectura, paisaje, etc.).
Una segunda época, muy influenciada por el mundo del cine, por sus colaboraciones (como director de fotografía y realizador) con otros miembros del Club Cine Mundo (José Grañena, Rafael Montes, José Allueva, Víctor Monreal, etc.) en sendas películas amateurs, que se aprecia en la aplicación de iluminaciones, poses (cuando hablemos de retratos), etc., derivados de este contexto. Asimismo, encontramos nuevas influencias aprehendidas de la consideración de publicaciones y anuarios internacionales (Photography Year Book, etc.) que reproducen las últimas novedades en materia fotográfica. En esta época asistimos a la instalación y consolidación de Duce en el circuito habitual del fotógrafo amateur en España, participando en numerosos concursos -algunos de los cuales gana-, y que alterna con algunos encargos profesionales procedentes del mundo de la publicidad y del encargo editorial, pero de manera bastante esporádica. Quizás llevaría esta segunda época en fotografía hasta 1969, en que abre su estudio fotográfico (en la c/ Francisco de Vitoria), especializado en la fotografía comercial y publicitaria. Un hito importante de este período, adscrito plenamente a la fotografía como afición y bajo planteamientos exclusivamente artísticos, serían sus años como presidente de la SFZ (1968-1973), donde introdujo algunas novedades en el funcionamiento de la entidad. En este sentido, desde el punto de vista creativo, diversifica sus intereses en función de muy variadas temáticas y estéticas: desde la fotografía de arquitectura, más o menos vinculada a la tradición (serie de El Serrablo), hasta el reportaje (urbano y de espacios concretos), donde podemos destacar los ambientados en distintas ciudades europeas (Hamburgo), y, especialmente, sobre El Oasis, que continuaría de modo intermitente hasta los años noventa.
A partir de 1969, se incrementan sus encargos profesionales (ilustración de libros, carteles publicitarios (muchos de estos -libros y carteles- encargados por diferentes instituciones locales) publicidad en general (firmas privadas), sin olvidar los reportajes del clásico trío Bodas-Bautizos-Comuniones), que continuarán hasta su jubilación, a finales de 1994.
Desde 1969 hasta 1994, discurren en paralelo sus trabajos que no tienen otro destino que satisfacer su creatividad (de especial interés sus reportajes de la Semana Santa bajoaragonesa, por los que obtiene importantes galardones a nivel internacional entre 1972-1973; o las Brujas, también de esa época, o los No Identificados, a principios de los ochenta, que finalmente verán la luz como publicación).
Desde 1994 hasta la actualidad, definiría una nueva época, que tiene que ver con la asunción de las técnicas digitales, que aplica a series tan imaginativas como Twin Girls o sus particulares retratos manipulados digitalmente, algunos de los cuales provienen de los No Identificados, pero también en trabajos más clásicos, como son los libros sobre diferentes monumentos de la ciudad (El Pilar, La Seo, iglesia de San Miguel, Palacio de la Aljafería, etc.), editados por la C.A.I. y el Arzobispado, realizados ya en el nuevo milenio.
-4. En cuanto al medio cinematográfico, las diferentes fases quedan perfectamente definidas: una primera época, desde que ingresa en el Club Cine Mundo (1957-1958) caracterizada por la orientación amateur de sus trabajos (como realizador y director de fotografía), hasta 1961, en que inicia de manera decidida varios encargos profesionales. No obstante, sí que es cierto que entre 1957-1958, coincidiendo con sus primeros momentos en el cineclub zaragozano antes citado, participó en la realización de tres mediometrajes profesionales producidos por una modesta firma estadounidense con destino a la televisión cubana y también en la filmación de Los Sitiados (1958), producida por Radio Zaragoza. A partir de 1961, se centra exclusivamente en la faceta profesional, siendo inaugurada esta etapa con su cortometraje documental Zaragoza, ciudad inmortal, producido por la firma madrileña Leda Films. En 1962, continuaría con este formato y género gracias a sendos trabajos financiados por la productora Intercine, coincidiendo con la fundación de la productora Moncayo Films, junto con nombres como Víctor Monreal, Emilio Alfaro, Julián Muro, José Luis Pomarón o Manuel Rotellar. Hasta 1968, podríamos situar su plena profesionalización en el campo cinematográfico, de la mano de nuevos cortometrajes documentales (primera fase, filmados entre 1962-63) y, poco después, los cuatro largometrajes, con especial consideración de Culpable para un delito, realizado en 1966. En los años posteriores a 1968, la labor en materia cinematográfica queda un tanto diluida puesto que la productora deja de participar en proyectos, aunque sí que es cierto que se redactan nuevos guiones (por parte de Emilio Alfaro) que nunca se llevaron a la práctica.
