SERGIO ABRAÍN EXPONE EN LEÓN, EN ÁRMAGA
Sergio Abraín (Zaragoza, 1952) tiene la sensación de que la vida y el arte convergen en puntos concretos. En espacios del tiempo y de la memoria. Hace más de 40 años, en concreto en 1977, expuso en las salas de la Diputación de León gracias a un leonés afincado en Zaragoza: José Luis Rodríguez García, profesor y escritor que aún tiene fresco el libro de cuentos ‘La residencia’. Entonces, lo presentó el poeta Antonio Gamoneda, coronado hoy con el Premio Cervantes. Y ahora, gracias al interés de otro poeta, Miguel Escanciano, Sergio Abraín, tras su gran exposición antológica en la Lonja de Zaragoza, regresa a León con otra muestra: ‘Metalíricos’, una treintena de cuadros de varios tamaños, datada entre 2017 y 2019.
“La vida es como un círculo que vas recorriendo en diversas épocas. La poesía y los poetas han sido claves en mi vida artística. José Luis Rodríguez fue clave en mi presencia en León, donde he estado luego dos veces más por lo menos, expuse en 1978 y en 2004 de nuevo. Y fue gracias a Gabriel Albiac, el filósofo, que puede exponer en Madrid”, señala.
Ese recuerdo, en el abanico de las asociaciones libres, le lleva a otra parte: “Gracias a él, que era el novio de su hija, pude conocer a Ángeles, la viuda de Julián Grimau, fusilado en 1963. Ella era la responsable entonces de los Multicines Buñuel, que estaban en la calle Francisco de Vitoria y que han sido básicos en la historia del cine en Zaragoza, y me compró dos cuadros. Fue una experiencia preciosa para mí. Era una mujer extraordinaria. Han pasado 40 años”, dice.
El azar de la conversación sigue y sigue por el río del tiempo que se abre a los afluentes incesantes de la memoria. “Han pasado cuatro décadas también de la presencia del artista José Pérez Ocaña, Ocaña, en la galería Patagallo, que llevábamos mi compañera Concha Orduna y yo. Fue una experiencia única: no pasó inadvertido. Trajo cuadros y realizó dos instalaciones”. Una sobre la Divina Pastora de Cantillana, pintada al huevo y envuelta en flores de papel, y la otra era un velatorio; en el ataúd había una novia muerta, “para dar susto al miedo y a la ironía”, escribió en HERALDO el crítico de arte Ángel Azpeitia, que agregaba un domingo 14 de octubre de 1979: “Más que ingenuo –y se hace, poco a poco, con la mucha actividad, sabio-, Ocaña es popularista y se nutre en lo popular. Y religioso a su manera, en la que siente los sentires del pueblo”.
Añade Sergio Abraín: “¿Por qué recordamos aquí a Ocaña? Todo está conectado. Ahora en La Harinera se le rinde un homenaje en la muestra ‘Incienso y romero’. Ocaña murió el 18 de septiembre de 1983, a consecuencia de unas quemaduras que sufrió en su pueblo, en Cantillana. Lo más curioso es que habíamos hablado y habíamos apalabrado una exposición en la galería Caligrama-Patagallo y quizá en otros dos sitios. En realidad, estaba cerrada”.
El artista se zambulle ahora en su exposición reciente, conectada con Miguel Labordeta, el autor de ‘Metalírica’. “Presento obras intimistas y con una narrativa muy personal. Propongo otros mundos a través de ventanas. Hay imágenes veladas que sugieren presencias lejanas y, en cierto modo, sigo en eso del cuadro del cuadro”.
A Abraín, como se veía en su muestra de la Lonja, le fascina ese experimento y los dioramas. “Mis cuadros tienen hilos ocultos de historias y respuestas ocultas. Todos los cuadros son preguntas sobre el propio proceso creativo, que muchas veces surge de forman imprevisible. Los dioramas con como pequeñas historias de cine negro”, agrega.
Artista de los materiales y de la búsqueda, pintor e investigador del color en su estudio, a solas o con sus alumnos, explica aún más ‘Metalíricos’: “Las obras son proyecciones de esos ritmos y conflictos estéticos ‘in situ’, y anuncian otros caminos impredecibles e insospechados”.
Sergio Abraín aboga por algo que desde Aragón rara vez se ha sabido hacer: no ha habido convivencia ni intercambio con los artistas de otras comunidades autónomas. “Como ve mi vínculo con León y sus poetas, Antonio Gamoneda, Victoriano Crémer, el mismo Julio Llamazares y Miguel Escanciano viene de lejos, y siempre, siempre, ha supuesto una experiencia positiva para mi evolución de mi obra como para mi reflexión de artista, como para el contacto artístico y literario”, concluye.
Su muestra, ‘Metalíricos’, permanecerá abierta hasta el 14 de julio.
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