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Antón Castro

GUILLERMO BUSUTIL: 'ENREDADOS', ECOS DEL CONGRESO DE SANTANDER

http://www.laopiniondemalaga.es/opinion/2018/04/28/enredados/1003294.html

 

Enredados

Guillermo Busutil*  29.04.2018 | 05:00 

La red o la vida. La elección no es tan simple ni su respuesta depende de un clic. Declararse analógico o disidente con respecto a internet es tan sólo un acto de ingenuidad rebelde. Si usted ha introducido su tarjeta de crédito en un cajero o tiene un teléfono móvil su privacidad es rehén del capitalismo que convirtió a los ciudadanos en clientes. Y si posee uno de los 8.485 millones de móviles del mundo conectado a internet es también un usuario usado. Usted hace su vida normal, repite sus hábitos y es más o menos feliz desconociendo los ecos de lo que teclea en google, de lo que dice en facebook, en whatsapp, twitter o instagram, pero en realidad cuando se maquilla o se afeita la identidad frente al espejo, al otro lado tan sólo es un algoritmo. Un problema que sólo una máquina puede entender. No es una distopía, esa palabra de género con la que muchos escritores sueñan acercarse a Philip K. Dick o a Asimov, es una realidad con software en la que ya no hay sitio para Alicia ni para Robinson Crusoe. Ahora todos somos un digito con una huella de cristal. La culpa la tienen los babilonios que afilaron las matemáticas a través del álgebra y las ecuaciones con escritura cuneiforme en tablillas de arcilla húmeda. Y también Alan Turing, quien les reventó a los nazis el enigma de sus mensajes y advirtió de que en un futuro –ya estamos en su seno y combinaciones- las máquinas podrían pensar e incluso escribir poemas de amor. Otros no muy diferentes con los que se nos declara a diario la publicidad.

 

Aquel héroe que pensaba que el cerebro tenía muchas hojas en blanco –sobre las que internet traza hoy sus inputs- terminó suicidándose con una manzana envenenada. No se inspiró en él Apple, pero sí que tuvo en sus inicios la seducción de la red algo de atrayente manzana. Ese fruto de apariencia esférica que podría ser la bola de cristal medieval convertida hoy en el Palantí creado por Peter Thile donde desembocan nuestras relaciones Apps, nuestros secretos ADSL o en fibra óptica y los datos que utiliza la compañía Cambridge Analógica de su amigo Robert Mercer para que sus servicios evolucionen en función de nuestro comportamiento y demanda. Por no hablar de las piezas del tablero geopolítico que pueden mover a su antojo: el Brexit, el triunfo electoral de Trump o hackeando el destino de sabor dulce o ácido y del que sólo somos las minúsculas pepitas que escupe la sonrisa voraz del diablo con esmoquin de millonario. Nos lo contó Marta Peirano con el desparpajo de quien no quiere atemorizarnos de lo vampirizados que estamos, a los periodistas reunidos en el IV Congreso nacional de Periodismo cultural, organizado por la Fundación Santillana, para hablar del Linchamiento en las redes.

 

En Santander la realidad analógica es la hermosa postal de matices de grises calcáreos, sales azules y verdes spartinas de su bahía. También es el fondo de pantalla de ordenador donde Basilio Baltasar ejerce de chamán y proyecta cada año un ingenioso jeroglífico de temas que resolver. Este año le ha tocado a todo lo que sucede en el enjambre digital: celebración de la mentira, el acoso y la difamación, la imposibilidad del desmentido, el mercado de datos personales, el envenenamiento tóxico de la opinión, las noticias falsas, la credibilidad y el mundo off line en el que ningún hogar ni sueño de identidad están conectados. Siempre son disecciones inteligentes y amistosas donde convergen la experiencia y el cuestionamiento de veteranos y jóvenes profesionales. Nunca defraudan la intensidad, la polémica ni el análisis. Tampoco las de esta edición cuyo eje de lo anterior era el modelo de información entre la frontera de papel, el rigor, el poso reflexivo, el espíritu crítico y la creatividad del periodismo cultural y la urgencia, la competitividad por la inmediatez y la creciente banalización de los contenidos monetizados por el clic de los usuarios. La dicotomía entre la exigencia de ser periodismo o estar en la primera línea de la red, olvidando, como defendieron Joseba Elola y Sergio Vila-San Juan en el WMagazine presente en las sesiones-, que los medios deben apostar por la difusión del conocimiento, la elevación cultural de la sociedad sin plegarse a las exigencias de audiencia, y que el periodismo cultural requiere al contrario profundización, matices y respeto en la plasmación de informaciones complejas, haciéndolas comprensibles.

