TRES POEMAS DE JAVIER RAMÓN JARNE
Francisco Javier Ramón Jarne publica en Olifante 'La lentitud del frío'. Al libro pertenecen estos tres poemas.
Una vez tuve sueños
Me he desperdigado por los cuarteles de invierno
con mi gemelo inverso en la consagración del bosque
olvidado, como viento adolescente cuajado de polen
sanguíneo, dándome, como pasto a feroces arpías,
como señuelo a clérigos acostados en cal viva
al otro lado de las puertas dolientes, a la intemperie
de dios.
Me he derramado como vino sobre losas sabatinas,
irremediable, alcanzándome en la huida, he volcado los cántaros
que el amor había puesto en las estancias donde
me cobijaba la noche.
He roto el sello que el secreto de unos labios azules
había puesto en el hipocampo a los abandonados huesos.
Para que naufragasen los pensamientos asesinos,
extendí las brújulas en los horarios de los trenes,
y puse veletas entre sabanas hasta desbocarme
con palabras que me esperaban
rebotando en el vacío.
Nada he logrado y mi memoria se pudre en un camino de silencio,
como los sueños de juventud.
Bulimia
Sé que eres adicta al vómito
por tus brillantes lágrimas sobre la piel blanca,
porque lloras con todo tu cuerpo como las serpientes,
desde la humedad de la noche inmóvil
hasta la abrasadora luz que hierve en los delirios,
eres un avefría llena de soledad.
Huyes de los espejos porque en ellos se refleja la carne mórbida,
la exuberancia de las viejas concubinas,
la grasa flotando en los estanques amarillos de la pereza.
Te acuchillas con palabras oxidadas en la infancia,
concupiscencia, molicie, ociosidad, inflaman el vientre.
Tu nombre aparece en el libro de las violaciones,
pero en tu piel no florece la sífilis.
Me conmueven las heridas abandonadas
en la luz.
Viajas hasta el fondo de cántaros llenos de angustia.
Tus caballos sin freno y el sexo aspirando el mar.
Buscas la culpa en lavabos anónimos,
devoras la sustancia del hastío.
Me conmueven tus vómitos
porque flotan en la oscuridad como peces muertos,
alargan el viaje en el insondable invierno,
hacen más deseable la fruta de tu boca,
de tu herida.
Tus vómitos son el llanto que corta como un cuchillo.
Reptiles
Como la iguana en la roca, el viejo inclinado
sobre el cuerpo blanco huye del frio,
también de la sequedad,
por eso busca el agua de su boca y de su lengua,
el olvido en el vientre deshabitado de la mujer autómata.
Piensa, ella es un animal que me ha visto desnudo,
y siente asco de sí mismo.
Ella piensa, este cuerpo en su decrepitud
está desnudo junto a mi desnudez, y siente asco de él.
Pero tras las máscaras el rito se consuma en los desagües,
sobre desesperadas sábanas sin memoria,
y en los mostradores venéreos,
el sello de las transacciones deja una huella amarilla
sobre la piel elefantiásica.
¡Ah, soledad de los viejos, amorosa lujuria
en el invierno!
*En la foto, Silvana Mangano en 'Arroz amargo' de Giuseppe de Sanctis.
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