HA MUERTO EL FOTÓGRAFO VICENTE ALMAZÁN
Ha muerto el fotógrafo y publicista Vicente Almazán (Zaragoza, 1949), el hombre que nos enseñó a ver y entender y sentir mejor Zaragoza y la creación, el amigo discreto que siempre “pasaba por aquí”, y parecía estar en todas partes. En las librerías y las presentaciones de libros, en las galerías de arte y en los estudios de los artistas y los diseñadores, en las tertulias de café, en cualquier velada, en los mercados, o sencillamente caminando y atento a cualquier sombra, a una línea en el suelo, a un detalle, a la caída de las hojas o al ajetreo de la inauguración de una muestra.
Era un narrador, un cronista y un artista conceptual, un retratista maravilloso y discreto, inadvertido y sentido (ha retratado a cientos de creadores en la ciudad), un enamorado de los viajes, adoraba ir a Madrid o a Barcelona, sentía un cariño especial por Francia, especialmente por Tarbes. Padre de tres hijos, era un abuelo cariñoso y atento, dispuesto a la mejor de las historias y de las sonrisas. Jamás se advertía en un él un feo gesto, un enojo. Era un lector personalísimo, como se ve en su página ‘Mis adarmes’, en sus dictados (en el último reproducía fragmentos, el último un cuento de Leonora Carrington), en sus foto-collage, en tantas y tantas conversaciones, en su pasión por las palabras o la filosofía del arte. Era tan afectuoso como generoso, y cedió fotos a muchos amigos. Se entusiasmaba con los rostros, con las vidas, con las obras, con las miradas. Se entusiasmaba de existir.
Nos vimos en La Reserva, en la calle Cádiz, poco antes de la cuarentena. Me pasó una foto que sería portada de ‘Artes & Letras’ de Heraldo, hizo varias portadas y publicó varios reportajes, y me contó que le estaba pasando algo muy bello: su mujer Rosa, su compañera, su enfermera, la madre de sus tres hijos, le atendía de la mejor manera posible para él: le leía todos los días, y experimentaba un goce inefable. Decía que era como un penúltimo regalo. Sabía que le quedaban los días contados y lo contaba con la serenidad de quien sigue dando gracias a la vida hasta el último aliento.
Me dijo también que deseaba encontrar tiempo para ordenar su inmenso maravilloso archivo y blog fotográfico, http://www.misadarmes.com/, que siguió alimentando hasta el pasado 24 de abril en varias seres, al menos. Expuso en la Casa Amarilla e hizo una edición corta de algunas de sus fotos para amigos.
Ahí, en misadarmes.com, donde vemos una foto suya de espaldas adentrándose en la estepa, escribe: “Un adarme es una cantidad mínima de algo. He titulado el blog Mis adarmes porque lo que en él muestro son cosas pequeñas. Paseos por aquí y por allá. Sin rumbo fijo. Siempre con una pequeña cámara fotográfica. Capto imágenes que tienen significado para mí. No me interesa ni lo bonito ni lo feo. Me gusta el blanco y negro. También el color. Por eso tengo otro blog, Mis cromos, de idéntica filosofía. Ocasionalmente escribo unas líneas. Nada profundo. Acabo de encontrar el valor de lo superficial y no me gustaría perderlo. Gracias por tu visita”.
Gracias a Vicente Almazán por tanto que nos dio y nos da, por tanto que nos seguirán dando su recuerdo y su obra, gracias por haber estado, sin protagonismo alguno y con toda la ilusión del insomne, ahí, aquí y allá, paseando, mirando, conversando, soñando. Siempre con la sensibilidad de los elegidos.
Todo mi afecto y mi consuelo para Rosa y sus hijos, todo mi afecto y mi consuelo para tantos amigos que quisisteis y queréis a Vicente Almazán Arribas.
2 comentarios
Javier -
olvido navarro iso -