El ajedrez siempre es batalla: la del dominio del clic con rápida propagación frente al rigor del argumento. El profesor y articulista Manuel Arias Maldonado lo explicó más o menos igual y advirtió acerca de la necesidad de que el nivel de civilicidad domine la conversación pública porque en la red todos hablamos con todos pero no todos sabemos hablar con todos. La causa es que, evocando a Manuel Castells, hemos pasado de la comunicación de masas vertical, la prensa, a la autocomunicación de masas horizontal, donde cualquiera emite un mensaje. Aunque en muchas ocasiones se trate del ruido y de la furia de las emociones, de la percepción distorsionada de la mentira, de aquello que creemos verdadero porque lo sentimos verdadero, de estereotipos, intolerancias o simplemente desahogos. Contra este habitual trazo grueso de la red nada como el periodismo cultural o informativo, contrastado y veraz, basado en ni una raya más ni una raya menos. El mejor antídoto ante las mentiras que cosechan mucha más publicidad, el aplauso sobredimensionado en las redes, y el corifeo de la bronca o el linchamiento como el de la adolescente Amanda Todd que terminó suicidándose y sobre el que se acaba de estrenar en el Teatro Fernán Gómez de Madrid una reflexión en tablas de Alex Mañas e interpretada por Greta Fernández.

Pasiones; brecha inter generacional; las manipulaciones televisivas; el periodismo de compromiso y movilización, como el de Los artistas y su farola en defensa del litoral y del suelo público amenazado por la especulación de un rascacielos a pie de ola en Málaga; la desinformación heredada de la propaganda totalitaria y sofisticada hoy por las democracias liberales; la necesidad de una alfabetización digital; la importancia de lo que supuso el éxito del Me too o la disidencia de la red bulímica, adictiva y gregaria. Muchas controversias y reflexiones en interesantes conferencias, como las del doctor Carles Armengual acerca del acoso farmacéutico y de algunos medios a la homeopatía, o la del sociólogo Miguel del Fresno en relación a la frivolización de contenidos y la conversión de todo en modelos de negocio. Igualmente en mesas redondas escenificadas con dramaturgia radiofónica como la de Ana Borderas; la capacidad de interactuar con el público como Alex Salmón o los faros culturales de Eva Díaz que planteó sobre la red el interrogante gongorino de humo, polvo, sombra, anda, aludiendo a la simbología del cartel del Encuentro, o de Antón Castro que lo cerró con la lectura de un bello poema.

El fututo está a la vuelta. Es absurdo dudar de que seremos seres humanos guiados por algoritmos electrónicos, igual que afirma el historiador Yuval Noah Harari en Homos deus. Beve historia del mañana, dependientes de una inmortalidad sujeta a la nanotecnología, de una felicidad basada en tratamientos químicos y de una divinidad favorecía por la ingeniería cyborg. No sé si entonces, como predice Blockchain los periodistas habremos desarrollado plataformas tipo Uber con contenido en la red con unos criterios de calidad en las que nuestros lectores nos remunerarán directamente, o si sólo existirá el consenso de una única información como verdad. Ignoro si la libertad dependerá de nuestro streaming o ancho de banda, o de qué tipo de bosque habítamos virtualmente o en clandestinidad Huxley. También cuánto tiempo le queda en papel y en la red al buen periodismo y al respeto hacia los receptores sujeto a la conciencia del lenguaje, el rigor de los conocimientos y a la educación expositiva con la que cada uno hace su edición de la realidad.

Lo que sé es que de momento la creatividad y las emociones humanas no están sujetas a ningún algoritmo. Nuestra única ventaja en el incierto desenlace de la carrera entre Aquiles y la tortuga. ¿Quién lo desenredará?

*Guillermo Busutil es escritor y periodista
www.guillermobusutil.es

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