-5. La época de reportaje corresponde, principalmente, a los años sesenta, a partir de trabajos como Hamburgo (1963) o el localizado en Nueva York (1967), pero se inicia ya en los años cincuenta, con obras ambientadas en su ciudad. Estas primeras mantienen resabios tardopictorialistas (con gran influencia de Joaquín Gil Marraco, secretario de la SFZ), y se trata de ejercicios compositivos (calles en perspectiva y buscando efectistas contraluces), donde no existe ninguna clase de problemática social, algo que sí planteaban algunos otros fotógrafos españoles coetáneos (grupo Afal, grupo de Barcelona o la Escuela de Madrid). En ese sentido, interesa más representar un espacio (urbano) concreto que el elemento humano. A partir de los primeros reportajes mencionados, ambientados en ciudades extranjeras, Duce se suma a las tendencias más novedosas dentro de este género, donde una de las premisas más habituales va a ser el “instante decisivo” en la línea de Cartier-Bresson. Otro trabajo singularmente interesante dentro del reportaje va a ser la serie iniciada sobre El Oasis, donde los efectos de movimiento, desenfoque, falta de nitidez y el grano son los definitorios, al igual que estaban planteando otros fotógrafos coetáneos, nacionales y extranjeros, que se movían dentro de la heterodoxia, rompiendo, por tanto, con los cánones academicistas que defendían las agrupaciones fotográficas. Y, por último, debemos destacar sus series dedicadas a la Semana Santa, ya desde mediados de los años sesenta y hasta principios de los setenta, en las que Duce manifiesta un mayor interés por los componentes humanos y culturales del hecho fotografiado, más que la pompa, boato y solemnidad de otras épocas, cuyo mejor exponente fue el fotógrafo sevillano Luis Arenas Ladislao.
Respecto al retrato, oscila igualmente entre la tradición (un retrato que se asocia bien con el de gabinete) y la modernidad, fijándose en las propuestas, sobre todo, de Irving Penn, uno de sus maestros, en la pose natural y directa y en la iluminación suave, descartando los contrastes, como planteara otro de los grandes, como Richard Avedon.
-6. El valor de Duce como innovador en el uso de técnicas y procedimientos informáticos es coherente con todo lo que representa su trayectoria. Ha estado presente desde el principio. Desde el empleo del objetivo “ojo de pez”, en los años sesenta, a los filtros que dieron lugar a sus No Identificados, a principios de los ochenta, creando una imaginería surrealizante de resuelto interés plástico, en sintonía también con la vuelta a una fotografía más plástica que se empezó a dar en los años setenta, después de los años de dominio de la toma directa adscrita al reportaje. Y, finalmente, por supuesto, todo lo relacionado con la técnica digital, desde mediados de los años noventa, en que fue uno de los pioneros en nuestra Comunidad Autónoma, de tal manera que hizo las veces de maestro para otros artistas que siguieron después, como Javier Povar, etc.
Otro de los aspectos que querría destacar dentro del uso y aplicación de las nuevas tecnologías a la fotografía, sobre todo, la digital, es que ha sido un autor que desde el primer momento ha actuado sin prejuicios; que no le ha importado trabajar con estas nuevas herramientas a su disposición para seguir construyendo un mundo personal y original. Aunque ello le ha servido para granjearse no pocas oposiciones y críticas.
Personalmente, creo que uno de los valores principales de sus libros sobre Zaragoza es que nos ha permitido conocer, como espectadores, lugares, rincones y detalles que antes nos habían pasado desapercibidos. Por otra parte, es verdad que se ha ocupado de los lugares y elementos característicos, tanto en los templos religiosos como en los edificios civiles (en este último caso, me estoy refiriendo a la Aljafería), pero, a pesar de eso, ha sabido presentar visiones inéditas, no digamos ya cuando ha aplicado efectos digitales (efectos caleidoscópicos, duplicaciones, etc.). Ha desechado la posibilidad de mostrar la imagen característica para intentar ser siempre original.
Por otra parte, la resolución virtuosa junto con el diseño de maquetación óptimo han permitido desarrollar unas publicaciones donde los monumentos se manifiestan en su mayor esplendor, algo propio de este tipo de publicaciones de carácter institucional.
-6. El cineasta. Se muestra con muchos elementos en común a su faceta como fotógrafo: es un buen ejemplo de transición entre el campo amateur y el profesional. Es un hombre que no se “conforma” con desarrollar trabajos amateurs con una difusión muy limitada (mundo de los cineclubes y asociaciones culturales, etc.) y con pocos medios y, ambiciosamente, quiere dar el salto al profesionalismo. Para ello, se forma en las aulas del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (experiencia formativa con clara vocación práctica que complementa la formación previa asimilada en las sesiones de los cineclubes, donde se conocía la obra de los clásicos, de la vanguardia, etc.), junto con otros jóvenes de su generación que persiguen lo mismo y que lo van a conseguir: José Grañena, Víctor Monreal, José Antonio Páramo, etc. Como ellos, entra en el mundo industrial de la mano de modestos trabajos, cortometrajes documentales, que son fomentados por la Administración cinematográfica del momento y que suponen la salida natural a los titulados, para, posteriormente, afrontar la producción de largometrajes. Asimismo, Duce en su labor de promotor de la productora Moncayo Films, junto con el resto de sus compañeros, se relaciona bien con buena parte de los cineastas españoles de los años sesenta que pretendían hacer un cine de ficción “digno”, resueltamente cosmopolita e internacionalista, asumiendo una la denominada “política de géneros” que se estaba practicando en aquella época (cine policiaco, comedias de intriga, suspense, cine de espías, producido en régimen de coproducción).
-7. Su película “Culpable para un delito” significa la filmación íntegramente en Zaragoza de un policiaco de gran interés que participa de algunos clichés del cine hollywoodiense (mundo del boxeo, “falso culpable” hitchcockiano) y la estética noir del cine francés. Es un ejemplo perfecto de ese intento -del que hablaba más arriba- de trascender las referencias localistas, de hacer un cine comercial digno para lograr asentarse en la dura y competitiva industria cinematográfica.
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